«Amiga y fiesta»

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Si bien sé que para muchos una cama es más cómoda, no hay nada como
dormir en el suelo, me gusta. Desperté en un callejón, para mi suerte, no
estaba tan sucio, tome mi mochila y retome mi camino.

Les contare mi historia, pero no para darles lástima, si no, para que me
conozcan.

Crecí en un orfanato, pero me echaron cuando tenía once años, era muy problemática. Si, las señoras del lugar prefirieron echarme, desde entonces vivo en las calles o en orfanatos, pero termino escapando.
Por lo que sé, mi madre es una drogadicta y prostituta, mi padre es un gran hombre de negocios obsesionado al sexo, ósea, no fui querida desde un principio. Cuando estoy en las calles algunas personas me dan abrigo, comida y me prestan sus baños para asearme. Al igual que sus lavadoras, no ando por la vida oliendo mal y eso que piensan cuando uno dice: “vivo en la calle”.

Como casi todos los días camino hasta la casa de la señora Richards, tiene 65
años y vive sola con dos gatos. Su esposo murió hace tres años y sus hijos la visitan muy poco, ella me ha ayudado mucho, hasta me ha dicho que me quede con ella, pero no podría hacerlo, no me gustaría depender de alguien tan mayor.

—Buenos días, querida— como casi todos los días lleva un vestido hasta los tobillos, su cabello suelto adornado con prensitas de colores.

—Buenos días, Char.

—Prepare tu desayuno favorito, además tenemos compañía— asiento con mi cabeza, la sigo hasta el comedor. De inmediato mi estomago rugió, un gran  plato con frutas y un vaso con jugo de naranja me esperaban en la mesa.
En una de las sillas yacía una chica con el cabello rojizo y unos grandes ojos grises.

Sonrió apenas me vio, se levanto con un salto y corrió hasta mí para abrazarme.

—Tú debes de ser Aixa, soy Bambi Richards— se separo y extendió la mano, la tome un poco conmocionada. — Mi abuela dice que eres una buena chica, te agradezco mucho por hacerle compañía.

—Uhm, de nada— si, soné muy maleducada, pero no soy de confiar en las personas. El resto del desayuno la señora Char me comento que Bambi -aun me rio por su nombre- es la única nieta que la visita, los otros viven en el otro lado del mundo, España, Inglaterra y uno de sus hijos se fue a Oceanía, mas especifico, Australia.

—Mi madre se quedo solo por mi abuela, pero igual la ve poco, ya sabes, ser jefa general de un hospital no es fácil. Por mi parte solo voy dos días a la universidad, el resto de mi tiempo estoy trabajando o viendo a Char.

— ¿Vas a la universidad?— mis ojos debieron de brillar como dos faros.

Uno de mis sueños es graduarme en nutrición.

—Si, estoy estudiando psicología, ¿tú estudias?

—Fui tres años a clases nocturnas, me gradué a principios de este año.

—Eres tan afortunada, no debes estudiar— hice una mueca.

No, tú eres afortunada, tú puedes seguir estudiando.

(..)

El resto del día lo pase con ellas, almorzamos juntas, salimos de compras, obvio no deje que me gastaran dinero en mi, insistieron mucho, pero no las deje.

Ahora estaba tomando una relajante ducha, lave mi cabello, largo y castaño, pase el jabón por mi cuerpo y lave la espuma. Lista seque las gotas
de agua sobre mi piel y me envolví en la toalla.

—Pensé que ibas a durar toda tu vida, ten, ponte esto— sin reaccionar miro a Bambi, estaba con un vestido azul eléctrico, ajustado y sandalias con tacón negras, su cabello recogido en una cola prolija y maquillaje.

— ¿A dónde iremos?

—Un amigo hará una fiesta, es a las nueve, te quedan treinta minutos— dice, sale y me deja sola.
Tomo el vestido que me dejo, es negro, con encaje en la parte superior, la falda es holgada y de una tela lisa, pero muy corta, la ropa interior es mía.

«Se atrevió a tocar mis cosas»

Me visto, miro mi figura en el espejo, intento bajar la falda pero es inútil, casi se me ve el trasero con esto puesto.

Salgo del baño y entro a la habitación
donde se queda Bambi, ella está ahí esperándome con una secadora de
cabello en la mano izquierda y un cepillo en su otra mano.

(..)

Cuando Bambi termino no me dejo verme en el espejo hasta que termino de ponerme los accesorios, con una sonrisa como si estuviera orgullosa de su trabajo, tomo mis hombros y me giro. Pude ver una yo mas reproducida, el pelo liso y maquillaje, un par de tacones negros y accesorios de plata.

—Has quedado preciosa— escuchamos una bocina cerca de la casa, Bambi miro por la ventana e hizo una seña. —Es mi novio, nos llevara— tomo su bolso y dos abrigos, casi a tropezones logre salir.

Toda mi vida en tennis para terminar usando estos tacones. Ugh.

Unas calles antes ya habían autos, muchas pernas llevaban botellas de
cervezas u otros licores, algunos drogas, lo sé porque vengo de las calles y veo como camuflan.

— ¿De quién es la fiesta y porque la hacen?— pregunte mirando el desorden fuera de la casa, ósea, el patio.

—Es una fiesta de despedida, la hacen dos mese antes, cada verano los
hermanos Bowers se van a un campamento de futbol, este año le toco hacerla a Zachary Bowers.

Aixa [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora