Tras mi pregunta mis "padres" se marcharon. Estela se fue rapidamente huyendo de mi, su mayor vergüenza y humillación, aquel fallo que no sabía como librarse de él. En cambio, José Manuel se quedó pensativo durante unos minutos sin ninguna reacción, se acercó a mi me besó la frente transmitiéndome todo el cariño posible que te puede transmitir un desconocido. Después de besarme con la cabeza agachada, cogió el pomo y antes de irse se detuvo.
- Mi pequeña Astrid, yo siempre he procurado tu bien y siento en el alma no haber podido llevarlo a cabo- susurró con voz entrecortada. En ese instante, levanté la cabeza, que inconscientemente había agachado, y miré su rostro. La capa de frialdad que siempre llevaba consigo parecía haberse quebrado e incluso me podría atrever a jurar que pude vislumbrar una diminuta lágrima corriendo por su mejilla. Finalmente, se agarró al pomo con más fuerza, lo giró y se marchó dejándome con una duda importante, ¿hasta qué punto merecen sufrir mi comportamiento?
- Mi princesa, ¿estas bien?- me preguntó Pau notablemente preocupado. No respondí a la pregunta, tenía cosas más importantes en las que pensar.
- Ayúdame a quitarme todo esto de encima- dije saliendo de la cama.
- Astrid- me llamó cogiéndome suavemente las piernas- no te han dado el alta y no quiero que te desmayes o algo así, de modo que te vas a tumbar en la cama y vas a esperar a que venga el médico para que revise tu estado.- dijo a la vez que volvía a colocar mis piernas sobre la cama.
- ¿ Me estas ordenando lo que tengo que hacer?-
- Mi reina entiende que debo protegerte de todos los males que pueda y advertirte sobre cualquier peligro que te pueda ocurrir-
- Entendido, ya me has advertido e intentado proteger. Vamonos de aquí, a menos que prefieras quedarte en el hospital con la enfermera a jugar.- dije esto y me levanté lista para irme, pero el me volvió a acostar suavemente en la cama.
- Verás preciosa, los trucos de chantaje emocional no sirven conmigo. Nos vamos a quedar aquí hasta que el médico venga a verte- me levanto con rapidez y me situo justo a su lado, quedando su oreja muy cerca de mis labios.
- Vámonos, Pau- le dije separando mucho las palabras y diciéndolas con un ligero rumor a gemidos y seguidamente, le mordí muy sensualmente el lóbulo de la oreja.
- Astrid me sorprende que seas así, no creas que el chantaje sexual sirve tampoco conmigo. Nos vamos a quedar en esta habitación de hospital, ¿por qué quieres irte?-
- Tienes razón, yo no soy así y te pido disculpas por ello, pero no me pidas que me quede en este lugar cuando no sé nada del paradero de dos de mis mejores amigas.-
- ¿Quién son? Quizá yo pueda darte algo de información de ellas.-
- Se llaman Diana y Rebecca- Al decir los nombres se le oscurecieron los ojos y su rostro empalideció.
- Mi querida Astrid ese me temo que es un tema que debes tratar con Adel... digo Shanon. Ella es la única que puede entenderte en vuestra situación y la única que tiene derecho a hablar contigo sobre ello.-
- ¿Qué sabes de ellas? ¿Cómo estan? ¿ Qué les pasa? ¿Dónde estan? ¿Estan..- no pude acabar de formular la pregunta porque un hombre vestido con una bata blanca irrumpió en la habitación.
- ¿Es usted la señorita Mahoney?- me preguntó el hombre
- Sí, soy yo- el hombre pareció recordar algo y abrió los ojos con asombro.
- Disculpe a usted le atenderá otro doctor, perdone la molestia.- asentí sin darle mucha importancia y me acosté ya que notaba mis piernas a punto de desmoronarse. El hombre salió de la habitación dejándonos a solas de nuevo a Pau y a mi.
- Pau, me siento sola. ¿ Quieres tumbarte a mi lado?- pregunté ruborizada.
- No, creo que sea lo me...-un portazo interrumpió nuestra conversación.
- Hola linda- dice un chico joven vestido con una bata blanca de médico, seguro que es mi doctor.- Soy tu doctor- toma lo sabía.
- Para eso no hace falta ser adivina inteligente- respondió Erika en mi cabeza sarcásticamente.
- ¿ No te han dicho jamás lo insoportable que eres?- pregunté
- La verdad, me lo dices todo el tiempo deberías renovar tu vocabulario, siempre usas los mismos adjetivos-
- Ahhh... Me sacas de quicio-
- Astriiiid- un grito me saca de mi discusión mental. Pau y el doctor me miran fijamente como si quisieran que les respondiese a algo.
- Em... Estaba pensando, ¿ podeís repetir?- pregunté con mi mejor sonrisa.
- Claro linda- responde el doctor ganándose una mala mirada por parte de Pau.- Preguntaba por si te encontrabas mejor-
- Sí, me encuentro perfectamente ¿Me puedo ir ya?- pregunté suplicante. Odio los hospitales, me hacen sentir enferma además no me trae muy buenos recuerdos.
- No, primero habrás de hacerte unos análisis para comprobar que estas bien-
- ¿ Por qué no me los estan haciendo ya? Quiero irme Pau-
- Estrellita n...-
- ¿Cómo me has llamado?- pregunte entre confusa y muy enfadada.
- Estrrrellitta- respondió tartamudeando. Al oir ese apodo mis ojos se abrieron más de lo normal y me clavé las uñas en las palmas de las manos .
- ¡Fuera!- grité señalando la puerta y él cabizbajo obedeció sin rechistar. En el fondo no hizo nada malo, pero los recuerdos cortan.
Editado
N/A
Hasta aquí llega la edición de los capítulos los que suba a partir de este estarán bien ( o eso intentaré)
ESTÁS LEYENDO
¿Qué más da si estoy rota? [en edición]
Teen FictionAstrid Mahoney es un chica pelirroja, alta y rota. -Astrid,¿de verdad puedes con todo?