Cap 2. Reunion
Edward POV
- Oye Edward, que te ha parecido la nueva interna? - me miró feliz y curioso. - Ha estado nerviosa?
Yo no queria pensar en eso. Era lo mas frustrante que habia echo en mi vida. En el tiempo que estuve en esa pequeña habitacion escuchando cada palabra que decia la chica, me parecia mas interesante. En su forma de pensar me di cuenta que no era como las demas, era extraña.
- No lo se. - dije cabreado
- Que? - me miro atonito. - Como?
- Y yo que se, es irritante. No puedo leerle la mente... - se dio cuenta que no queria hablar por el tono demasiado borde que estaba utilizando.
- Tranquilo hijo, talvez necesites escuchar su voz para que te sea más facil, - de pronto dijo esperanzado. - Mañana hay una excursion a un laboratorio para los internos, puedes presentarte candidato para guiarlos. Ya sabes, estar con Bella.
- Por Dios, Papá! No mandes esas indirectas! Que te puedo leer el pensamiento!
- Ups,, lo siento.
- Da igual.. - caminé a paso firme por la mansión hacia mi habitación.
Era cierto que los vampiros no podemos dormir, pero entramos en un estado en el que pensamos de todo pero no nos enteramos de nada. Puse mi reloj a las siete y me tumbé en mi sofá.
Pi-pi, Pi-pi. sonó el despertador. Aunque no pudiera dormir, ese sonido me era tan irritante que como para un humano. Me puse un pantalón negro y una camiseta igual, una chaqueta gris y mis zapatillas nike.
Fui el primero en salir ya que tenia que recoger a las chicas, vaya pesadilla de dia. Si no fuera porque iba Bella y no tendria que aguantar horas ahí sentado no pasaria una hora entera junto a esas tipas con hormonas.
Me monté en mi coche y conducí hasta allí. Recordé mi primer año cuando me tocó ir al laboratorio. Lo que hacen es explicar como va todo lo del busca y que hacer en caso de emergencia. Nos dan una placa con nuestro nombre y poco más.
Al llegar no me sorprendió mucho el panorama. Muchisimas chicas mirandose en unos mini espejitos para retocarse el maquillaje, lo mas gracioso es cuando llueve. Segun lo que chillaban sus mentes, alguien habia chibateado ya que yo las llevaria al laboratorio.
Entre esa marea de cotilleos y chicas gritonas consegi ver a una mujercita bajita, delgada e indefensa. A diferencia de todas esas chicas era la unica que no iba maquillada, sino que llevaba un libro en sus manos.
- Hola Rachel, dame la lista de nombres.
- Claro, - se giró y buscó en una pila de papeles. - Aqui tienes.
Volví a salir al porche, donde por suerte no habia empezado a llover.
- Jessica Stanley, Mike Newton, Stefany Walker, Tanya Smith, - cada vez que decia un nombre estas entraban en el autobus. - Isabella Swan...
- Bella. - susurro muy bajito mirando hacia el suelo cuando pasó a mi lado. Una sonrisa curvó mis labios.
Era una chica tan inocente... Pero no podia pensar ahora mismo en eso, me monté en el autobus y espere a que todo pasara.
Bella POV
Ya ibamos en autobus de camino al laboratorio donde nos explicarian como va todo. Por suerte de las chicas, los cotilleos eran ciertos, nos acompañó el hijo del doctor Cullen. A mi lado se encontraba mi amigo Mike que muy amablemente se puso voluntario para acompañarme. En todo el viaje quedé anonadada con esos grandes y preciosos bosques verdes. Era maravilloso.
Bajamos del autobus delante de un instituto de Forks, por lo que pensé, el unico. Andando por los pasillos se escuchaban los gritos de aquellos adolescentes. No pude reprimir esos tan malos recuerdos de mis tiempos en el instituto de Phoenix en el que no tenia ni una misera amiga. Hasta que llegué a Forks y conocí a un grupo fantastico. Esos gritos, la verdad, me parecian acogedores. Pues si yo, a esta edad, me sentaba en un pupitre, me tomarian por una alumna.
Me rezagué un poco en el grupo hasta quedarme la ultima, por lo que al entrar en el laboratorio todos los asientos estaban cogidos. Menos uno, el asiento contiguo al famoso hijo del Doctor Cullen.
