Regresé al lugar del incidente del árbol, para mi suerte, no había parado de llover.
Crucé los caminos más viables, mirando instintivamente hacia el frente, jamás bajaré la cabeza, no perderé lo poco de dignidad que me queda. Antes de poder percatarme, caí en un charco de mezcla, al parecer mis botas se estaban secando.
Entonces lo único en lo que pensé fue:
1) Lo siento Romea por tus únicas Louboutin's.
2) Retiro lo antes dicho.
Y me quité de una vez de los botines, que se hundían cada vez más en aquella mezcla.
Seguí caminando por aquel sendero, me cuestionaba la hora, pero no había reloj que me la dijera. Después de tanto maratón, me encontré a los pies de un motel. Nunca me imaginé hospedándome en uno, sin embargo la lluvia que exprimía el color de mi cabello, no ayudaba con el resfriado, seguro empeoraría si no me alojaba en algún lugar lo más pronto posible.
Al entrar me dirigí a la recepción para alquilar una recámara donde pasar esta larga noche, pero para mi sorpresa no había nadie allí. Toqué levemente una campanilla, un vago intento de llamar la atención de quienquiera que fuese el recepcionista.
— ¿Hola? —Llamé esperando a que alguien saliera de la nada— ¿Hay alguien? ¡Necesito un cuarto!
De pronto sentí como la temperatura bajaba brutalmente, una leve respiración sentí en la nuca.
— Nena si lo que quieres es un cuarto, te invito al mío.
Corrí.
Sin mirar atrás.
— ¡Joder un violador! —Grité— ¡Ayuda! ¡Policía!
— ¡Sam! — llamó— Sam...¡Joder! —gritó— ¡Para de una vez!
—¡No! ¡Maldito acosador!
—¡Solo voltea a verme!
Al voltear me quedé sin habla.
Era el mismísimo Albert Einstein.
Jaja, no, el tipo ese ya murió.
Un par de ojos verdes me miraban expectantes.
—¿Michael Clifford? —dije por lo bajo— ¿EL Michael Clifford? —Enfaticé.
¿Cómo sabía el guitarrista de five seconds of summer mi nombre?