CAPITULO 4

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Vivimos en una casa. Grande. Cada una tiene su habitación y mamá, además, tiene un estudio con archivos y sus libros. La cocina es enorme. La utiliza más que nadie Tina, que es la señora que trabaja en casa. Tina y yo, porque me encanta cocinar. Mamá apenas sabe hacer fideos y se le pasan. Aitana algo cocina, pero lo que más le gusta es comer. Cada vez que la observo no dejo de preguntarme dónde mete tanta comida. Porque es un palo de flaca.

La cocina da al patio, terreno de Minerva. Minerva es la perra, un miembro más de la familia y mi compañera de las noches en que las dos nos quedamos solas comiendo helado (yo, ella no) mirando una película. Paso muchas horas sola. Sobre todo los fines de semana, pero no es algo que me preocupe, todo lo contrario. Me gusta la casa tranquila, y no me da miedo de que entren ladrones. La mayoría de los sábados a la noche estoy sola.

Típica escena de sábado. Mamá hablando por teléfono horas con sus amigas. La mayoría divorciadas como ella. Arreglan algo para más tarde. Mamá corta y le pregunta a Aitana si va a salir. Aitana sale siempre. Y mamá camina hasta el teléfono avisando que va a llamar a las chicas, que para qué salir, que se va a quedar a acompañarme. Entonces yo, que no quiero ser la causa de su aburrimiento un sábado en la noche, le digo que vaya, que no se preocupe por mí. Que se lleve el celular y cualquier cosa que necesito le aviso. Mamá viene, me da un beso y me ofrece llevarme al video para alquilar algunas películas. Siempre me quiere comprar comida en la rotisería de la avenida. Y siempre le digo que no. Que me cocino yo. Más tarde se visten las dos, preguntándose mutuamente cómo están. Yo miro. Sobre todo, el ritual del maquillaje, en el que cada una en su baño parece un calco de la otra. Mamá se arregla el flequillo rubio y se acomoda las puntas que le alcanzan a los hombros. Aitana se pone una vincha mínima y se eriza con gel el pelo corto que lleva detrás de la vincha. Se lo cortó casi como varón luego de tenerlo como yo de largo. Le queda hermoso. Porque Aitana tiene una cara especial. Generalmente mamá se pone un vestido y Aitana, pollera, sandalias y una remera. Y se van las dos. Cada una por su lado. A Aitana la pasan a buscar las amigas y mamá pasa a buscar a las suyas.

Minerva me mira desde el comienzo de la escalera, vaga para subir. Espera que me ponga el pijama y baje a cocinar. Los sábados le hago unas mezclas que resultan más que delicias para cualquier perro. Después de comer nos acomodamos frente al televisor. Sé que mamá odia que la perra se suba al sillón porque lo llena de pelos. Pero mamá sale y no se entera y antes de que vuelva sacudo mucho los almohadones.

Rafaela (NCT DREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora