Prólogo

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La rutina de Marinette se había visto modificada desde hacía unas semanas. La razón: aparecía una flor diferente con una nota que tenía escrita una frase, todos los días en su pupitre. Al principio pensó que era un lindo detalle, pero ahora era una obsesión.

Al final de las clases, le tocó quedarse a acomodar el material del laboratorio de química y mientras esperaba a que se enjuagaran los vasos de precipitado se quedó perdida observando el girasol que le habían dejado esa mañana, estaba atado con un gran moño de seda color rosa.

- Girasol –habló en voz alta la ojiazul –Si me pudieras decir quién te dejo en mis manos...

- Probablemente perdería el encanto del mensaje.

Marinette volteó a ver al dueño de esas palabras y era el modelo que estaba recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

- Me asustaste, ¿se te olvidó algo? –preguntó Marinette volviendo a meter la flor en su mochila.

- No, pero recordé que eras la encargada del laboratorio y espere a que todos se fueran... ¿Aún tienes curiosidad por las flores? –el modelo se acercó a donde estaba la azabache.

- Ah... este... sí; la verdad sí.

- Y ¿qué harías si tuvieras delante de ti al culpable?

- Pues preguntarle el motivo, y... bueno tal vez yo soy la que está obsesionada con esto, pero el "culpable" debe ser alguien muy interesante y enigmático... me encantaría conocerlo.

- Y a mí me encantaría saber todo lo que pasa por esta hermosa mente. –el rubio le dio un beso en la frente.

- A-Adr-Adrien...

- Descubrir ese misterio tan mágico que eres –deslizó sus manos en la cintura de la chica –la razón por la que me siento mareado y me falta el aire cuando debo hablar contigo. –atrajo hacia si el cuerpo tembloroso de la ojiazul. –no sabes cuánto amo todas tus curvas –pasando sus manos por la espalda de una nerviosa Marinette. –Cuantas veces debo decirte

- Adri...

- Que adoro tus bellas y perfectas imperfecciones–el rubio le dio una ligera mordida en el cuello que la hizo soltar un gemido –Eres mi peor distracción y arriesgaré todo al decirlo pero... dame todo de ti y yo te daré todo de mi...

Marinette reconoció todas las palabras dichas por el modelo, eran las mismas de las notas, en el mismo orden que las había recibido...

- Tú eres...

- Acertaste –Adrien le guiño el ojo para después abrazarla fuertemente y tomar su nuca para atraerla en un beso pasional, sentía como sus respiraciones se mezclaban e iniciaban una arritmia cada vez que el metía la lengua dentro de la boca de la joven que seguía impactada ante todo lo que estaba pasando. Se separaron por falta de aire...

- Pero...

- Sé lo que sientes por mi desde hace mucho, pero me considero un cazador y me gusta jugar con mi presa. –Adrien volvió a abrazar a la chica. –Pero ese tipo quiso intervenir y tenía que llamar tu atención y lo logré... ¿cuál es tu respuesta?

- ¿A qué?

- A mi propuesta: yo te entregaré todo de mí si tú me das todo de ti.

- Pero no me conoces ...

- Deja de poner pretextos, lo divertido será saber lo que hay aquí –volvió a besar la frente de la chica –y aquí –entrelazó sus dedos con los de ella y los puso sobre su corazón. –Eres la única que me hace perder la respiración. No sabes cuan enamorado estoy de ti... –La volvió a besar, pero esta vez de un modo más dulce.

- Pe-pero yo...

- Si te sigues negando voy a tener que seguirte cazando y sólo harás que la espera desate muchas cosas más... –El joven la soltó y comenzó a dirigirse hacia la puerta –Piénsalo cuanto quieras... yo te esperaré.

Para la joven de ojos celeste eso ¿era un sueño? O ¿una ilusión?... tal vez eran una consecuencia de los medicamentos tan fuertes que debía tomar.

¿Por qué Marinette tomaría medicamentos? Bueno, para saber la raíz de eso lo mejor era recordar lo que había ocurrido antes de este pequeño incidente.

Acaso... ¿eres tú? [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora