Monster

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¿Si me miro al espejo realmente podré encontrarme? ¿Mis ojos seguirán siendo cafés y no dorados? ¿Mi cabello será blanco y no negro? ¿Mi nombre seguirá siendo Allen? Dicen que a veces se lleva una vida enterar saber quién eres pero creo que eso no es suficiente para mí.

El sol de la mañana amenazaba con entrar sin importar que las densas ventanas de la habitación del motel estuviesen cerradas y el normalmente tranquilizador cantar de los pájaros ahora sonaba como molestos cantos de demonios a mis oídos, supongo que el que tuviera una fuerte resaca no me ayudaba a percibir lo bonito del mundo. No, no era la resaca, era la inmensa oscuridad que crecía dentro de mí.

Me levante con pensar apartando las ya desordenadas blancas sabanas y me senté en la orilla de la cama para ver a la nada. Sentía como delgados mechones de cabello ocultaban mi vista pero aun así realmente no me importaba, si me quedaba de esa manera por siempre no me importaba ya que por lo menos sabía que aún era yo. Instintivamente gire mi rostro hacia el gran espejo a un lado de la habitación, en este se veía un chico cansado con gigantes ojeras oscuras contrastando su rostro pálido, cabello desordenado como si cada hebra quisiera escapar, labios quebrados en una expresión de tristeza y su torso desnudo hacia ver dos cosas; la primera: El chico no había comido bien desde hacía varios meses. La segunda: llevaba una gran carga, no física sino emocional, sobre sus menudos hombros.

Tarde varios segundos en darme cuenta que aquel fantasma en vida era yo mismo y de inmediato sentí lastima y nostalgia por quien fui, aquel chico alegre que jamás se rendiría, y que probablemente jamás volverá.

Los labios del muchacho en el espejo empezaron a temblar pero antes de que algo más pasara una mano salió del océano blanco que era la cama para tomar su brazo con fuerza y el hecho de que sentí ese mismo contacto en mi propio brazo me hizo salir de mi ensoñación deprimente, trayéndome a la realidad y desviando mis ojos del chico anima al semi-dios de cabellos oscuros con ojos amenazadoramente atractivos que estaba a mi lado.

-Kanda...- Susurre y todos los recuerdos de la apasionada noche anterior me golpearon con fuerza, haciendo que mi cabeza empezara a retumbar como si estuviese a punto de explotar.

-Otra vez estar pensado idioteces- Me reclamó él en una voz demasiado alta en mi percepción. De inmediato quite mi mano de su agarre y me la lleve a la cabeza, cerré los ojos esperando que la presión en mi cráneo disminuyera aunque esta parecía solo aumentar.

-Ahora no por favor- Mis palabras solo salieron de mi boca, no sé si sonó bien, alegre, triste o molesto pero supongo que por la mirada de mi compañero fue una combinación de las últimas dos.

-¿Cuándo podré verte mirarte a ti mismo sin que pareciera que lloraras o te lanzaras de una ventana?- El parecía hablar desde su frustración para conmigo, sabía perfectamente que estaba más preocupado por mí que enojado pero sus palabras sonaron como cuchillos a mi alma ¿de verdad creía que así iba a ayudarme?

(Nada puede ayudarte, Allen)

-¡Basta!- Me levanté de la cama de golpe, sentía que si no lo hacía iba a ahogarme allí mismo -¿Tienes idea de lo que pasa por mi cabeza? Dices amarme pero no sabes quién soy, ni siquiera yo sé quién soy ¿Cómo podrías entender eso? ¡Eres perfecto!-

Un silencio incomodo se formó entre los dos, sabía que no debí de decir lo último, si algo me había unido a Kanda este último tiempo era que en él existía una pequeña posibilidad que pudiera comprender mi confusión. Él podría ser fuerte, valiente, alguien que apenas demuestra sentimientos pero yo sabía que por dentro él tampoco tenía una idea clara de quien era ahora o si, incluso, debería de estar vivo.

Pensar en ello, en todo lo que había pasado mi compañero y verle tratando de ayudarme mientras que yo mismo me dejaba caer, lejos de hacerme sentir mejor y más fuerte, de hacerme sentir que debía de seguir sus pasos, solo hizo el vacío en mi pecho más profundo.

