Levantando Muros

12 1 0
                                    


Odio madrugar, enserio. Lo detesto. Y por eso me he levantado a las 11:30, he desayunado y me he sentado en el sofá hasta la hora de comer. He de decir que ha sido todo un espectáculo verme hacer un tortilla de patata, lo tendría que haber grabado, mi hermano Izan me lo habría recordado toda la vida, aunque no os penséis que no he cogido un plato en mi vida, de hecho, los he cogido muchas veces, y también los he roto bastantes veces, pero eso no es que no sepa cocinar, sino que soy bastante patosa. Total, que después de batir los huevos, pelar las patatas y todo el proceso a seguir tradicionalmente... ha llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla y no, no ha salido nada bien. Pero vamos, que he descubierto que soy una cocinera dotada con los métodos actuales tan extravagantes que hay en muchos restaurantes... he comido deconstrucción de tortilla de patata.

Por la tarde he estado más activa porque tras una larga conversación con las paredes del comedor, he llegado a la conclusión de que las cajas restantes no iban a desembalarse solas, cosa que me ha deprimido bastante. Pero bueno, el resultado ha sido espectacular, espléndido, magnífico. Tengo una casa preciosa. Una casa preciosa, grande, con muchas habitaciones, colorida y es toda para mí. Una casa toda para mí... o sea que no hay nadie más... o sea que esos ruidos que estoy escuchando en el piso de arriba no los está haciendo nadie que viva en esta casa... Vale Azura, ya basta, es suficiente. Esto me pasa por ponerme a ver películas de miedo, las cuales me dan mucho miedo – obviamente, de ahí su nombre – estando sola y de noche. Aunque mejor, por si acaso, para prevenir, me quedo esta noche a dormir en el sofá. Sí, es buena idea. Además, hace mucho calor y así puedo abrir las ventanas y que corra la brisa que llega desde la playa. Bueno, tampoco hace tanto calor, así que las ventanas pueden estar cerradas y con las cortinas corridas. Buenas noches.

A la mañana siguiente decidí salir para conocer un poco el sitio y ver qué tipo de espécimen recorre estas calles. No es que sea una antisocial, borde y estúpida... para nada, pero después de mi experiencia pasada, creo que prefiero empezar a marcar una especie de límites con el resto de personas que habitan en la Tierra, y si alguien consiguiera atravesar mis muros, pues entonces ya me plantearía el cogerle cariño. Sí, es una buena técnica.

Lo cierto es que este lugar es un tanto encantador, tiene algo especial, algo que hace que no me lo saque de la cabeza, algo... ¡Calamares! ¡En ese bar de ahí están cocinando calamares! Me encantan, enserio. Más tarde me pasaré para probarlos y como estén buenos... los comeré una vez a la semana, junto a mi deconstrucción de tortilla de patata. Uf, como se nota que es verano, mires donde mires hay gente, aunque si todos van a estar como aquellos 3 chicos que estoy viendo ahora mismo... Madre mía, si es que me van a sacar un ojo. Bueno, a mí y al grupo de yayas que están tumbadas delante de ellos, así normal que siempre se nieguen a que sus familias las metan en residencias. Y parecían tontas.

Tras estar todo el día, literalmente, andando y andando, por fin he llegado a casa. Tengo que sincerarme... me he perdido dos veces, por lo menos. He conseguido llegar porque casualmente una de las 172 veces que he preguntado cómo se llegaba a mi casa, ha coincidido que un chico ha conseguido entender mis explicaciones y ha deducido –satisfactoriamente- que éramos vecinos. Y no. No le he invitado a pasar, ni le he dado dos besos, ni sonreído ampliamente ni contado un resumen de mi vida. De hecho no le he dicho ni mi nombre –tampoco me lo ha preguntado ni yo se lo he preguntado- pero amablemente me ha traído hasta la puerta y se ha ido por donde ha venido. Ah, y volviendo al tema de los calamares, estaban buenísimos. Además ni siquiera los he tenido que pagar, porque el camarero ha intentado ligar conmigo utilizando la técnica de "a esta chica tan guapa le invita la casa" convencido de que después le daría mi número o le diría "a la próxima invito yo"... y la realidad ha sido muy distinta. Tan distinta que en cuanto me los he acabado, me he ido sin ni siquiera decirle adiós. En fin, estoy agotada y necesito tumbarme, estoy tan molida... Pero antes miraré mi correo. Vaya chasco, no tengo más que mensajes de mi padre, mis abuelos y mi hermano florero... bah, no me apetece leerlos, total, seguro que van a ser chorradas. Pero, ¿y por qué Izan no me ha escrito nada? ¡Será orgulloso! Pues no pienso enviarle nada hasta que no lo haga él primero. ¿Qué se ha creído? Soy su hermana pequeña y su tarea es dar el primer paso, siempre. Me voy a dormir. Buenas noches.

Doble InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora