Capítulo 09: Sólo una oportunidad.

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Marinette estaba perdida, nada parecía tener sentido. ¡¿Cómo había pasado ese desastre en sólo un mes?! ¡Un mes! Un mes que se quedó en coma por sus cinco minutos de sentirse "la gran heroína" y ahora tenía secuelas físicas, mentales y gracias a dos chicos ahora, emocionales.

Bajó a comer tal como lo había pedido su madre, lo cual es mucho decir pues, sólo jugó con el contenido del plato, meciéndolo con la cuchara de un lado al otro del recipiente. Sabine le pregunto por si le había pasado algo en la escuela. La pelinegra quería gritar sobre el beso que le dio Adrien, lo que sentía por Claude, las dudas que inundaban su mente, y ahora las intenciones del modelo para con ella...

—Nada, no pasó nada interesante, mamá. —Comentó con una sonrisa forzada.

—¿Segura cariño? —El instinto materno de Sabine era suficiente para saber que ese "nada" significaba problemas. —Apenas si probaste tu sopa.

—Tengo dolor de cabeza, creo que será mejor recostarme un rato. —Lo mejor era huir, lo mejor era callar, lo mejor era no pensar en nada.

—Tienes razón, dormita un poco. —Sabine retiro el plato y lo cubrió con un poco de película estirable para después guardarlo en el frigorífico. —Cuando despiertes tendrás más apetito, no puedes malpasarte Mari, apenas te estas recuperando. —La mujer tomó con fuerza la mano de Marinette, quien quería gritar todo lo que le pasaba sin embargo, ya había preocupado en demasía a las personas que la rodeaban: sus amigos, compañeros, profesores, familia. Al menos por ellos debía guardar un poco la compostura y decirles que estaba bien.

—Lo sé mamá, soy la primera en querer volver a la normalidad, quiero regresar a mi rutina. —Sentía que las lágrimas querían salir de sus orbes. —Quiero mi vida de vuelta.

—Mi amor. —Sabine abrazó a su hija con fuerza, sabía que había algo más que la estaba rompiendo ese día. —Lo que sea que te pase, sólo dilo, hablar hace que los problemas sean más llevaderos.

—Estoy cansada, mamá. —Marinette exhaló para ocultar su sentir tras una fuerte respiración. No se refería al día que había tenido, hablaba sobre todo lo ocurrido. —Me voy a mi alcoba.

La joven rompió con el abrazo y subió a las escaleras. Necesitaba un momento, sólo un momento en que sus pensamientos se acallaran, quería ese instante de hacía unos meses cuando la sonrisa de Adrien era suficiente para emocionarla y ya. Cuando patrullar era común, cuando un akuma era algo emocionante y no un desencadenante del miedo.

Tikki sabía que su portadora no estaba bien, la recibió en su habitación un poco más recogida, pues la kwami se puso a limpiar para que Marinette se sintiera cómoda.

Marinette ingresó a la habitación y notó que Tikki había movido el enorme florero, eso le debió costar mucho trabajo, quizá lo había hecho para que no pensara en las palabras de su emisor más, era inútil.

Se sentó en el diván, estiró las piernas y se quedó contemplando a la nada. Su vida se había vuelto un rompecabezas y las piezas no encajaban. No sabía qué imagen se formaría. La kwami se acercó y acarició la cabeza de su portadora. La conexión que compartían le hacía saber todo el embrollo en el que se perdía.

—¿Crees que debería decirle a Alya sobre el beso? —Preguntó después de un largo rato.

—No, no es sensato. Ella quiere lanzarte a los brazos de Claude y si se lo dices, confrontara a Adrien y no creo que sea la mejor decisión. —Afirmó Tikki.

—Ahora no sé lo que siento por ambos. —Se recargó en el respaldo del diván y alzó la vista al techo.

Primero, debía ser objetiva. Adrien era un chico atractivo, dulce y se comportaba como un caballero, le atrajo porque se parecía a los protagonistas de sus libros favoritos. Sin embargo, nunca hablo bien con él, con trabajos cruzaban palabras y eso no bastaba para enamorarse de alguien. Quería un noviazgo como en los libros, lleno de cariño, de cosas en común, y tal vez por eso se acercaba a Claude.

Acaso... ¿eres tú? [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora