CAPITULO 1

54 3 0
                                    

Los kilos me pesan. No tanto como me pesan las miradas. Me llamo Rafaela Rivera y tengo 14 años, soy de Argentina, pero desde hace unos años vivo en Corea del sur, ya que mi padre es Coreano.

 No me veo redonda pero muy poco puedo parecerme a esas modelos de la tele. Me harté de escuchar el típico "Tenes una cara preciosa" mientras piensan "lástima el cuerpo". Incluso me lo han dicho: "Vos con unos kilos menos serías una diosa". Mi cara, lo admito, es linda pero quiero pensar que algún beneficio tenemos que tener las mujeres de caderas anchas.

Sé, en cambio, perfectamente, los beneficios de ser delgada hasta los huesos. "Flaca zaraca", como dice mi abuela. Lo sé porque tengo dos ejemplares en casa. Que no he podido imitar. Mamá y mi hermana. Sí, la abuela también pero no vive con nosotras.

Me he cansado de ver bailar a mis amigas y me resigné a que eso para mí no es. Los varones y yo nos relacionamos históricamente sin relación alguna. Ni amigos, ni novios, ni nada.

Además, soy tímida. Y callada. Y las cosas que me gustan no las puedo compartir con mis amigas. Me gustan los libros, el cine y el teatro y otras cosas arriesgadas. Pero, por sobre todas las cosas, amo mi violín desde que cayó en mis manos luego de que papá se fue. "Papá tocaba el violín como los dioses", dice mamá siempre que acepta hablar de él.

Voy a fiestas de vez en cuando para estar con las chicas, pero no porque me guste el apretujamiento de gente y que todo el mundo observe y se muestre. No me gusta mostrarme, ni que me observen.

En el autorretrato que me pidieron en el colegio tengo que incluir lo físico. Incluiré solo la cara, el resto del cuerpo no existe. O existe en abundancia. Por lo tanto, de mí puedo decir que tengo la cara redonda y la piel color durazno (lo dice el abuelo). El pelo largo, del mismo color de un carozo de durazno, un morado intenso. Los ojos azules y la mirada de hielo. Esto último acotado siempre por mamá: "Vos tenes una mirada que lastima". Y puede ser, porque de alguna forma me tengo que defender de las cosas que pasan. Me encanta tener la mirada de hielo.

Seguramente jamás llevaré esto al colegio porque no me interesa que lo lea nadie, ni siquiera Irene, que es la profesora que más quiero. La única que sabe que existo, ahí, en el fondo del aula. Porque con los profesores tampoco me llevo. Ni me van ni me vienen. 

Rafaela (NCT DREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora