Rebecca 's pov
Respiro el aire entra por mi nariz se cuela por mis pulmones y sale de ellos quemando todo a su paso, como una gran bola de fuego, hasta respirar duele y se convierte en una tarea casi imposible de realizar, tan imposible y tan irreal como lo es la amistad. No me voy a mentir más, la amistad que todos los cuentos narran con tanto ímpetu es tan falso como asegurar que estoy viva en este momento. Si me paro a pensar incluso me resulta gracioso el modo en el que se han ido desarrollando los acontecimientos, si me paro a pensar hace tan solo dos meses y medio tenía amigas, tenía casa, tenía vida, tenía... me tenía a mi misma y ahora tan solo me queda los vestigios de lo que fue ahora tengo los recuerdos de mis supuestas amigas, tengo una casa vendida, tengo un infierno, tengo... todo aquello de lo que llevo huyendo durante toda mi existencia, ahora vacia y sin sentido alguno.
No empezó de una forma tan descabellada ni de la manera que se espera que ocurra el final de una novela policiaca en la que ya te han contado el final.
Todo empezó cuando Astrid se desvaneció en el pasillo de su casa. Vi el chorro de sangre que le manaba de la cabeza y corrí hacia el teléfono debía llamar a una ambulancia de inmediato por cada segundo que perdía un poco más de la vida de mi amiga se escapaba.
- Dígame ¿qué sucede?- preguntó un hombre con voz ronca por el altavoz
- S-si verá mi amiga se h-ha d-dado un g-golpe en la c-cabeza y emana mucha sangre- dije tartamudeando.
- Indíqueme el lugar de los hecho y de inmediato una ambulancia irá-
- E-estamos en la calle Bellavista número 31-
- No se mueva la ambulancia ya está de camino- dijo y colgó dejándome con el teléfono en la mano sin saber que hacer.
Pasaron los minutos y yo seguía en medio del salón de Astrid perdida una idea brillante cruzó mi mente, debía abrir la puerta para facilitar la entrada y salida de los enfermeros y eso hice. Como si hubiese leído la mente a los enfermeros abrí la puerta y allí se encontraban corriendo hacia mi con una camilla. Yo como acto reflejo salté hacia atrás para dejarles pasar. Cogieron a Astrid de los pies y de los hombros la levantaron y la pusieron sobre la camilla y se la llevaron a la velocidad de la luz a la ambulancia. Como si de un impulso se tratase cerré la puerta de la casa, corrí hacia la ambulancia y entré junto con Astrid que seguía en la camilla perdiendo sangre considerablemente. Astrid cada vez estaba más pálida incluso el color rojo de su pelo parecía ir perdiendo intensidad a cada segundo al mismo tiempo que mi miedo de perderla iba aumentando.
Tras unos minutos llegamos al hospital, con una maña envidiable bajaron la camilla de la ambulancia a una velocidad asombrante, corrieron y se perdieron por los pasillos del hospital mientras a mi se me informaba que debía permanecer en la sala de espera hasta que estuviese estabilizada. Por lo que me dirigí a tal sala hasta que me llamasen para saber el desenlace de la situación. Llevaría aproximadamente media hora esperando cuando alguien me tocó el hombro.
- ¿Eres la chica que acompañaba a la pelirroja que ha entrado por urgencias?- me preguntó a la chica que reconocí como la enfermera del puesto de información. Era una chica joven que no sobrepasaría los veintiocho años, bastante bajita, cosa que intentaba pasar desapercibida con unos tacones , era más bien delgada con el pelo corto castaño que destacaba por sus notables mechas rubias.
- Sí, soy yo ¿ ha habido alguna noticia?-
-No, por ahora tu amiga sigue en el mismo estado, ¿podrías acompañarme ?-
- Claro- La acompañe encantada de poder moverme después de un buen rato en la misma postura, había sido un día largo y en unos minutos más hubiese acabado dormida completamente.Caminamos durante unos dos minutos hacia la otra ala del hospital y llegamos al punto de información.
- Le he dicho que viniese para responder a unas preguntas sobre la identidad de su amiga y la suya-
-Contestaré encantada a cualquer pregunta-
- No se preocupe serán tan solo un par de preguntas, ¿cómo se llama su amiga?-
- Se llama Mahoney, Astrid Mahoney-
-¿El lugar al que ha acudido la ambulancia era su casa?-
- No, no era mi casa era la de Astrid-
- ¿ Ha llamado usted a sus padres o tutor legal?-
- No, lo siento, ni siquiera lo había pensado- En ese momento me di cuenta de que no había avisado ni a Christian, ni a Adelaida, ni a Diana, interiormente me lamenté de ser tan despistada, ¿cómo podía haber olvidado avisar ni tan siquiera a sus padres?
- No pasa nada es normal está asimilando los hechos- dijo suavemente- ¡Odalyn!- gritó de repente.
- ¿Qué sucede Alexandra?- preguntó una joven que tendría poco más de mi edad que apareció corriendo por el pasillo. Era un chica joven, como he dicho anteriormente, era un poco más alta que Alexandra, la enfermera, y poseía una delgadez por el que muchas chicas hubiesen pagado, pero aparte de este detalle era una chica corriente castaña con el pelo liso.
- Busca en la base de datos a Astrid Mahoney y llama a sus padres-
- A la orden- dijo y del mismo modo inesperado en el que vino se fue.
- Bueno continuemos, ¿cómo se llama usted?-
- Yo me llamo Rebecca Stone-
- ¿ Me podrías contar que pasó Rebecca?
- Claro, estabamos Astrid y yo en su casa..- procedí a contarle todo lo sucedido.
- Vale muchas gracias, la avisaremos con cualquier noticia nueva sobre Astrid-
- Ha sido un placer- contesté y volví a la sala de espera. Al entrar me senté en el asiento que había ocupado anteriormente y no me di cuenta de que ese era uno de los errores capitales de mi vida.
- Pequeña muñequita hueca me habías estrañado, ¿ verdad?- dijo una voz en mi cuello. Conocía demasiado esa voz ronca debido a la cantidad de tabaco que consume, me agarró del brazo con fuerza y me repitió la pregunta cada vez más cerca de mi cuello.
EDITADO
ESTÁS LEYENDO
¿Qué más da si estoy rota? [en edición]
Ficção AdolescenteAstrid Mahoney es un chica pelirroja, alta y rota. -Astrid,¿de verdad puedes con todo?