Era aquella una noche fría, helada como el hielo del Ártico, como las manos de Munakata, que en esos instantes recorrían de arriba a abajo el esbelto cuerpo desnudo de Saruhiko. Lo tenía completamente a su merced, como ocurría cada noche. Sin embargo, lo que hacía diferente a la velada que compartían esta vez de todas las anteriores que habían vivido juntos a lo largo del tiempo no era otra cosa que las manos de Fushimi, esposadas al cabecero de la cama del capitán. No había hecho nada malo, no habían discutido. Simplemente sintieron la necesidad de probar algo nuevo, de sentirse mutuamente de esa manera.
Saruhiko no veía nada, pero aquello hacía que sintiese todo con más intensidad. Sus grises ojos, su mirada de súplica, se hallaban cubiertos por un antifaz negro. Reisi le había obligado a ponérselo y, por muy vergonzoso que resultase, no lo lamentaba. Nunca había percibido con tal claridad las gélidas manos de Munakata. Nunca habían abandonado sus labios semejantes gemidos. Estaba seguro de que todo Scepter 4 le estaba escuchando gritar el nombre de su capitán, quizá todo Shizume incluso, pero no le importaba. Por una vez lo único por lo que se preocupaba era por esas manos que lo acariciaban y lo tocaban como si fuera el ser más bello del universo. Quería que se le pegara un poco de la soberbia de ese hombre, para así poder creerse lo que según él era una mentira.
Sin previo aviso, las manos de Reisi dejaron de acariciarle, cortando de golpe sus gemidos. Quiso preguntar la razón, pero el tacto de una pluma le hizo desistir antes de intentarlo siquiera. Todo su cuerpo fue recorrido por suaves plumas, haciéndole estremecerse, contrarrestando con su dulce toque la cálida frialdad que habían dejado en él las manos de Munakata. Su espalda se arqueó, demostrando con ello todo el placer que sentía. Aquellas plumas le recorrieron por completo, desde sus labios, como si fuesen la promesa de un beso, hasta la parte más baja de su vientre, dejando un cosquilleo allá por donde pasaban. Saruhiko gimió, resistiéndose a pedir más, pero deseando hacerlo.
Y de nuevo, la suave caricia del rey azul abandonó a Fushimi. Cada vez que ocurría sentía deseos de revelarse y clamar por más, pero su sumisa posición se lo impedía. Entonces, un objeto vibrante se introdujo en la boca del tercero al mando contra su voluntad. Saruhiko dio un bote, sorprendido, intentando evitar aquella invasión. Escuchó la cristalina risa de Munakata y sintió el vibrador abandonar sus labios, comenzando a recorrer únicamente con la punta su sensible piel, que se erizaba ante el mero roce.
-No... te atrevas –jadeó-, a meterme eso...
-Los niños bonitos como tú lo son mucho más cuando callan y obedecen, Saruhiko.
Fushimi abrió la boca para replicar, sin embargo, aquello mismo fue su perdición. Veloz, Reisi aprovechó la situación y amordazó a su subordinado favorito. La imagen de Saruhiko que tenía en esos momentos le excitaba más que cualquier otra cosa que hubiese visto antes. El siempre sarcástico e indiferente Fushimi, atado y por completo a su merced, con los sentidos nublados y las piernas abiertas bajo él. Su blanco cuerpo estaba perlado de sudor, de miles de gotas de rocío. Sin ser capaz de resistirlo un segundo más, afianzó el agarre que ejercía sobre el juguete y lo introdujo de golpe en él, haciéndole ahogar un grito en la mordaza. Seguramente, de haber estado libre su boca, habría mascullado un venenoso "te odio", aunque ambos sabían muy bien que la realidad era otra.
La vibración se transmitía en ondas por su interior, provocando que todo su cuerpo se moviese. Inconscientemente contoneaba las caderas, buscando aumentar las sensaciones que experimentaba. Y Munakata, quizá para torturarle un poco más, mantenía quieto el vibrador. Fue difícil acostumbrarse a él, pero en cuanto lo logró y una excitación profunda lo recorrió por completo, Reisi decidió que la tortura debía continuar. El rey comenzó entonces a trazar lentos círculos en su interior. Las piernas habían empezado a temblarle, y parecía como si solo le quedaran fuerzas suficientes para ahogar gemidos y suspiros en aquella bola que le impedía desquitarse a placer. Lo único que podía hacer era dejarse llevar, permitirle a su torturador causar en él aquellas increíbles pasiones que jamás había imaginado que existirán ni que experimentaría en propia piel.
ESTÁS LEYENDO
Especial ReiSaru Week
Fanfic"¡Gracias, Tumblr!" Eso grité yo, Ekaterina, al buscar ReiSaru en Tumblr y encontrarme algo tan maravilloso como lo que me encontré y que hoy os traemos. (Y que, además, empieza hoy, para más inri.) Así es, damas y caballeros, señoras, señores y dem...