Yo también

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Yo también lo sentí.

"Los roces de tu piel, esos que me hacían sentir inspirada a salir de los miedos más profundos e insoportables que atormentaban mi mente...esa calma, esa paz que me transmitían tus besos y la sensación de no querer estar lejos de ti ni un segundo". Esto escribía Cristina mientras caían gotas de lágrimas en un papel arrugado, con una pluma y con poca tinta, imploraba que le diera para terminar su carta para el amor de su vida, quien la había dejado hacía un año pero ésta no había podido superarlo. Esa tarde lluviosa del 13 de febrero, día antes de San Valentín, alguien tocó su puerta, ella paró de escribir y se quedó unos minutos pensativa, se preguntaba quién sería pues no era común que nadie la visitara después que ella quedó sola. Secó sus lágrimas, amarró su hermosa cabellera negra y se puso unas zapatillas. Se dirigió hacia la ventana para ver quién era, haciéndosele difícil reconocer su rostro por la fuerte lluvia, después de mucho esfuerzo logró ver que era Margarita la dueña del colmado de la esquina. Abrió la puerta rápidamente y la invitó a pasar.
-Tome asiento-,

Le dijo Cristina, le brindó una taza de café y juntas empezaron a conversar. Cristina le preguntó que cuál había sido el motivo de su visita, y ella le respondió con una sonrisa.

-¿Porqué no hacerlo?.

Seguidamente Margarita le preguntó acerca de qué había sido de su vida y ella le respondió: "Nada interesante, he quedado sola y vacía después de que mi esposo me dejó, he sentido la falta de amor, la falta de empatía y simpatía, las nubes de mi cielo siempre están grises pues ya no hay motivos para que el sol brille para mí". Seguía diciendo y Margarita sólo escuchaba atentamente sus palabras. "No me cansaré de amarlo, nunca olvidaré las palabras dulces y tiernas que susurraba a mi oído antes de dormir, es mi héroe porque si digo que "era" mentiría, el vive en mi presente todo el tiempo. Margarita asombrada por lo que Cristina decía, pensaba que estaba loca, ¿cómo puede estar tan aferrada a un hombre y cómo puede amarlo aún después que la dejó sin ninguna razón? Cristina seguía hablando de su maravilloso amado. Margarita no pudo contenerse y le preguntó:

-¿Cómo puedes hablar tan bien de una persona que sólo te dejó el alma rota y con huecos al marcharse y no volver?

Ella miró fijamente la lluvia caer y le respondió... Porque ese día, sentada yo a su lado y el agonizando, con sus párpados pesados y labios temblorosos me dijo: Te amé hasta mi último suspiro, ámame aunque yo ya no esté contigo. Esas sábanas blancas cubrieron su cuerpo y los doctores con voz apenada me dijeron: "Lo sentimos". Cristina terminó de hablar y hubo un silencio rotundo en la sala, Margarita no encontraba que decir pues se le había hecho un nudo en la garganta. Puso su taza en la mesa y le dijo a ella: "No sabía nada" y Cristina le respondió en voz suave: "Yo tampoco supe que el cáncer acabaría con la vida de mi esposo tan pronto. Pero al final... Yo también lo sentí.


Creado por Angie Lugo.

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