Capítulo 2: "La 808"

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Recorrió más de cien mil kilómetros en su vieja Chevrolet doble cabina que su viejo le regalo a los 16 cuando intentaba conquistar a la vecina del otro predio. "Hombre con camioneta, hombre que se respeta" recordó al escuchar las voces de country que sacudían el radio.

"La historia de mi vida..." tarareo, "bajando, bajando por los zapatos, por las pieles y un llanto". La noche comenzó a caer por los horizonte polvorientos del desierto y desde lo lejos diviso lo que parecía una estancia para reposar su aplastado trasero por un asiento durísimo. Elías Abreto, hombre de 50 años, barriga y aspecto campesino bajo de su camioneta celeste y se dirigió directo a la entrada reluciendo sus botas vaqueras limpiadas por la grasa de los caballos que mataban en la estancias.

- Buenas noches- dijo levantándose el sombrero- quisiera una habitación

- Supongo que es del sur- señalo la mujer de mediana edad que atendía el mesón- le diré algo, no queremos problemas, unos hombres del norte llegaron hace un par de minutos y están en el bar, así que....

- Cálmese señorita- interrumpió escupiendo- soy la criatura de Dios más honesta y humilde que puede existir, esas bestias no son de mi interés solo quiero una habitación para reposar mis viejos huesos ¿sería posible una llave y quizás una buena ducha?

- La 808, la única que me queda – lanzó la llave sobre el mesón- esta noche serviremos sopa de buey y cantara Lucia Martínez en el country fest.

- Como todos los años- musito recogiendo la llave- no se preocupe que el bar no será muy transitado por este hombre.

Subió las crujidas escaleras y atravesó el tenebroso y angosto pasillo, donde la puerta de aquella habitación asignada lucia desdeñada y fuera de sitio, quizás por las patadas del tiempo. Elías solo deseaba descansar, no existía pecado en tal pedido humano, así que al entrar en el cuarto lanzó su chaqueta al sillón y su cuerpo cayó como un saco de papas sobre la cama que rechinaba al moverse de un lugar a otro.

"sacarme, una bota y luego otra" reclamo cerrando los ojos "mejor me duermo y dejo que los huesos se compongan, mañana la ruta es dura" Añadió un suspiro a su queja y antes de por fin lograr acomodarse, digo gracias a la buena cama que le toco.

Soñó tantas estupideces juntas, que despertó asustado. Elías sudaba como jamás antes lo había hecho y se levantó presuroso a lavar su cara. Había rememorado parte del sueño, donde un pedazo de cara se le caía y termina vistiendo como una niña quemada de pies a cabeza.

"Dios, ¿Cómo tanta mierda en la cabeza?" sonrió al revisar su rostro en perfecto estado. Miro su reloj y se percató que la hora no había avanzado nada, que llego a las ocho de la noche y recién eran las ocho con un minuto. "¿Pero que reflautas está pasando aquí?" dijo golpeando el pequeño vidrio protector del reloj "Pila del demonio" recalco sacándolo de su muñeca "mañana a primera hora te llevare para que te cambien la batería mi muchacho"

Dejo sobre la mesita su preciado tesoro y bajo a la hora feliz del bar. Las melodías del country sonaban más tristes que de costumbre y se asustó al ver a tantas personas llorando en un rincón. Tomo asiento en la barra y pidió al cantinero el vaso del mejor wisky de la casa, más el hombre pareció no oírle.

- Mi amigo, quiero un wisky doble, ya sabe de esos que levantan muertos- sonrió.

- Creo que ha venido a la cantina indicada- volteo mostrando un rostro desfigurado.

- ¡¿pero qué?!- grito levantándose asustado

- No se precipite amigo- sonrió mostrando la dentadura amarillenta- nos cuesta aceptar el estado.

Desorientado Elías quiso volver a su cuarto, pero las cosas se pusieron algo complejas a medida que subía los escalos. Peldaño a peldaño, una cuesta interminable de bultos de carne que se despojaban de sus huesos adoloridos y poco a poco su cabeza caía casi inconsciente sobre los pies agusanados.

"Por qué...por qué está pasando esto" se cuestionaba "será el tiempo, mi viejo, una razón que no vi...pesado, me siento pesado y me estoy pudriendo...solo es un sueño" cayo de bruces sobre el pasillo de madera que ya no lucia tan lindo ni perfecto, apenas si reconocía el lugar y su habitación, aún tenía la misma fea puerta que abrió al comienzo. Se arrastró con el dolor a cuesta, podía sentir como la piel podrida y la carne muerta se pegaba en el piso a cada estiramiento que realizaba por llegar, lloraba, gritaba y seguía como podía, no había tiempo que perder, al llegar a la perilla le giró bruscamente y abrió la puerta casi a golpes. Al ver como todo dentro de la habitación estaba intacto, cerró los ojos y al abrirlos nuevamente se vio acostado sobre la cama, sudando y tiritando de miedo.

"¡No me quedare en esta putada!" grito enfadado, tomos sus cosas y se marchó. Elías antes de tirar la llave sobre el mesón miro a su alrededor y se percató que todo estaba tal cual lo recordaba al llegar, con la misma mujer de mediana edad y la misma expresión facial de desgano.

- Su habitación está mal- lanzo la llave- nadie dormirá ahí jamás.

- Como diga...todos rechazan la habitación apenas entran.

- ¡pero que estupidez me está diciendo, pase horas en encerrado y....

- ...- la mujer interrumpió señalando el reloj colgado a la pared- ...usted estuvo no más de 5 minutos, de igual manera debe pagar la estadía completa, políticas de la hostal.

- ¿me está escuchando?- rezongo el hombre- le digo que algo pasa en este lugar, en esa habitación ¡puede hacer algo!

- Claro, puedo pedirle que firme este papel y me dé lo que debe.

- ¡¡¡NO!!! ¡usted no entiende yo....

Dolor en el pecho, brazos, cuello y hasta dientes se tensaron, podía sentir casi como si una banda elástica presionara fuerte mente su pecho y su corazón se disparara por la boca. Elías cayó al suelo y entre alucinaciones pudo ver como el cantinero repetía una y otra vez "No se precipite amigo, nos cuesta aceptar el estado".

Esa era su razón, Elías, moribundo repetía sin cesar "no, me resistiré, no lo veré, la habitación...la 808...yo"

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