Una densa niebla cubre la ciudad desde hace dos días, la temperatura ha descendido en picado respecto a la semana pasada, es como si el clima supiera que algo malo está a punto de pasar.
Quedan pocas horas para la noche más tenebrosa del año, la noche de Halloween y muchos locales están acabando los preparativos para este espeluznante evento.
Nadie sabe que algo horrible está a punto de suceder, algo que no olvidarán con facilidad.
Un local lleno de adolescentes medio borrachos con disfraces que apenas asustan, en lo último que se iban a fijar es en una chica bajita, morena y llena de arañazos que busca desesperada entre la multitud. Nadie se fija en lo rápido que se mueve ni en que sus pies apenas tocan el suelo.
De repente se escucha un fuerte pitido en el mismo momento que dan las tres, la chica se asusta y desaparece. Es entonces cuando todo sucede, el pitido se va haciendo cada vez más fuerte y pasa a ser un grito.
El ruido no parece procede de ninguna parte y a la vez sale de todos lados.
Las luces se apagan y cesa la música. Los adolescentes se quejan y miran aturdidos a todos lados. Un chico que apenas lleva la cara pintada sale corriendo en dirección a la puerta e intenta abrirla, pero está cerrada.
Se enciende una luz roja que procede de las paredes. Lo único que se puede ver son las caras de terror de los allí presentes. De golpe empieza a hacer mucho frío y las luces vuelven a apagarse.
Un grito rompe el silencio, pero no es un solo grito, sino el conjunto de todos los gritos de esas pobres almas. Después, solo hay silencio.
Por la mañana el local está rodead de policías y en sus caras se refleja el horror que acaban de presenciar. No solo estaban todos muertos sino que todos sus miembros habían sido arrancados de sus cuerpos, y según el forense, todavía estaban vivos cuando eso sucedió. El único cuerpo entero es el de una joven de pelo oscuro, que lleva escrito en la espalda con grandes letras de sangre: "Si no dejáis dormir a los muertos, no habrá ángel de la guarda que os proteja".
