Día de la madres parte 2

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Chloé y Adrien caminaban en silencio por las calles de París, la presencia de otro ser se había vuelto reconfortante para ambos, no necesitaban palabras ambos comprendían muy bien al otro. Quizás una pequeña ventaja de conocer a fondo la situación que les aquejaba.

Fue Adrien quien tras respirar profunda y pausadamente tomó la iniciativa de romper aquel mágico silencio.

-Gracias – soltó con una tenue sonrisa en sus labios.

-No es nada –respondió la rubia mirándolo de reojo.

-¿Que hay de ti?- interrogó el más alto fijando su vista en esta.

-¿Qué hay de mi? - aquella pregunta le tomó con la guardia baja, no se esperaba algún interés por parte del chico.

No porque Adrien fuese un insensible, más bien porque ella estaba consiente de lo mala que solía ser no solo con él sino con todo el que le rodeaba. Por eso jamás esperaba que nadie le tomase particular interés.

-¿Por qué te sorprendes tanto? - preguntó Adrien con una leve risa al ver el rostro de Chloé menearse entre la sorpresa e incertidumbre.

Eso era tan impropio de la hija del alcalde quien siempre parecía segura de sí, Adrien cubría su boca con la mano derecha tratando de disimular la sonrisa que esto le provocaba. Chloé casi parecía otra persona, seguramente más humana.

-¿Quién está sorprendido? Yo no lo estoy. - espeto recuperando su semblante altivo, acomodo su cabello ocultando el sonrojo que se dibujaba en su rostro.

Cualquier otro día habría saltado sobre su amigo a la menor muestra de interés, cosa que en aquel momento no le apetecía en nada. ¨Algo debe andar mal¨ pensó analizando aquel hecho.

-¿Chloé, te apetecería ir por un helado? - ofreció el rubio no muy seguro de sus palabras.

-S-si – contesto con los ojos abiertos de par en par por la invitación, eso era un sueño si un sueño muy extraño. ¿De qué otra manera estaría hablando con Adrien de aquella manera? No hablaban tan tranquilamente desde hacía muchos años.

Un grito de alarma sacó a la rubia de sus pensamientos, quien posó de inmediato su mirada en la del ojiverde expectante a la situación.

Quería pedirle que se quedase con ella, no deseaba estar sola en ese preciso momento. Algo de aquellos pensamientos debió estar impregnado en su mirada ya que el rubio titubeó unos segundos antes de reaccionar.

-Chloé debo ir, mi lady me necesita – afirmó decidido – Pero luego podemos encontrarnos para ese helado – Adrien le dedicó una sonrisa que le transmitió la tranquilidad que habían estado disfrutando instantes antes.

-No es necesario que regreses, estaré bien por mi cuenta. - respondió Chloé ya más con el garbo que le caracterizaba.

-Te buscaré en el hotel – fueron las últimas palabras que Adrien le dirigió mientras se alejaba en busca de un lugar para transformarse.



Chloe caminaba por el hotel, en espera de que los héroes terminaran con su trabajo del día, aquello se le hacía una espera eterna. Aún podía observar algunas familias felices celebrando, sin grandes ánimos se acomodó en uno de los mullido sofás que estaba cerca del restorán.

—Una cara larga no le queda bien a una joven tan... —el dueño de aquella voz hizo una pausa, rascando su barbilla buscaba la palabra adecuada para continuar su oración. — Vivas.

Los ojos celestes de Chloe se posaron en aquel pequeño anciano de camisa hawaiana, sus labios se contrajeron en una mueca, internamente se preparaba para soltar una de sus mordaces frases, o así habría sido si su mente no hubiese estado ocupada en otros asuntos.

— ¿Te molesta si tomo asiento?— se apresuró a inquirir el pequeño anciano señalando el asiento a su lado.

—Como si me importase. — respondió cortante.

Saco su celular navegando por la pantalla, aún no habían noticias de Adrien esperarlo sin poder hacer nada era frustrante.

—¿En espera de alguien especial? — habló nuevamente el anciano.

Chloe no respondió solo continuo en busca de alguna noticia en el Lady Blog.

—Vamos Adrien — susurro por lo bajo, ¿así sería su vida de ahora en adelante? Una constante espera cada vez que Adrien saliese a salvar el mundo. — No — negó para sí misma, de nuevo se quedaba atrás, justo cuando su vida parecía mejorar, un nuevo vacío se dibujaba frente a ella.

—Nunca estamos tan solos como parece solo debemos poner atención a los que nos rodean, seguro que alguien te estará acompañando en silencio.— dijo el anciano sacando a la rubia de su ensimismamiento.



Los ojos de Chloe giraron buscando a su acompañante pero este ya no se encontraba, en su lugar había una pequeña caja. La tomó con total cuidado, buscando al anciano por todos lados, parecía haber desaparecido por completo.

—¿Estás seguro? — preguntaba el pequeño kwami tortuga.

—Completamente. — afirmo sin dudar.

—¿Pero tu sabes quien es ella? — el pequeño kwami a diferencia de su compañero parecía no estar muy seguro de aquella decisión. — ¿Las cosas que hace...?

— Al igual que un diamante, el corazón de algunas personas necesita ayuda para brillar.- el maestros se mostraba muy confiado en su decisión.

Aun con algo de temor, al kwami no le quedo otra mas que aceptar la decisión de este.

Chloe examinaba aquella extraña caja, no parecía tener mayor valor monetario. Seguro solo era una baratija comprada en un mercadillo callejero.

La atención puesta en el objeto, se vio interrumpida ante la silueta de los héroes que pasaban por fuera del hotel.




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Después de mucho perdida regreso XDD, bueno lo siento: la verdad no tenia pensado el perderme tanto.

No lo habría hecho, si la frase correcta hubiese llegado, aun pienso que esa de los diamantes no es la indicada; pero es lo más cercano.

Dejare esto hasta aquí para no alargarme más, además publicaré una pequeña nota sobre mi punto de vista sobre que Chloe sea Queen bee en mi espacio del violín bastardo :V , eso solo por si alguien quiere pasarse.

Recuerden los amodoro, tratare de actualizar rápido. 

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