16. Un invitado inesperado

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Estaba perdiendo la consciencia poco a poco, y quizás así cometería una locura aún peor que sólo armar pleito con unos cabrones de un bar. Mi vida estaba perdiendo sentido, y tal vez, sólo tal vez la mejor opción sería mandarlo todo a la mierda de una maldita vez.  

Uno, dos, tres... y unos golpes resonaron en mi puerta, aquellos golpes que para mí retumbaban como estruendos cada vez más fuertes me sacaron del letargo en el que me había perdido entre mis pensamientos y el alcohol.

–No estoy para nadie –balbuceé con desgano -déjenme en paz.

–Julian, abre la puerta –una voz más que familiar para mí sonó del otro lado –soy yo, Sam.

El esposo de mi madre estaba allí, la verdadera figura paterna que había tenido golpeaba mi puerta y yo estaba hecho un desastre, ¿qué pensaría de mí al verme así? Una mezcla de culpa, vergüenza y remordimiento me invadió, mis padres, (porque Sam para mí siempre sería un padre) no me habían criado para convertirme en un alcohólico empedernido ni mucho menos en el desastre en el que me había convertido, realmente estaba jodido, muy, muy jodido, como un maldito idiota sin remedio que había perdido el camino por completo.

Cuando finalmente salí de mi pequeño ensimismamiento me puse de pie tambaleando un poco, traté de acomodarme un poco el cabello totalmente desordenado frente al espejo del mostrador y respiré profundo, percibiendo mi propio olor a alcohol y cigarrillo, ¡qué maldita basura! Estaba ahora tan avergonzado de mí mismo que no sabía ni si abrir la puerta y fingir demencia, saltar por la ventana o simplemente gritar que me acababa de suicidar y volverme a desparramar en el suelo.

–Julian, abre la puerta, por favor, no me iré de aquí sin hablar contigo  – su voz se volvió a hacer escuchar, siempre firme pero tranquila y llena de paz.

Sin vacilar más, me acerqué a la puerta sintiendo cómo mi pulso se iba acelerando cada vez más, tendría que enfrentarme de la peor manera a mis demonios, darle la cara al hombre que había sabido ser mejor figura paterna que el mismo John Casablancas desde que yo era muy joven, mi ejemplo a seguir, mi amigo, mi padre...

Abrí la puerta y lo vi del otro lado, se veía como siempre lo recordé, casi igual que cuando era pequeño y me acompañaba a dormir, literalmente los años no parecían cobrarle cuentas, aunque tenía varias arrugas decorando su rostro, la voz un poco ronca y algunas manchas en las manos, pero seguía siendo el buen Sam, quien me miraba con dulzura.

–Sam... –apenas y pude pronunciar su nombre teniendo que no aceptara que lo llamara "papá" después de ver en lo que me estaba convirtiendo, del vagabundo irresponsable y falto de esperanzas que ahora se encontraba frene a él.

–Ha pasado algún tiempo sin verte, hijo –sus palabras me sacaron de mi pequeño letargo, y me hizo reacciones en seguida cuando su cálido abrazo me sacudió –¿cómo van las cosas? ¿Cómo se lleva la vida el artista del momento?

Intenté encontrar algo de malicia o sarcasmo en su pregunta pero no encontré, y es que el esposo de mi madre no era esa clase de persona, pero yo sentía que se burlaba de mí, porque mi vida se iba a la mierda casi en picada.

El esposo de mi madre fue siempre una de las personas que más admiré desde niño, y esa vez, igual que cuando era adolescente, sus palabras y su manera de ver el mundo me cambiaron la vida.

*Notas de Niiummy Sarang*

¡¡Hola, hola!! Bueno, pues sí, para sorpresa de algunos, sigo viva Jajaja ok ya
En fin, aquí está el capítulo que con un poco de tiempo logré terminar hoy, espero que les haya gustado; si es así, no olviden votar y comentar mucho, eso me hace muy feliz 😘😘
Además, como ya anuncié en *La Guitarra de Nick se ha perdido*, estaré tratando de actualizar mucho más seguido, gracias por seguir aquí como siempre.
¡Espero leerlos pronto! Sean muy felices!💋

Sólo se vive una vez #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora