Tras los sucesos ocurridos aquella noche en el puerto y luego de que Diego rescatase a Perla de esa intrincada situación, Babi castigaría a su hija por haberse escapado de su casa sin avisar. Durante los días siguientes, Perla no podía salir a ver a sus amigas, ni podía recibirlas en la casa, ya que Babi se había vuelto una completa carcelera en ese sentido. Los días pasaban y la poca libertad que tenía la joven, era cuando se la pasaba de su casa a la escuela y de la escuela a su casa. Valeria se sentía muy preocupada por la situación, ya que entendía que por su culpa, Perla estaba encerrada como si hubiese cometido algún crimen. Ni siquiera Gustavo, el padre de Perla, podía interceder ante Babi para que afloje en su actitud.
Así estuvo Perla durante un mes. Encerrada en su casa y alejada de todo el mundo exterior, por causa del castigo de su madre. Pero sin embargo, lo que aun le seguía haciendo ruido en la cabeza, era Diego. Su actitud, su valentía, su generosidad curandole las heridas y hasta su porte físico, comenzaban a hacer mella en las barreras emocionales que le puso al primo de su amiga. Aquel beso que le diera frente a Gin, si bien fue una jugada para salvar su pellejo, provocó en ella una sensación extraña. Poco a poco, comenzaba a sentirse atraída por ese joven que alguna vez supiera hacerle la vida imposible. Todos los días que iba al colegio, intentaba ingresar antes, sin aguardar la llegada de su amiga Valeria, debido a que no quería dar muestras de sus sentimientos hacia Diego. No quería admitirlo, pero se estaba enamorando.
Pasó un mes desde los sucesos del puerto y entre escondidas y recelos con su madre, Perla pasó sus días encerrada. Fue así, que esa última noche de ese mes, comenzaría a pensar muy seriamente en lo que quería y que estaba dispuesta a hacer por hacer concreto a ese amor.
A la mañana siguiente, Perla asistió como todos los días al colegio y al llegar se encontró con una grata sorpresa: Valentina había vuelto a clases.
- ¡Amiga! ¡Qué gusto me da el volver a verte!
- A mi también, gracias por estar conmigo en todo momento. Cuéntame ¿Qué pasó en todo este tiempo?
Perla comenzó a relatarle a su amiga todas las alternativas que se sucedieron durante su internación: Desde el confuso episodio con Valeria en el pasillo del colegio, hasta la pelea en el puerto, donde Perla vengaría el honor de Valentina, batiéndose en un duelo personal con Nina.
- ¡Wow! ¿De todo eso me perdí? – preguntó Valentina.
- Y no solo eso… ¿A que no sabes quien quedó haciendo guardia al lado tuyo? – dijo Perla sonriendo.
- Pues si no me lo dices, no lo sé.
- ¿Adivina quién pudo ser?
- ¿Acaso me quieres decir que…? ¡No! ¡No es cierto! Perla por favor no juegues con mi salud, que recién me reincorporo y no quiero morir infartada… ¿Era él?
Perla asintió con la cabeza
- ¡No lo puedo creer! ¡Me lo dices y no lo puedo creer! ¿Mi amado Andrés estuvo todo el tiempo conmigo?
- Sí. Y no se quería ir en ningún momento.
- ¡Ay Dios, me muero! ¿Y cómo es que en ningún momento ingresó a mi habitación?
- Siempre se mantuvo fuera de ella, porque tenía miedo a que lo rechaces. ¿Recuerdas esa vez que fuimos con Valeria a verte? Pues estuvo despierto desde la noche anterior.
- Pobre, ¿Y tú no le has dicho nada de lo que yo siento?
- Valentina, esas cosas se deben decir entre ustedes. Yo lo que podría llegar a hacer es concretar un encuentro. El resto ya corre por su cuenta, ¿no lo crees?