Nuevo punto de partida.

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Capítulo I:

Primer día de clases en la nueva escuela, odiaba eso. Carol era alérgica a las personas, no podía entablar una buena relación con nadie, siempre terminaba siendo el payaso o la mofa de todos. Era la cuarta vez que se cambiaba de escuela. Roland y Arraine, sus padres, decidieron que tal vez, volver al pueblo natal haría que su hija se sintiera más cómoda. Y en aquella pequeña ciudad, los modales estaban ante todo. O eso creían ellos.

Carol cerró los ojos con fuerza y suspiró. Estaba parada frente a su nueva cárcel de tortura, rogaba en silencio de que nadie se le acercara, ni siquiera para preguntarle el nombre. Rezaba para pasar desapercibida, aunque sea sólo por éste y el próximo año. Luego se iría a Yale y comenzaría su carrera de abogacía.

Arrastró los pies hasta la entrada y Aerosmith comenzó a sonar en su reproductor mp3, “Crazy”. Adoraba esa canción, la hacía relajar. Era un tema muy bueno y la hermosa voz de Steven Tyler la ayudaba a ausentarse de la maldita realidad que la rodeaba. Tarareo en su mente la canción, mientras recorría con la vista todo el campus.

“Nada interesante” –Pensó.  Unos metros más adelante un grupo de muchachos hablaban y reían desinhibidos, palpó el terreno y volvió a pensar. “Nada interesante” –Hasta que desvió la vista al muchacho rubio de ojos avellana que la miraba sonriente y en ese instante Steven cantó “Crazy, crazy, crazy, for you baby “. Y definitivamente Carol quedó enloquecida por él. Le sostuvo la mirada mientras caminaba a la entrada y la sonrisa en su rostro se ensanchó, Carol permaneció inmutable, sabía que si daba una pequeña señal todo podría salir mal. Bajó la vista y se apresuró a subir los peldaños, uno, dos, tres y dejó de sentir la cruda mirada del muchachito.

“Caliente” –Realmente era la única palabra que podría describir a Nataniel Hits. El quarterback del equipo de futbol. Un rubio despampanante, alto y atlético, era el más joven del equipo pero no menos talentoso. Aunque todavía le faltaba un años para graduarse, era el mejor de la escuela en la cancha.

Carol hizo resonar sus Vans por el lustroso piso de la escuela y buscó la oficina del director. Pero sin éxito, tuvo que detenerse varias veces para volver sobre sus pasos y tomar otro pasillo. Resopló cansada y por décima vez pensó en preguntar a alguien, pero eso estropearía sus planes de pasar desapercibida. Aunque caminando como una idiota con su mochila cargada de libros y su mejor cara de frustración, tampoco era una buena opción.

El pasillo estaba atestado de personas, pero ella buscaba una que sea tal perdedora como ella. Que no tuviera noción alguna de la vida en preparatoria y que se encontrara tan perdida como lo estaba ella. Rebuscó con la mirada varias veces, barrió el pasillo con los ojos, pero nada. Cuando se resignó y estaba por dirigirse a un muchacho con gafas, vio a una pequeña rubia de ojos azules.

“Preciosa” –Pensó Carol. Sin pensarlo dos veces caminó hacia ella y forzó la mejor sonrisa.  Se aclaró la garganta y la blonda se giró hacia ella.

-Hola, me llamo Carol y no puedo encontrar la dirección… quería saber si podrías, tal vez, ayudarme. –La voz le falló varias veces, se notaba su nerviosismo a leguas, pero aun así mantuvo su sonrisa tensa.

-¡Hola! ¿Eres nueva? – Carol asintió y elevó los hombros resignada.

“Genial, presentaciones”.  –Odiaba presentarse, odiaba que la gente intentara ser amable con ella y que después de unos meses de clases le clavaran un puñal por la espalda. Traicioneros. Pero en los ojos de aquella bonita chica, no vio sentimientos encontrados, simplemente era… simpática. O excesivamente efusiva.

-Por supuesto que lo eres. Que tonta Loire. –Se dijo a sí misma.

“Otro punto a su favor. Habla en tercera persona y se regaña a sí misma. ¡Dios! Viento en popa”. –

Ni siete lágrimas. F.A.B AgustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora