Capítulo 10: El dulce antifaz.

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Mientras acomodaba los panecillos en las diversas canastas no evitaba pensar en lo que había pasado en esos días.

Si su vida fuera una novela, ella sería la sencilla protagonista que su vida cambia cuando conoce a un príncipe de quien se enamora, pero al recibir su rechazo se aleja de él; cayendo en gracia de un caballero de brillante armadura. Si la historia seguía como creía... todo terminaría mal.

Le daba vueltas y vueltas al tema.

Adrien aparentó que no se interesó en ella y ahora su madre le contaba que fue casi todos los días a dejarle ramos de flores. Las flores que adornaban su habitación, siempre creyó que las ponía su mamá para alegrar el lugar, pero fue Adrien...

—¡Hola, Marinette! —La voz de Claude sonó en la panadería, haciendo que las tenazas con las que Marinette acomodaba el pan cayeran al suelo.

No podía verlo, se sentía como una mentirosa. No le estaba respondiendo como debía ser. Él era la representación más pura de caballerosidad y ella, se convirtió en la mentira que él creía y aceptaba. No, sencillamente ese no era el papel que quería desarrollar. Se quería creer como una protagonista aspiracional y no una que se dejaba caer en la tentación de un chico que la besaba y la hacía acariciar el cielo ante cada roce de él.

—Hola, Claude. —Saludó con desánimo. —¿Qué haces aquí tan tarde? —Eran cerca de las ocho de la noche, la hora en la que el trabajo en la panadería estaba en su punto álgido.

—¿Me estas evitando, Marinette? ¿Hice algo que no te haya gustado y por eso no me quieres ver? —La mirada del castaño se veía nebulosa, de verdad creía que ella le estaba huyendo y no podía estar más en lo cierto.

—Y-yo. —Fue interrumpida por una de las clientes que le preguntaba por alguno de los productos y otras personas esperaban que les cobrara. —Dame un minuto.

Recogió las tenazas y las dejó con los otros utensilios sucios mientras, se dirigía a atender a los clientes. Marinette quería ganar tiempo haciendo sus actividades en el local, conocía a Claude y él se daría cuenta de todo. Era muy observador, su aspecto más molesto porque no podría engañarlo. ¿Engañarlo? ¡Ya estaba pensando en engañarlo! ¡Entonces si estaba haciendo algo malo!

—Si gustas pasar, Claude. —Afirmó al ver que el trabajo se le acumulaba.

No quería verlo ahí, como esperando una explicación ¿Qué le diría? "Me he estado besando con Adrien estas últimas semanas y es él quien me ha mandado los ramos de flores además que está enamorado de mí y no sé cómo responder por que estoy confundida contigo y con él".

—No, yo lo lamento, no debí venir a verte. —Claude salió de la panadería, abriéndose paso entre los clientes. —Buenas noches, Marinette.

—No, espera Claude.

¿Qué esperaba decirle cuando no podía entenderse a sí misma?

Después de terminar su trabajo, subió a su alcoba. Quizá dibujando algo o cosiendo uno de sus diseños o esperando la dulce muerte sería lo mejor. La vida de una adolescente no podría seguir con ese ritmo apenas se estaba acomodando por todo, su problema en el hospital, sus conflictos en la escuela y ahora esto.

Se fue a dar una ducha, el agua caliente de la tina de baño la relajó, sus poderes de LadyBug yacían en su tranquilidad mental, eso es algo que no iba tan bien sobre todo, llegó a su mente las últimas dos semanas.

Después de la declaración de Adrien, terminaron el beso entre rostros ruborizados y jadeos. Para Marinette parecía un sueño curioso que su crush se le estuviera declarando y ¡ese sería el sueño para cualquiera! El modelo, atractivo, caballeroso, dulce, gentil y atento se convertía en un ser pasional que te declaraba su cariño. Era el mejor sueño.

Acaso... ¿eres tú? [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora