Nací para esto.

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Se podría decir que no llevo bien las cosas cuando no salen como espero que salgan. Digamos que calculadora y fría serian los adjetivos que más me describirían, mas ahora mismo estaba todo menos fría. La ira me abrasaba la cabeza y todo mi cuerpo temblaba por la posibilidad de ser acusada de asesinato. Sabia que era cuestión de tiempo, pero no pensaba que iba  ser tan rápido. Esperaba que me pillaran al menos por un fallo mío, por que yo no hubiera sabido seguir mis propias reglas. Pero de ninguna manera por que algún entrometido, descarado e ignorante mequetrefe intentara desafiarme.

Bajé las escaleras, con el paquete en la mano, como alma que lleva el diablo. Mi hermana, como de costumbre, seguía tirada en el sofá. Pasé por delante de ellos y lancé el paquete a la chimenea. Observé como se quemaba mientras mi hermana a mis espaldas se reía y daba algún que otro gritito. El chico de esta semana levanto la cabeza del cuello de mi hermana y me miró desafiante. La verdad es que si algo bueno se podia decir de mi hermana es que tenía un gusto exquisito para los chicos.

Los ojos verdes del chico me miraban confundidos. Supongo que mi presencia mientras ellos estaban...haciendo cosas, no era de lo más oportuna, pero a mi hermana no le importaba y a mi menos. Le aguanté la mirada más de lo que me hubiera gustado. Eran tan profundos, de esas miradas desgarradoras, absorbentes y a la vez insensibles. No podría decir si estaba disfrutando de mi hermana o si disfrutaba del olor a quemado. Su mano, antes apoyada en el cojín del sofá, la levantó hasta situarla con dos dedos en la frente, despidiéndose de mi.

Muy elegante por su parte.

Mi hermana cogió su cara entre las manos, cortando nuestras miradas, y como si me quisiera demostrar algo, le plantó un beso en los labios. Esa fue mi señal para salir pitando de casa.

Era principios de Noviembre y como todos los años el suelo estaba cubierto por una espectacular capa de tonos que abarcaban del rojo burdeos al marrón castaña. Mis botas negras chocaban contra las hojas y el crujido de muchas sonaba bajo mi suela. El ambiente era húmedo, y el cielo tenía uno de esos colores grisáceos, pronto llovería y toda mi calle se convertiría en un barrizal. De pequeña mi hermana y yo jugábamos en el barro, ya que aquí nunca nieva. Digamos que he aprendido a sustituir lo que la gente considera raro con lo que a mi me parece normal.

La normalidad esta sobrevalorada.

Caminando llegué al final de la calle. Ésta desenbocaba  en un pasillo bordeado de árboles medio desnudos y amarillentos y bancos rotos y desgastados. La pasarela de ladrillo era preciosa y me encantaba pasear por ahi, solía aclararme las ideas. Muchos de mis crímenes se me ocurrían ahi: banco 16 debajo del fresno con las ramas en forma de tira-chinas. Llegué a él y me senté. Inspiré la pureza del aire húmedo y con el las posibilidades de que la vuelta a casa la hiciera bajo la lluvia. Y entonces me vino a la mente el tal JK.

¿Quien era? y ¿Por que se metía en mi vida? En realidad nadie en toda la ciudad podría sospechar nunca de mi. Popular, extrovertida, divertida, amable... a veces con mala leche pero solo cuando me molestaban. El resto del tiempo era un amor de persona. Mientras dilucidaba mi pequeño-gran problema, noté el peso de alguien mas en la punta opuesta a mi del banco.

-¿Sabes cuantos corazones tiene un pulpo?

- ¿Perdona?- dije extrañada.

-Te perdono. La verdad es que no es de educación mirar descaradamente las relaciones sexuales de los demás pero por ser tú, te perdonaré. Aunque en realidad yo te rompí el cristal de la ventana, después de intentarlo durante tres intentos, así que podría decirse que estamos en paz.

- ¿Tres? Pero tu...

- Correcto.- dijo emocionado.- Tienen tres corazones.Sí, dos de los corazones llevan la sangre sin oxígeno a las branquias y el tercero transporta la sangre oxigenada al resto del cuerpo. Es muy interesante lo que puede aprender uno. - Yo le miraba confundida.- Hoy por ejemplo he leído que para que los guantes de silicona ardan, es necesario que nadie se entrometa en el fuego.