05 - Como acabar con el atraso y salir de la pobreza

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I – El problema:


El otro día tuve que sacar una fotocopia de mi cartera conducción para apelar a una multa de tránsito. Fui a la papelería, cerca de casa, y enfrenté una pequeña cola. Frente a mí, un sujeto, que aparentemente tenía cinco años menos que yo, me dio conversación.


Era un indiano que hablaba muy mal el español. No suelo dar atención a personas con charlas sin importancia, pero vi que el extranjero tenía contenido. Como considero curioso la historia de las religiones orientales y la cultura diferente del sistema de castas, empecé preguntándole sobre el hinduismo. Y me respondía solícitamente con largos discursos y una sonrisa irradiante en el rostro.


Enseguida, descubrí que él tenía la misma formación académica que yo. Cursó economía en Londres. El tema fue de la teología a la política monetaria, sin embargo, sin demora y como siempre, versó sobre un tema universal.


¿Fútbol? Uuuuuyyyyy... se equivocó, amigo. Es casi eso, pero no es...


Parafraseando una letra de música de mi autoría (propaganda engañosa de este cara dura): "(...) sobre todo lo que pasó / Mi equipo nunca anotó un gol / No tengo equipo ni parasol / Odio crímenes y balón (...)".


Listo, lo asumí– corriendo el riesgo de ser impopular – pues el fútbol no es mi playa. Entonces, ¿cuál era el asunto?!Qué mierda! Di algo, Marcelo! Desembucha!


¿Qué es casi fútbol? Simple: mujer.


El conterráneo de Mahatma Gandhi inició narrativas acerca de sus peripecias como Don Juan. Me dijo que nunca salía con amigos para sentirse más libre para flirtear con las mujeres y no tener el trabajo de buscarlas acompañado de amigos. Resaltó que – según él – la presencia de más de un hombre frente a una mujer podía confundirla. Entonces, simplemente, dispensaba la compañía de otro macho y así garantizaba la hora de partir para el ataque y divertirse con la próxima fémina.


Hasta ese momento, yo estaba aprendiendo un poco más con relación al complejo universo femenino, sin embargo, ya estaba empezando a irritarme con aquella prosa.


Sabe... nunca fui "aquel hombre". Tengo cara de nerd y, así como Dylan Baker, uso lentes... lentes...


Disculpa inconsistente de quien batalla para caramba con el propósito de alcanzar – una media – al finalizar el trimestre, un saldo de apenas unas cuatro vaginas consumadas.


Tanto sacrificio para, finalmente, conmemorar: "CONSUMMATUM EST!".


Y, con mucha suerte, a veces poder gritar: "CONSUMMATUM EST OEST!".


Chiste seudointelectual que sólo los lectores que conocen un poco de latín o de la biblia van a entender. O Google está ahí. Busca, mi hermano.


Al inicio, me mostré como si fuera un cogedor, pero enseguida, sudé frío y mi sonrisa amarilla acabó denunciando que no pasaba de un calabacín.

El golpe que tomé en mis pelotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora