Día de las madres parte 1.

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El día parecía un domingo como cualquier otro, el sol brillaba en lo alto acariciando la piel de la joven rubia quien se disponía a salir del hotel.

Camino hasta el ascensor presionando el botón para que este bajase al lobby del hotel, grande fue su sorpresa al ver aquel lugar atestado por flores y familias que entraban al lugar dirigiéndose a la zona del restaurante.

Tan ocupada había estado su mente en como recuperar a Adrien, que olvidó por completo qué fecha era; negó con su cabeza ahogando un jadeo por que tenia que ser esa precisa fecha, ¿Acaso al universo le gustaba jugarle en contra?.

-¡Feliz día de las madres! - resonó el grito de un pequeño animado quien abrazaba a su madre.

Con algo de esfuerzo Chloé se recompuso saliendo del lugar, sacó su teléfono marcando rápidamente el número de la pelinaranja. Su amiga/esclava personal no tardó mucho en contestar algo agitada, seguramente por el susto que se había llevado, al recibir su llamada.

-Chl-Chloé - tartamudeo un poco la más baja.

-Sabrina, no tengo tiempo para tus tonterías – hablaba con su típica expresión altiva mientras examinaba las uñas de su mano libre. - necesito que vengas de inmediato.

-L-lo lamento Chloé, no puedo ir en este preciso momento. - se excusaba la de las gafas contrayendo un poco su cuerpo, sabía lo poco paciente que podía ser su ¨amiga¨.

-¡¿Que?! - exclamó molesta, su expresión se recompuso en una totalmente furia. Golpeando el suelo con su pie denotando su ira.

-Lo siento, pero ahora mismo estoy con mis padres. Ya sabes por el día de la madre. - abrina cerró sus ojos esperando el siguiente estallido de rabia de la rubia, aunque este jamás llegó.

-¿Sabrina está todo bien hija? - se escuchó a la interrogante madre, quien observaba a su hija con preocupación.

-Sí mamá. - respondió está dedicándole una rápida sonrisa. - ¿Chloé, sigues ahí? -inquirió ante el silencio del otro lado de la línea.

-¡Quien te necesita! - fueron las últimas palabras que la oji celeste espeto dando por terminada la llamada.

Sabrina miro el teléfono confundida, su amiga había estado muy rara esos días en el fondo le preocupaba pero no se atrevía a preguntar por temor a la ira de Chloé si decía algo demás.

Suspiro decidiendo dejar el asunto, solo por ese día. Después de todo esa fecha le pertenecía a su madre.



En la mansión Agrester, Adrien caminaba cabizbajo, habían cancelado la sesión de fotos programada para esa mañana. Otro día le habría alegrado mucho el tener el tiempo solo para él, pero en ese momento no era el caso.

Estaba consciente de que día era, su padre asistiría a una gala precisamente en celebración por esa fecha especial.

-Otro año solo – suspiro acercándose a una de las ventanas de la mansión.

-¿Por qué esa cara larga? Deberías estar jugando videojuegos o buscándome queso. - soltó el pequeño gato negro.

-Jamás lo entenderías. - hablo amargo el menor.

-¿De nuevo sufres por esa chica? Ya te lo he dicho, es mejor amar al queso.

-No es eso – un pequeño quejido escapo de los labios del chico mirando con molestia al kwami. - ¡Plagg! Deja de pensar en queso.

-Eso es imposible chico, el queso es amor y vida. - afirmó la pequeña criatura.

-Eres imposible. - el rubio silencio unos momentos pensando un poco en su madre. - Plagg ¿Extrañas a tu madre en algún momento?.

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