[ 2' 00'' ] La apuesta - Serie Maine (VII)

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Cada quince o veinte días, el estado de Maine amanecía con la noticia de un nuevo atraco en alguno de los numerosos bancos a lo largo de la ruta interestatal 95.

Jefe, ya van nueve en seis meses. ¡A este ritmo no cobraremos la extra de Navidad!

No, Paul, a este ritmo, cometerá algún error.

Además de la regularidad entre los sucesos, había un cierto patrón en cada uno de los golpes. Se trataba siempre de un varón blanco, fuertemente armado y que efectuaba el atraco minutos antes del horario de cierre de la sucursal. Después, huía en un coche de gran cilindrada que aparecía quemado a las afueras de la ciudad. No tenían más pistas.

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Unos días más tarde, el segundo ayudante del sheriff, Paul Wesley, llegó a la comisaría más temprano que de costumbre.

Jefe, me ha llegado un soplo. El atraco será mañana, en el Camden National Bank.

¿Seguro? ¿Quién es tu confidente?

Un drogadicto de poco fiar. ¿Qué hacemos, jefe?

¡No sé, vosotros, pero yo necesito acción! —exclamó el sheriff —Montaremos vigilancia pero nada de refuerzos, que si el tipo ese no aparece, no quiero hacer el ridículo. Sólo nosotros tres. —y miró buscando la aprobación de James Dawson, quien asintió con un leve movimiento de cabeza.

¡Usted verá! ¿Qué se apuesta a que perderemos el tiempo? —dijo Paul, provocando al sheriff.

¡Venga, ...una botella de bourbon!

¡Eso está hecho, jefe!

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Dawson hacía guardia sentado en la oficina del director. Vestido de paisano parecía más un armario ropero que un empleado de banca. Y no era el único policía que permanecía a la espera de acción; al otro lado de la calle, dos coches camuflados estaban preparados para cortar el paso al atracador en caso de fuga.

En algo más de cinco horas, no había habido ningún movimiento inusual, pero a falta de diez minutos para el cierre del banco, un aviso en la emisora les hizo saltar de sus asientos.

¡Atención! Hombre blanco sospechoso... Acercándose por Mall Boulevard... Llegando a la entrada del banco... Preparaos... —dijo Paul agazapado dentro de uno de los coches aparcados en la acera de enfrente, y continuó,

¡Falsa alarma! El tipo sigue de largo.

A las dos en punto se cerraron las puertas del banco y diez minutos más tarde, aburrido de tanta espera inútil, el sheriff decidió dar por finalizado el operativo de vigilancia. Nunca una mañana se les había hecho tan larga.

Se acabó, chicos. ¡Todos a la central! Paul, te debo una botella —dijo un decepcionado Stalker desde la emisora del vehículo más alejado.

James Dawson había aparcado su coche patrulla en una estrecha callejuela de la parte posterior y allí se dirigió tras salir del banco.

De regreso a la comisaría, se escuchó un segundo aviso, emitido esta vez, desde la emisora de la central.

Atención a todas las patrullas. Atraco en la joyería "Robinson", Mall Boulevard. Localicen un Shelby GT, azul metalizado, matrícula de Illinois.

El ayudante del sheriff arrancó el coche patrulla y salió del callejón para incorporarse al amplio boulevard de cuatro carriles. A lo lejos vio acercarse rápidamente el vehículo buscado, se abrochó el cinturón de seguridad y dijo:

Ahí viene. ¡Joder, esto va a doler!

Dawson, aproximándose por el carril contrario, dio un volantazo y el coche patrulla impactó, casi frontalmente, contra el llamativo Shelby azul.

El cuerpo del atracador salió despedido a través del parabrisas y fue a estrellarse contra los adoquines de la calzada. En medio de la calle no sólo quedó un cuerpo sin vida sino todo el botín esparcido bajo el coche.

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Mientras James Dawson disfrutaba en casa de unas vacaciones forzosas debido a sus tres costillas rotas, "The Bangor Daily News" daba la noticia de otro éxito del departamento de policía del condado.

El sheriff, Raymon Stalker, celebró en soledad su nueva condecoración, eso sí, brindando con la botella de bourbon ganada en la apuesta. Y, hablando de Paul, decir que por fin cobró su ansiada paga extra.

La única pieza que no se recuperó del botín, un fabuloso anillo de diamantes, fue a parar como regalo de Navidad a Brenda, la mujer de James Dawson. Así recompensó Raymon Stalker la valentía de su ayudante.

Esteban Rebollos (Diciembre, 2015)

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