No respiro

Kanda se levantó de la cama, se colocó los pantalones negros que casi siempre llevaba y se acercó a mí cuidadosamente, como si yo fuera un animal que no quisiera espantar. El mirarlo se me hizo eterno, su cuerpo bien formado, las cicatrices casi invisibles de batallas recientes, su cabello desordenado cayendo hasta su cintura, todo él era lo que me mantenía de pie como el barco que protege a un marinero en sus aventuras por un furioso océano pero, de esa misma manera, temía de hundirlo conmigo.

Sus manos finalmente tocaron mi piel, formando electricidad por donde sus dedos pasaban y nuevamente sentí ese ardor en las mejillas; maldita sea ¿porque tenía que ser yo quien se mostraba tan fácilmente ante un simple toque?

-Si pudieras verte como yo te miro-

Subí la cabeza para encontrarme con su mirada, era esa que daba en casos tan poco comunes, en ella demostraba todo lo que pensaba y el solo verla me pareció abrumador pero no pude apartarme. Pude ver en él sinceridad, amor, deseo pero también tristeza, preocupación y la más molesta de todas, lastima. Fruncí el ceño pero antes de poder hablar el continuó con sus palabras.

-Te sacrificas por todos, tratas de salvarnos una y otra vez sin importar nada, eres valiente, comprensivo, iluminas la vida de quienes te conocen al punto de que hasta un extraño llega a querer sacrificarse para hacerte feliz- En este punto él se pauso, frunció su propio ceño, sabía que las últimas palabras que había dicho le hacían enojar de celos pero se contenía para poder tranquilizarme; Respiró profundo y suspiró –Sin ti yo no hubiera continuado con vida y luchando día a día, tu eres la razón por la cual existen en mi todas esas cosas que admiras y si soy fuerte es para ayudarte a llevar tu carga. Tal vez nuestras historias jamás sean las mismas, lo mío es el pasado y lo tuyo el presente, sin embargo –El tomo mi mejilla y yo sentí mi rostro calentarse al tiempo que mi cabeza empezaba a palpitar al mismo ritmo acelerado de mi corazón- No puedo luchar por ti si tú mismo te dejar vencer, ese maldito ser que escuchas en tu mente no puede ganarte, no puedes dejar que lo haga. El mundo merece que te quedes en él, yo no viviré en un mundo donde tú no existas, eso puedes escribirlo-

Perdí el aliento por sus palabras y quise, de verdad quise decirle que lo haría, decirle que lucharía y ganaría por él, que nuestro final sería feliz pero ¿Qué final va de la mano con la felicidad?

Me acerque a él y me acurruque a su cuerpo, apoyando mi cabeza en su hombro de manera que mi nariz pudiera absorber todo su olor y le abrace tan fuerte que creí que mis brazos se romperían alrededor de sus músculos

No puedes estar con él, lo vas a destruir.

Mi cabeza palpitaba aún más rápido y mi cuerpo estaba empezando a sentirse débil. Cerré los ojos como en un intento estúpido por no desmayarme y hacer que el momento durara un poco más.

Tienes miedo y por eso quieres llevarlo contigo.

Luchaba por no perder la conciencia por miedo a que Neah tomara mi lugar e hiciera daño. Ese solo pensamiento hacia que mi pecho doliera como si me estuvieran apuñalando el corazón pero en algún momento mientras vagaba entre mis malos pensamientos los labios de Kanda encontraron los míos y me besaron de manera deseosa, con cuidado como si quiera fusionarse a mí para no romperme.

Destrúyelo

El dolor de cabeza parecía bajar de intensidad y a pesar de que mi corazón seguía acelerado por el tacto pude encontrar placer en medio de tanta oscuridad. Me aferré al cuerpo de Kanda y él al mío y sin despegar nuestros labios iniciamos de nuevo el camino hacia la cama. Si había alguien en el mundo que pudiera hacerme bien era él, si había alguien por quien quería intentar vivir era él, no quería dejarlo ir aunque eso nos matara a ambos.

Al final somos iguales

Kanda es el único barco que llevaría conmigo hasta las profundidades del océano.

Tú también eres un monstruo.

Stupid Love Notes by Yen21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora