Los días pasaron y las vidas de todos comenzaron a ser felices. Horacio y Valeria seguían de novios, Andrés y Valentina finalmente fueron a vivir juntos, Alex y Daniela quedaron viviendo en la casa de ella, mientras que el departamento de él fue heredado por Diego, quien se quedaría a vivir allí junto a Perla, mientras que Katina y Luque iniciarían una serie de viajes por Europa, visitando diferentes sitios, donde vivirían su amor como la primera vez. Por otro lado, Bosco y Canela cambiarían de casa, yendo a vivir a una casa más amplia para el pequeño Martín, mientras que Romeo, el fiel servidor de Hugo, conseguiría finalmente su objetivo y volvería a enamorar a Carlina, la secretaria de Babi.
Pero lo que finalmente se gestó y terminó por concretarse, fue el gran anhelo de Hugo y Babi. Un mes después del casamiento de sus hijos, finalmente decidirían unirse en sagrado matrimonio.
Esa tarde, Hugo tendría una conversación previa con su hijo Diego.
- Papá, realmente no puedo creer que finalmente te hayas decidido por rehacer tu vida. Realmente estoy muy orgulloso de ti. Eres un grande.
- ¿Y tú? ¿No crees que también seas un grande? Eres la satisfacción más grande que he tenido en mi vida. Y eres el principal motivo de mi orgullo Diego. Y a Dios agradezco de haberte tenido. A ti y a Horacio. – respondió Hugo.
Tras esta conversación, ambos se prepararon y fueron hasta la iglesia, donde debía realizarse la boda. Familiares y amigos de Hugo fueron a participar del acontecimiento.
Antes de iniciar la ceremonia, Hugo recibió a su padre, quien traía consigo a su nueva compañera.
- Perdón señora… ¿Nos conocemos de algún lado? – dijo Hugo al resultarle conocida la novia de su padre.
- Puede ser. ¿Alguna vez viajamos juntos en avión? – preguntó la señora.
Así Hugo se dio cuenta de que la nueva novia de su padre, era una señora que él había conocido hace casi 23 años atrás, mientras retornaba de Londres hacia Barcelona. En aquel encuentro, Hugo le contaría todo acerca de Babi, por lo que ella lo despediría diciéndole "No hay derecho. Exijo un final feliz". Hugo tomó sus manos y la saludó.
- Finalmente me has cumplido chaval. Finalmente le has dado a tu historia un final feliz – dijo la señora. – Me llamo Felicia. Y me enorgullecerá mucho, ser tu madrastra.
Tras la muerte de Rebeca, su esposa, Don Alejandro comenzó a asistir a sesiones de psicoterapia para poder superar el dolor que le generaba su ausencia. Finalmente, terminaría conociendo a Felicia su terapeuta, una mujer casi de su edad que nunca tuvo hijos y que las casualidades del destino, la llevaron a cruzarse con Don Alejandro, unos meses después de haber compartido un viaje de regreso a Barcelona con su hijo, Hugo. Tras dos años de terapia, la relación entre Felicia y Alejandro siguió dentro de los parámetros doctora-paciente, asistiendo él a sesiones por lo menos una vez al año, hasta que finalmente se terminarían enamorando. Solo que para llegar al amor pasó demasiado tiempo, hasta que por fin decidieran revelar sus verdaderos sentimientos.
Por otra parte, antes de iniciarse la boda, Babi tendría una charla con su hijo Horacio, antes de partir a la iglesia.
- Mamita, me pone muy feliz que hayas decidido darte una nueva oportunidad - dijo Horacio.
- Gracias hijo. Realmente fue la oportunidad que tanto tiempo esperaba. - respondió Babi.
- Sabes... A pesar de todos los malos momentos que hemos vivido en los últimos meses... Quiero agradecerte por todo madre.
- ¿Agradecerme? - preguntó Babi con una sonrisa.
- Sí. Sin saberlo, a pesar de todo lo malo que vivimos, has sabido darme muchas cosas. Me has dado una nueva vida. Me has dado un nuevo padre. Y hasta me vas a dar un nuevo hermanito. Sin lugar a dudas vas a darme una nueva familia. Pero lo que nunca va a cambiar... Es que siempre Perla será mi pequeña princesa y tú, mi Reina Madre. Gracias por esta nueva vida, mamá - agradeció Horacio.