Capitulo I: La graduacion

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El líquido azucarado y café ya se estaba enfriando en la mesita del comedor, había estado ahí poco más de 30 minutos sin ser bebido por ni siquiera una mosca. Una figura femenina salía de la ducha, traía encima una toalla larga color burdeo la cual se quitó sin vergüenza ya que se encontraba en su propia casa. Al ver la inalterada escena de la taza de café su mirada dulce y agraciada se transformó a una ofuscada y tétrica.

Se dirigió rápidamente a su cuarto, se asomó por la puerta y divisó a su esposo aun tirado en la cama, traía la ropa de la noche anterior aun puesta debido a su instantáneo desplome en el colchón.

Amor — Recitó cual poema la muchacha — Ya son más de las 11:00 y aun no te levantas. Tu café está servido hace más de media hora... ¿podrías por favor levantarte antes de que te saque a patadas de la cama?

Sus palabras no afectaron mucho el estado del joven zorro, aun seguía boca abajo con los ojos cerrados abrazando con fuerza una almohada.
Su esposa salió del cuarto con un andar perturbador, se dirigió a la cocina en la cual llenó un vaso con agua helada y retornó a su cuarto, para su sorpresa el zorro de no más de 38 años ya se estaba quitando la ropa para ir a ducharse.

Lamento no haberme despertado antes... otra vez tuve esa pesadilla. — Musitó el canino mirando al suelo mientras se quitaba su camisa negra.

Sabes bien que es solo una pesadilla... si se repite tanto es porque alguna enseñanza de vida tendrá que dejarte... como ser más responsable y levantarse más temprano para ir a la graduación de tu hijo. — Gruñó con su voz suave y armónica, viendo como el zorro tomaba una toalla del armario y se la colocaba en el cuello como si fuera una bufanda.

Nuestro pequeño ya se volvió todo un macho. Es increíblemente igual a su abuelo, o eso dice el resto. — Se acercó a su mesita de noche y tomó una foto enmarcada de él, su esposa y un zorro de pelo rosado con ambos ojos de color rubí. 

Es cierto... me cuesta tanto creer que ya tenga 18. Aunque me hubiera gustado que no se hubiera ido a vivir con su amigo con tan solo 16 años, se que es un chico maduro y responsable que sabía que era para no causarnos tantos problemas. Ósea... a mí, ya que mis problemas cardíacos no me permitían atenderlo todo el tiempo como quería. — Se sentó en la cama mirando al techo, tenía dibujada en su cara una sonrisa de complacencia y de cariño.

El zorro se aproximó a ella y la abrazó aun cuando esta seguía desnuda, le besó la mejilla mirándola a los ojos sin decir ni una palabra. La loba de pelaje gris y negro le devolvió la mirada, ambos disfrutaban del momento de nostalgia mientras el cuadro seguía en las manos del macho. A los pocos minutos le regaló a su esposa un beso cariñoso en los labios y se dirigió al baño.

— Saldré pronto a tomar desayuno — Fue lo ultimo que dijo antes de desaparecer de la vista de su cónyuge.

La ciudad no era muy grande, para tan solo 13.000 habitantes estaba bien que solo hubieran unos 5 edificios, unas 9 escuelas y un par de universidades. Por la misma razón nadie utilizaba vehículos a motor, lo único necesario para trasladarse era una bicicleta o sus propias piernas. Así que luego de haberse duchado y desayunado, la pareja de bípedos se encamino a paso tranquilo hacia una escuela renombrada en esa ciudad, a esta  escuela asistía el hijo de la pareja; Raven, un zorro de pelaje blanco oscuro con ambos ojos de color rubí, pelo rosado y una cola diferente a una de zorro convencional.

A pocos metros de esta escuela vivía aquel canino junto a su mejor amigo y casi hermano, un híbrido entre gato y leopardo llamado Kyle un año mayor que él. Se habían mudado juntos ya que la madre del zorro había contraído un estado delicado de salud, y un adolescente seria mucha carga para ella, ademas de que ya hace mucho que planeaban compartir piso. Entre ambos había una amistad envidiable, se apoyaban mutuamente en los problemas típicos de la adolescencia, se ayudaban en todo y gracias a esto la vida en el mismo hogar no fue para nada complicada, y esto se veía reflejado en como les iba en la escuela a la cual asistían.
Todo esto pasaba por la cabeza de ambos padres los cuales tenían la costumbre de divagar sobre cualquier acontecimiento, y en un momento tan importante como el que iban a celebrar era aun mayor la distracción en la nostalgia de los recuerdos.

RF - Desentierro de memoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora