Problemas en el Ministerio

Capítulo 2: Reunión familiar

Josh estaba atónito, no podía creer lo que sus ojos veían, pero su temor de que fuera real fue confirmado con los gritos de las personas, sonidos de cámaras y algún que otro ¡crac! que indicaban apariciones o desapariciones. Sin pensarlo una vez más, Josh tomó el hombro de Kenny y desaparecieron juntos.

—¿Qué acaba de pasar?— Preguntó Kenny que se encontraba tumbado en el suelo.
—Me aparecí aquí hace medio minuto Kenny- Respondió Josh, aún más serio que antes mientras se bajaba la manga izquierda— Se que es la primera vez que te apareces en un sitio pero trata de quedar inconsciente menos tiempo la próxima.
Asustado por la seriedad que Josh imponía Kenny sólo preguntó
—¿Dónde estamos?
—Estas en el departamento de Aurors, creo que es el lugar más seguro donde puedes estar, luego de Hogwarts y como no Azkaban—Respondió Josh y luego ayudo a levantarse a Kenny que seguía en el piso— En breve llegará Dionisio, quiero que le escribas a tu madre y le digas que estas bien y que le mande saludos a mi hermana— Agregó Josh y luego salió por una puerta sin más que agregar.

Josh no tenía ninguna hermana, pero ese era un código familiar para saber qué debían aparecerse lo antes posible en la casa de los gritos.
La puerta que el había atravesando era la del jefe en la cual se encontraba este y dos Aurors más.
—Augustus!— exclamó Josh al entrar.

—Lo viste, no?— A Augustus se lo notaba tenso—como todo Londres!—Hizo una pausa— ¡Quiero al responsable en Azkaban!

Estas últimas palabras hicieron que los otros dos Aurors desaparecieran con un ¡crac!
—¡Josh, tu quédate aquí! ¡Si hay un enfrentamiento te mandaré así que está atento!— Gritó Augustus escupiendo un poco de saliva.
—Augustus, necesito veinte minutos—Dijo Josh— Asegúrate de que el niño de afuera se mantenga en guardia— Y antes de que Augustus pudiera preguntar cualquier cosa, Josh desapareció.

Josh ahora se encontraba en una casa vieja y derruida, a su alrededor había dos mujeres y dos hombres.
—Hijo, llegas tarde—Dijo la señora Hamilton, una de las mujeres que allí se encontraba.
—Lo siento— Dijo, y dirigiéndose a la otra mujer agregó— Tía Clarisse, Kenny está bien, lo dejé al cuidado de mi jefe.
—Gracias por llevarlo contigo— Dijo está luego de soltar un suspiro.
—¿Y tu que haces aquí?— Dijo Josh dirigiéndose a uno de los hombres y sacando su varita.
—Soy parte de la familia, ¿no?— Dijo este mientras hacía lo mismo.
—Podría enviarte a Azkaban ahora mismo Regi— dijo Josh y luego añadió— Así que mejor baja la varita.
—Cálmense los dos— interrumpió el otro hombre— son primos, ¡Por Merlín!
—No te metas en esto papá— Dijo Reginald ante la interrupción.
—Deberías escuchar a tu tío Tom, Josh— advirtió la señora Hamilton a su hijo, y este guardó su varita.

Reginald, al ver lo que hizo Josh, lo imitó. Se miraron el uno al otro con un poco de recelo, pero al cabo de unos minutos se dieron un abrazo. Esto hizo a los otros presentes animarse un poco. Luego de soltarse Josh volvió a hablar.
—Todos la vieron, ¿cierto?— y los presentes asintieron — Tal vez regrese...
—Es imposible que lo haga, hace más de 60 años que murió— Atajó El tío Tom.
—Yo creia lo mismo hasta lo que ví hoy en Azkaban— dijo Josh viendo a su tío.
—¿Qué viste en ese lugar?— Preguntó la señora Hamilton con un poco de temor.

Josh empezó a relatar lo que había sucedido en la prisión, y también desmintió a El Profeta sobre lo de la cámara de los Potter.

—¿Y qué deberíamos hacer?— Preguntó Reginald que se hallaba sentado en el sucio suelo de la casa de los gritos.
Josh miró a su madre, luego a sus tíos y dijo:
—Los esconderé con un encantamiento Fidelio— se centró en su madre y añadió— hazle saber a papá la gravedad del asunto.
—Lo haré— Dijo ella— ¿y tu que harás?
—Tengo que estar en el ministerio— Respondió a su madre y luego, ignorando a su primo, les dijo a sus tíos— Siento darles órdenes, pero... Quiero que busquen un lugar para el encantamiento— Dijo cambiando su seriedad por un tono de amabilidad. Pasó un momento en el que espero una reacción, parecía que domaba un hipogrifo, y luego continuó— envienme mi lechuza cuando lo encuentren, y les llevo a Kenny.
—Espera, espera, espera— Interrumpió Regi— ¿Qué se supone que haré yo?
—Tú, querido Regi, no se como pero te nececito de ayudante en el ministerio. Se que eres bueno con los encantamientos— Dijo tendiendole  una mano.
Regi tomó la mano de su primo, se levantó y dijo —¿cómo harás para que pueda siquiera pisar el ministerio sin que me envíen a Azkaban?— Preguntó con incredulidad.
—Tú sólo déjamelo a mi, tal vez cuando termine esto te salves de Azkaban— luego de decir estas palabras y ver la cara de felicidad de su primo añadió— aunque eso no prueba tu inocencia—miro a los demás y les dijo— vayan, hay mucho que hacer.
Sus tíos y su madre desaparecieron y solo quedaron Josh y Reginald. Por un momento reinó el silencio, y luego Regi habló.
—Veo que no crees que sea inocente.
—Hay un testigo de que tu empezaste a atacar— Dijo Josh sin ningún sentimiento aparente.
— ¿Quién? ¿El idiota de Frederick?— Dijo Reginald ya una poco enojado— ¡Miente!
— Pasó la prueba del veritaserum— Dijo fríamente Josh a su primo.
— Tú mejor que nadie sabes que no es infalible— Regi estaba tan enojado que empezó a gritar, pero Josh mantenía la compostura— Y por como se enfrentó a mi, se que es un mago lo suficientemente bueno para lograrlo.
Josh no dejaba su expresión de indiferencia pero por su cabeza pasaban muchas cosas. Por primera vez luego de casi un año dudaba de la la prueba del veritaserum, tal vez su primo no había matado por matar o por algún capricho a ese muggle y esos dos magos. También pensaba que era la oportunidad perfecta para entregar a su primo a Azkaban, pero lo necesitaba, en el ministerio pasarían cosas muy oscuras, y necesitaba alguien que pudiera ayudarlo.
Luego de un largo suspiro y relajar su expresión dijo.
—Ya vámonos, tengo que estar de vuelta en el ministerio en dos minutos.
Regi también suspiro y luego tomó a Josh por el antebrazo que había extendido. Y con un sonoro ¡crac!, desaparecieron.