El Genio

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A las 6:28 de la mañana, Luke llegaba a la entrada de su oficina. Lo primero que hizo es mover la planta. Se había llevado una cinta métrica para medir los 21 centímetros que tenía que mover. Lo hizo a la hora justa, pero no pasó nada. Él no estaba del todo sorprendido, realmente desde el principio creía que era una broma. Una muy bien hecha, si, pero una broma al fin y al cabo.
Luke entró en la oficina. Inmediatamente al pasar la puerta, su jefe fue hacia él con cara de pocos amigos y le entregó un tocho de papeles impresionante diciendo que tiene que pasar todos los papeles a ordenador en una hora o está despedido. Ésto pilló por sorpresa a Luke, que no pudo materializar ni una palabra. Era absolutamente imposible pasar esa cantidad inmensa de papeles a ordenador en una sola hora, pero no podía perder su trabajo, sobre todo en el delicado momento económico que estaba.
De repente se oye un grito masculino en la entrada. Todos los trabajadores de la oficina, incluido Luke, fueron a ver que había pasado. Se encontraron a su jefe tirado en el suelo, maldiciendo en voz alta mientras se agarra su pie. Se había tropezado con la planta de la entrada, que estaba ligeramente más puesta a la derecha que de costumbre. Luke tuvo un sentimiento de culpa y asombro. Había movido la planta, como le había dicho el Genio, y solo había conseguido que se lastime una persona.
Un compañero de trabajo se dispuso a llevarlo a un hospital, por lo que por ese día se suspendió el trabajo.

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