Para muchos fue un día cualquiera, para otros el más triste de su vida, para algunos el más feliz. Para mí fue todos los mencionados anteriormente juntos.
Empezó siendo un día cualquiera, la misma monotonía de siempre. Diferentes días invadidos por el mismo aburrimiento, las mismas calles, las mismas personas, las mismas charlas, por el mismo deseo de cambiar pero sin hacer nada para llevarlo a cabo. Un día triste como muchos otros que marcaban en mi calendario. Pero entonces llegó ella, todavía recuerdo que fue sobre la una de la tarde; el horario puede parecer irrelevante pero para mí cada segundo que pude pasar con ella fue y sigue siendo importante.
Al principio llegó como cualquier otra persona, en ese tren que trae risas, recuerdos para crear y un poco de felicidad temporal, pero que solo permanece un par de horas en la estación y luego se va. Pero ella no, ella decidió bajarse del tren e instalarse en mi corazón.
Cada día que pasaba ella iba ocupando más sitio y más importancia en mi vida hasta llegar al punto en el cual notaba su ausencia y la necesitaba, fueran cinco minutos o cinco segundos sin ella.
Me asusté, todo ocurrió demasiado rápido y en muy poco tiempo, tenía miedo de que mis sentimientos o los suyos igual de rápido que llegaron también igual de rápido se fueran. Por primera vez en mucho tiempo tenía miedo de que me hicieran daño y sabía que ella podría hacerlo, tenía el poder para destrozarme completamente, pero incluso siendo yo consciente de eso decidí desarmarme y tirarme al vacío sin paracaídas por si ocurría el milagro de que me salieran alas antes de chocar contra el suelo, o todavía mejor, que ella me cogiera y protegiera en pleno vuelo.
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Cartas para ella
RomanceÉrase una vez... No... Espera. No voy a empezar este libro como se empiezan las típicas historias porque no es una típica historia. Aquí voy a transformar mis pensamientos y sentimientos en palabras. Os voy a contar la historia de cómo conocí a ESA...