«Hace poco capturaron a un hombre, al parecer era el que originó todo el caos en Alexandria. Dicen que era muy peligroso, pero algo en él hace que mis miedos se desvanezcan.»
La llave que poseía la etiqueta azul, era el objeto con el cual ella solo...
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Era una nueva mañana, tocaba limpieza para Agatha así que se dirigió a la bodega con Olivia.
La joven sacudió sus jeans que se llenaban cada vez mas de polvo, cogió las cajas y las llevó a la casa de la encargada. Al regresar a la bodega, Olivia le dijo que reviste los armamentos, cosa que pocos han hecho.
Para los armamentos estaba la llave de etiqueta verde. Olivia tenia seleccionadas todas las llaves con las etiquetas para ser precisos. Agatha bajó al almacén y se encontró con una gran variedad de armas (entre ellas las que habían recuperado tras el saqueo de Los Salvadores), como la "jefa" ordenó, Agatha acomodó algunas armas, sacó el polvo que habia en ellas, pero algo le llamó la atención. Una caja que decía: "Prisionero" en ella, ¿se refería a Negan? Eso ella no tenia idea, la curiosidad la mataba por completo, se acercó a ella y abrió la caja. Un bate de baseball envuelto de alambres, aquella era el arma que se encontraba en esa caja que podría pertenecerle a Negan. Ella no lo sabia, pero lo suponía, así que cerró la caja, guardó con cuidado el bate en la mochila que traía y se fue sin decir mas. Colocó la llave en la mesa de Olivia (aunque ella ya no se encontraba en la bodega) y Agatha decidió hacer su "tour" matutino.
Corrió sin ser vista, trepó los muros y salió en busca de mas cosas. Del mundo exterior, del mundo que estaba tras esos muros. Del verdadero mundo. La muchacha siguió corriendo hasta que un par de caminantes la hizo parar, con cuidado sacó el bate, con dificultad al inicio los asesinó. Se sentía bien para ella, así que siguió, dos, tres, cuatro, cinco caminantes mas para Agatha que sentía que eso se estaba volviendo divertido.
Después de tantas matanzas, se sentó a descansar un momento, acomodó sus cabellos, sacudió su polo gris y jeans azules, y automáticamente pensó en él.
Puede cambiar. Fue lo primero que se le vino a la mente. En él hay alguien que vale la pena, alguien que puede ver que lo que hizo no estuvo bien y recuperar esos años de terror que vivió. Agatha estaba tan convencida. Él es alguien especial.
No se lo creyó. Aquellas cuatro últimas palabras surgieron de la nada, se asustó al pensar eso, que podría sentir algo, aunque sea por mas mínimo detalle no estaba en sus planes. Pero surgió y las preguntas empezaron a rondar por su mente ¿Por qué lo ayudo? ¿Por qué me preocupa? ¿Por qué digo esa excusa de querer cambiarlo? ¿Por qué voy hacia él cada noche? Yo no siento nada por él, son cuatro días y es un criminal, asesinó a gente querida en Alexandria debo de estar loca. Pero algo en él me llama la atención, su mirada, su sonrisa, su postura. Es muy decidido, es alguien especial.
Un caminante la interrumpió de sus pensamientos, y se dio cuenta que ya estaba anocheciendo. Volvió a correr hacia la comunidad, trepó los muros otra vez y se dirigió a su casa. Subió las escaleras, tomó una ducha, se colocó otro de sus clásicos vestidos; en esta ocasión rojo de tirantes, una casaca negra pequeña, salió y se volvió a peinar.
—¿Agatha a donde vas otra vez? —preguntó su compañera de habitación, pero ella no le hizo caso alguno. Estaba nerviosa pero quería verlo, quería ir con él—. ¡Agatha!