Lo miré de forma furtiva mientras avanzaba por el pasillo para sentarme. Entonces, justo cuando yo pasaba, se puso rígido en la silla. Volvió a mirarme fijamente y nuestras miradas se encontraron. La expresión de su rostro era de lo más extraña, hostil, airada. Pasmada, aparté la vista y me sonrojé otra vez. Tropecé con un libro que había en el suelo y me tuve que aferrar al borde de una mesa. La chica que se sentaba allí soltó una risita.
Me había dado cuenta de que tenía los ojos negros, negros como carbón. Igual que su padre.
El doctor Banner me firmó el comprobante y me entregó una placa con mi nombre, ahorrándose toda esa tontería de la presentación. Supe que íbamos a caernos bien. Por supuesto, no le quedaba otro remedio que mandarme a la única silla vacante en el centro del aula. Mantuve la mirada fija en el suelo mientras iba a sentarme junto a él, ya que la hostilidad de su mirada aún me tenía aturdida.
No alcé la vista cuando deposité el busca sobre la mesa y me senté, pero lo vi cambiar de postura al mirar de reojo. Se inclinó en la dirección opuesta, sentándose al borde de la silla. Apartó el rostro como si algo apestara. Olí mi pelo con disimulo. Olía a fresas, el aroma de mi champú favorito. Me pareció un aroma bastante inocente. Dejé caer mi pelo sobre el hombro derecho para crear una pantalla oscura entre nosotros e intenté prestar atención a lo que estaban explicando.
Por desgracia, la reunion versó sobre toda las instrucciones para manejarse en un hospital, algo que ya sabia porque habia echo practicas en unas clinicas. De todos modos, tomé apuntes con cuidado, sin apartar la vista del cuaderno.
No me podía controlar y de vez en cuando echaba un vistazo través del pelo al extraño chico que tenía a mi lado. Éste no relajó aquella postura envarada -sentado al borde de la silla, lo más lejos posible de mí- durante toda la reunion. La mano izquierda, crispada en un puño, descansaba sobre el muslo. Se había arremangado la camisa hasta los codos. Debajo de su piel clara podía verle el antebrazo, sorprendentemente duro y musculoso. No era de complexión tan liviana como parecía al lado de su altisimo padre.
Continuó sentado, tan inmóvil que parecía no respirar.
¿Qué le pasaba? ¿Se comportaba de esa forma habitualmente? Cuestioné mi opinión sobre la acritud de Angela durante el almuerzo. Quizá no era tan resentida como había pensado.
No podía tener nada que ver conmigo. No me conocía de nada.
Me atreví a mirarle a hurtadillas una vez más y lo lamenté. Me estaba mirando otra vez con esos ojos negros suyos llenos de repugnancia. Mientras me apartaba de él, cruzó por mi mente una frase: «Si las miradas matasen...».
El timbre sonó en ese momento. Yo di un salto al oírlo y Edward Cullen abandonó su asiento. Se levantó con garbo de espaldas a mí -era mucho más alto de lo que pensaba- y cruzó la puerta del aula antes de que nadie se hubiera levantado de su silla.
Me quedé petrificada en la silla, contemplando con la mirada perdida cómo se iba. Era realmente mezquino. No había derecho. Empecé a recoger los bártulos muy despacio mientras intentaba reprimir la ira que me embargaba, con miedo a que se me llenaran los ojos de lágrimas. Solía llorar cuando me enfadaba, una costumbre humillante.
Me dirigí, sola denuevo, hacia el aparcamiento y nos montamos otra vez en el autobus. Todo el trayecto me quede pensando a que se debia el comportamiento de el chico Cullen. A diferencia de su padre, él no era tan agradable, amistoso y amable. Porque? Entonces cai en una gran pregunta.
Como podia tener el señor Cullen, al ser tan joven, un hijo tan mayor?
Perfecto, ya tenia tema para quedarme una hora más sin sueños en la cama. Y así fue.
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Todo es demasiado verde... (Edward y Bella)
VampirgeschichtenBella es, probablemente, una de las chicas mas inteligentes del planeta, pero al llegar a ese humilde hospital descubre que no todo es lo que crees tener en tu mente, por mas extraño que sea.