Como niños

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Cada día descubro más cosas de ti, cosas que no había conocido en otro chico, tus gustos, tus vicios, tu forma de ser y aún más importante, tu forma de tratarme. Muchos verán al Luciano de tatuajes, adicto a las drogas, adicto a las mujeres, yo veo al Luciano que ama el silencio y reír por boberías, al que no deja de sorprenderme.

Una tarde me escribes preguntando mis planes para la noche, como es de esperarse no tengo ninguno, me dices que este en tu casa a las 7 p.m. que puedo llevar a una amiga o ir sola, ofreces pagarme el taxi de ida y de regreso, acepto la invitación, pero no sé realmente qué haremos. Como todas las veces en que te he visto, me siento ansiosa al momento de arreglarme, quiero usar algo que me quede bien, algo que me haga resaltar así estemos solo nosotros dos, mi elección de esta noche es algo diferente a las veces anteriores, me coloco una blusa transparente con las intenciones obvias de mostrar mi piel y unas zapatillas plateadas que me hagan ver delicada, elijo esto porque lo más normal de una cita por la noche es una cena y como sé que te gusta cocinar puede que la prepares tú.

Al terminar de alistarme, llamo al taxi y en pocos minutos llega a buscarme, te escribo y me dices que nos encontraremos en un súper mercado que está por tu casa, en 15 minutos llego a dicho lugar, ahí estás con uno de tus amigos, me siento confundida porque es obvio que no estás vestido como para una cena, más bien parece que vas a patinar, bueno, es lo que pienso, le pagas al taxi y nos dirigimos a tu casa.

Cuando llegamos a tu casa me pides que espere unos minutos que debes hacer unas cosas, debo enfatizar que esos minutos se convirtieron en 1 hora, sales de tu cuarto con otra ropa y hasta te has colocado un lazo con la camisa larga que llevas puesta, rio tímidamente y me dices que me acerque, tomas mi mano y me guías hacía la parte trasera de la casa, se escucha un ruido al fondo, y definitivamente no paras de sorprenderme.

Contrataste un inflable para esta noche, solo para nosotros dos, colocas música y me pides que entre, luego entras tú y llevas unos platos en las manos, compraste una especia de emparedados y una ensalada que se ve divina, en mi mente no paro de sonreír y de pensar en lo loco que estás, quizá en mi cara se note todo eso también.

Luego de comer comenzamos a charlar, saltar y reír como un par de niños, y de pronto pasa, me haces caer y seguidamente caes sobre mí, tus labios rozan los míos y mi mundo se detiene, no escucho la música, no escucho el sonido del inflable, solo escucho nuestros latidos y las palabras que salen de tu boca: -Me encantas.

Enamorarme de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora