Shanon
* TRES AÑOS ATRÁS *
Era un aburrido día de invierno estaba en casa leyendo una novela de autoayuda, son tan interesantes. De repente, llamaron a la puerta.
- Hola- abrí la puerta y saludé a un hermoso chico con el pelo marrón oscuro y ojos pequeños de color café, era bastante bajito, pero cómo negarlo me pareció extremadamente guapo. Con ese pensamiento mis mejillas se sonrojaron y no pude evitar apartar la mirada.
- Hola, ¿ estas bien?, estas muy roja tendrás fiebre mejor no te molesto- se giró para irse, pero en un impulso mi mano se alargó para coger la suya. El chico se quedó paralizado y un corriente eléctrico me sacudió de arriba a abajo.
- No te vayas, quiero decir no tienes por qué irte no estoy enferma, ni esperando a nadie así que un poco de compañía me vendría como un guante.- respondí tras unos largos segundos que parecieron convertirse en siglos.
- Ah, claro porque estas sola... Bueno yo... Venía a... Estoy vendiendo cajas de galletas por el barrio para pagarme el fin de curso, ¿ quieres alguna?- Dijo y me enseñó dos cajitas una bastante pequeña y otra de un tamaño considerable.
- ¿ galletas? ¿ de qué son?-
- ah, si claro las galletas, la caja pequeña contiene diez, mientras que la grande contiene veinticinco- dijo pensando.
- No, mi pregunta era, ¿ de qué son las galletas?- dije yo y él se puso colorado como un tomate.
- Emm.. Si claro perdona, las dos cajas contienen las mismas galletas. Son unas dulces pastas de almendra recubiertas de chocolate negro, por supuesto las galletas son completamente artesanales. -
- Oh, deben estar muy buenas, por favor dame dos cajas grandes-
- Vale, me apunto tu pedido y sobre el fin de semana te las entrego y me las pagas-
- Perfecto, ¿ cuánto será?-
- Para una chica normal la caja sería a ocho euros, pero siendo tan amable te las dejo en seis en euros cada una- me guiño un ojo y se marchó.
Tras ese encuentro me volví al sofá en el que leía mi libro, juro que intenté volver al estado de concentración en el que estaba sumida antes de mi inesperada visita, pero no pude lograrlo y acabé por desistir de mi tarea. En esa tarde tan solo pude pensar en el chico de las galletas, como había llamado al misterioso castaño que había llamado a mi puerta, en él, en su sonrisa, en sus preciosas mejillas. sonrojadas y en muchísimas más de sus características que sin duda eran perfectas y dulces, pero mi querido lector no te equivoques, no estoy enamorada. El amor es el tipico cuento de hadas que utilizan para que sintamos que nos quieren y que algun dia encontraremos a ese alguien especial que nos hará sentir como unas princesas. Yo digo que para que me hagan sentir como una princesa ya estan las peliculas Disney y los disfraces de princesita rosa. No, el amor es una estupidez, no era amor sino atraccion. No pude negar que me sentia enormemente atraída por el chico de las galletas, incluso no pude negar que podría haber hecho una barbaridad a mis catorce años , pero eso no es de vuestro interés.
Al día siguiente, cuando volví del instituto en la puerta había una nota:
"Querida chica dulce:
Siento tanto no ser lo suficientemente valiente para echame en tus brazos, pero mi miedo a que te alejes de mi por mi aspecto sin permitirme decirte primero todo lo que pienso de ti me resulta tan escalofriante como horriblemente posible.
Mi queridísima chica dulce deja que te cuente un secreto llevo enamorado de ti desde que una hermosa tarde de lluvia te vi bailando muy emocionada en tu habitación, desde ese día la imagen de una chica con un moño mal hecho y un lápiz en medio del pelo vestida con un pijama de Mérida, la princesa Disney pelirroja con rizos, bueno creo que tu la conoces incluso mejor que yo. Por favor, chica dulce permíteme quererte y conocerte, te prometo que te haré la chica más feliz del mundo.
Atte. El chico que te promete el mundo."
Cuando acabé de leer la nota me sentí tan observada que miré a mi alrededor para entrar a casa por si alguien me estaba mirando. Internamente estuve preguntándome si alguien más habría leído la nota y quién sería mi " chico que me promete el mundo", al cabo de media hora dándole vueltas al asunto saqué dos cosas en claro. Primero, no le iba a dar más vueltas a la identidad de mi admirador y segundo, no creía que nadie la hubiese leído debido a que mis padres llevaban toda la semana fuera de casa, concretamente en Alemania, por el trabajo, no tengo hermanos y recordé que mi casa estaba vacía exceptuando a mi gata Missy y a Rosalía, una chica joven de unos veintisiete años delgada y esbelta con el pelo rubio trigueño y con muy buen caracter, sin embargo esta calma y el sereno timbre de voz que poseía se veían alterados cuando sus órdenes eran desacatadas siempre que tenía que cuidarme en ocasiones como aquellas en las que mis padres estaban de viaje, que resultaban ser la mayor parte del año, supongo que su vocación residía en ser el ama de llaves de mi casa y no una niñera.
Inmediatamente subí a mi habitación cogí un sobre y guardé la nota. En el reverso del sobre escribí con bolígrafo negro " NOTAS DE ANÓNIMO" y escondí el sobre en un pequeño hueco que había entre la pared y una estantería para que Rosalía no pudiese encontrarlo. Seguidamente hice los deberes y merendé junto a Rosalía unas riquísimas tostadas con mermelada, supongo que recuerdo esos pequeños detalles como el sabor de las tostadas porque jamás volví a probar nada tan delicioso porque esas tostadas no estaban hechas con rapidez y para saciar el hambre, sino, hechas con cariño y aprecio para saciar la necesidad de afecto. Después de merendar me dirigí al jardín para bañar a Missy, la que como siempre que había agua por medio opuso resistencia y tras unos diez minutos de empujones y zarpazos la logré meter en el agua. Tras enjabonarla, lavarla de nuevo, secarla con mucho mimo y peinarla con dedicación la dejé libre. El resto de la tarde me abandoné a manos de mi precioso ejemplar de Jane Eyre y el sillón de la pequeña biblioteca de mi casa hasta que sonaron las nueve en el reloj de la biblioteca, a duras penas dejé mi lectura a un lado y me di un baño con la música a todo volumen. A las nueve y media Rosalía llamó a la puerta del cuarto de baño y me avisó que la cena estaba preparada y lista para servirse, por lo que yo salí de la bañera ,me sequé con la cálida toalla que Rosalía me dio abriendo un poco la puerta, me puse uno de mis muchos pijamas Disney, me peiné y me hice una coleta para estar más cómoda en la cena. Durante la cena Rosalía y yo charlamos sobre diversos temas bastante banales hasta que pareció acordarse de algo importante.
- Esta tarde ha llamado un chico preguntando por ti- me dijo mirándome de pies a cabeza.
- Y, qué quería?-pregunté lo más indiferentemente posible, aunque debo admitir que en el fondo estaba deseando saber si mi anónimo me habría dejado otra pista u otra nota para mi.
- Tan solo me ha dicho que te traía las cajas de galletas que le pediste y al decirle que no estabas me ha dicho que mañana vendrá para dártelas y que le pagues lo acordado- al decir esto me decepcioné un poco ya que me hubiese gustado que fuese una carta de mi anónimo.
- Es cierto, ayer mientras estabas comprando llamó un chico a la puerta y me dijo que vendía cajas de galletas a diez euros para costearse el din de curso y yo le dije que quería dos cajas-
- Bueno pues mañana a las... seis creo que pasará por aquí-
Después de mi pequeña desilusión acabé de cenar y me fui a mi habitación. Me preparé la mochila para el día siguiente, ordené mi habitación que ya parecía una pocilga y me acosté. Poco a poco los brazos del morfeo me fueron acariciando y me deje caer en ellos para soñar con mi chico anónimo.
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¿Qué más da si estoy rota? [en edición]
Teen FictionAstrid Mahoney es un chica pelirroja, alta y rota. -Astrid,¿de verdad puedes con todo?