A quien amas, dale seguridad.

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Sin que tuviera que volvérselo a repetir, el castaño fue levantado con fuerza, haciendo que instintivamente rodeara la cadera del contrario con las piernas. No pararon de besarse, de saborear los labios del contrario, Ushijima caminaba a tientas hacia su habitación, alabando que sólo hubiera un piso en su casa.

Apenas la puerta de la habitación fue cerrada, el de cabello oscuro dejó al colocador sobre la cama, entre cuidadoso y apresurado, para así quitarle la camisa y seguir besándole. Oikawa ya se encontraba jadeando bastante entre besos, su mente se resistía a dejarse llevar, a dejar que Ushijima controlara la situación, y tomándole desprevenido, levantó la camisa del más alto para tocar la piel de su torso y sentirle completamente.

-Ey, Ushiwaka, tienes marcado el abdomen ¿eh? -dijo tratando de provocarle- quítatela también, no quiero ser el único.

Tumbado sobre la cama, Oikawa se deleitaba viendo descaradamente el torso del más alto, con un sonrojo cubriéndole el rostro.

Sin pensárselo dos veces, Ushijima atacó una vez más los hinchados labios del más bajo, acariciando su piel.

Parecía ansioso a ojos de Oikawa, lo que creía, no era ni la mitad de lo que realmente sentía el más alto. Ansias, necesidad, deseo, excitación, aunque también nervios, temor, inseguridad, sensaciones que le hacían retenerse casi en su totalidad de tomar al colocador de una vez por todas.

Las pieles de sus torsos se rozaban sin ningún impedimento, Ushijima podía sentir el ligero temblor del cuerpo del castaño, sus manos sosteniéndole por la espalda, acrecentando así la seguridad para tocarle.

Y es que lo que Tōru no sabía, era que el más alto ansiaba ese momento desde hacía mucho tiempo, que el As de Shiratorizawa había descubierto sus sentimientos mucho antes que él, que esa era una de las razones más significativas para tratar de convencerle de cambiarse a su propia escuela.

Oikawa sintió cómo sus piernas eran tomadas por la pantorrilla, siendo separadas muy ligeramente. Se había colocado nervioso, pero no le importó mucho en realidad, ni tampoco el sonido que hizo el cierre de su pantalón al ser abierto, ni el sentirse descubierto, quedando sólo en ropa interior frente al de cabello oscuro.

Lo único que llegó a tomar importancia en ese momento, fue que Ushijima tenía más ropa que él.

-No es justo.

-¿Qué?

-Tú también...

La cara de Wakatoshi era un poema, no parecía entender las indirectas del castaño, quien ni en sueños iba a decir aquello. Bueno, quizás no.

El más alto abrió los ojos por el repentino movimiento de Oikawa, quien se había acercado a desabrochar su pantalón.

-Quítatelo tú también. No quiero ser el único así.

Silencio. El más alto estaba algo confundido. O más bien, impactado por el atrevimiento de Oikawa, deseando tomar de nuevo esos labios.

Sus ojos estaban perdidos en los del otro, con miradas pícaras que expresaban más de lo que podían decir con palabras.

Sin decir nada, el de cabello oscuro se quitó aquella prenda, dejando ver sus calzoncillos con un bulto sobresaliente. Al verlo, Oikawa enrojeció de golpe, retrocediendo inconscientemente.

-Ya me arrepentí, eso no entra ni de broma.

La ternura embargó a Wakatoshi, haciendo que se le escapara una risa y se acercara a besar al castaño.

-No te burles- un puchero se asomó por sus labios infantilmente.

-Oikawa, eres hermoso.

-Lo sé -rió.

-Haré lo posible por no hacerte daño.

-Eso no me consuela... Pero confiaré en tí.

-Gracias.

Oikawa, ven a Shiratorizawa [UshiOi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora