- Tan... suave... y esponjoso... y...
- ¡Oye, deja de abusar al gato y vámonos! ¡no quiero llegar tarde otra vez!- me di la vuelta al encontrarme con mi amigo, devolví al gato que se encontraba en la caja.
- Te veré de nuevo mañana.- susurré y me paré, corriendo hacia mi amigo el cual su nombre no es tan importante.
- Dios Santo...- murmuró, mientras sacudía mi chaqueta llena de pelos de gato blancos.- ¿Por qué no simplemente te llevas esa bola de pelos a casa?- bajé la mirada, algo avergonzado. A pesar de tener 17 años mis padres son muy estrictos conmigo; o al menos uno de ellos lo es.
- Papá no me lo permitiría.- murmuré sin expresión en mi rostro, pero por dentro estaba algo cohibido.- Aunque a Padre le gustan los animales, siempre me dice que le haga a caso a Papá.
- Espera, ¿quién de los dos es "Padre" y "Papá"?- ambos caminábamos al mismo ritmo, esta mañana era extrañamente pacífica y refrescante. Cerré mis ojos y aspiré un poco del frío aire, haciendo que me dieran cosquillas en la punta de la nariz.
- Padre es Padre, y Papá es Papá.- declaré, dejando a mi amigo inexpresivo, o tal vez se le agotaba la paciencia.
- Ugh... vale.- suspiró, a los minutos después mencionó algo que con suerte alcancé a escuchar. Estaba fantaseando sobre el gato blanco de la caja.- ¿Recuerdas esa historia que me habías contado antes? ¿la de tu Padre que se cambió de nombre?
- ¿Huh?- entrecerré mis ojos, confundido ante su pregunta.- Padre nunca se cambió de nombre. Ese fue Papá; aunque fue hace varios años atrás y no sé cómo solía llamarse.- mi amigo (sí, su nombre realmente no es relevante) suspiró, no importaba todo el tiempo que llevásemos juntos o que conociera a mis padres, siempre se confundía entre a quién le llamaba Padre y a quién le llamaba Papá.
Habíamos por fin llegado a nuestro destino, la escuela. Volví a inhalar el fresco y frío aire de afuera antes de entrar por la gran puerta que se dirigía a los casilleros. Para nuestra suerte nuestros casilleros estaban uno al lado del otro. Abrí el mío en busca de mis zapatos, hasta que me encontré con un sobre blanco el cual traía algo escrito en cursiva. Me sorprendió lo muy bonita que era la letra, en el sobre ponía:
Para Abril.
- Huh, es para mí.- me murmuré a mí mismo, atrayendo la atención de mi amigo.- ¿Crees que será de esa persona?- mi amigo rodeó mis hombros con su brazo alcanzando el sobre y analizando la situación.
- Probablemente, ¿así que ahora le dio por empezar a escribir cartas de amor?- rió, haciendo que me pusiera nervioso.- ¡No entiendo cómo una persona puede enamorarse de alguien tan inexpresivo y frío como tú!- exclamó éste, molestándome aún más y haciendo que las miradas se dirigieran hacia nosotros. Eso, e incluyendo a que un chico de clase superior, altísimo, con el pelo negro recogido en una pequeña coleta por atrás y que daba escalofríos tenerlo al lado, se nos acercara.
- Las personas frías e inexpresivas también tienen su encanto, ¿sabes?- dijo, en un tono de voz grave y acto seguido lo perdimos entre la gente de los pasillos. Ambos nos miramos el uno al otro, mi amigo se encogió hombros.
- ¿Por qué crees que haya dicho eso?- pregunté, éste volvió a levantar sus hombros mientras nos dirigíamos al salón.
- ¿Será porque él también es inexpresivo y frío?- negué mi cabeza en forma de rechazo en cuanto llegamos a la entrada del salón.
- Nah, él sólo daba miedo.- sentencié y abrí la puerta de nuestro salón, encontrándome con algo en el canto exterior de la ventana, justo al lado de mi pupitre; flores.
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Green. (Yaoi/Gay) [FINALIZADA]
RomanceTodos los días paso por la misma florería, no es que me gusten la flores, de hecho soy alérgico a ellas. Lo hago para ver al chico del mostrador; el chico de las plantas. No sé desde cuando esto se volvió una costumbre. Pero no me molesta sentirme a...