El intruso

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Ethan

Habían sido unas largas dos semanas, apenas puedo creer que pase tiempo con Mark, ya que hubo tanto que hacer y tan poco tiempo, el baile aquel que se organizó fue todo un éxito aunque la peor parte fue en la que le presentaron a todas las posibles "esposas" que podría elegir el rey, lo que ellas no saben es que ya tiene pretendiente, pero lo mejor de todo fue que logre bailar aunque sea una pieza musical con Mark, obviamente no enfrente de todo el mundo, fue en un lugar privado dónde la música se escuchaba, la vista era hermosa y la luz de la luna hacia que el paisaje fuera perfecto, cursi ¿No? Incluso pude darle más de un beso a ese lindo oso, fue la noche perfecta.
Las horas pasaban yo, como de costumbre (cuando Mark deseaba salir) tenía que acompañar a el rey en su paseo por el pueblo, esta vez sólo fue una visita rápida en realidad, más que un simple paseo fue a hacer un encargo a un amigo muy especial. Llegamos al establecimiento y nos dispusimos a entrar, pero algo me detenía, una duda.

- ¿Estas seguro de querer hacer esto? -Le cuestione antes de que cumpliera con su cometido.
- Por supuesto ¿Acaso tu...
- Ni dudarlo, quiero hacerlo.

Con esto solo abrí la puerta y ahí estaba, ese caballo regordete y su amiga-empleada coneja "trabajando" como siempre.

- ¡Ernest! -Dijimos al unísono.
- ¡Chicos! Es un milagro ¿Que andan haciendo por aquí? -Pregunto mientras sacaba una charola con pan.
- Hemos venido a solicitar un favor muy, muy especial.-Dijo el oso.
- ¿Y es tan importante para que no saluden a su coneja favorita? -Se quejó Gina.
- Lo siento Gina ¿Como estas? -Le di la mano.
- Cariño, necesitas más que un "Lo siento" para contentarme.
- ¡Huy! Perdone señorita "ya me urge marido".
- Mira quien lo dice...

Mark
Esos dos, siempre peleándose , pero bueno es típico cuando venimos aquí.

- Ernest ¿Tienes un momento? -Dije mientras le abría la puerta para que habláramos afuera.
- Por supuesto, lo que sea por ti muchacho.
- Verás... Yo sé que no es común que te pregunte esto pero ¿Tu hermano aún es herrero?
- Si, aún vive en el Reino adjunto ¿Por que?
- Bueno... Yo quería pedirte un favor, que si... ¿Podrías perdirle que haga anillos de compromiso? -Sonreí nerviosamente.

El caballo regordete se quedó un poco impactado al escuchar lo que había dicho, no tardó mucho en cambiar su expresión a una pensativa y finalmente me sonrió asintiendo con la cabeza.

- Por supuesto muchacho, me alegro que por fin hayas encontrado a alguien, pero dime ¿Quien es la afortunada?
- Bueno de hecho...

*Sonido de algo rompiendose*

Está adentro peleando con Gina -Dije y rápidamente volvimos a entrar.

Adentro solo podíamos ver como Ethan se retorcía en el suelo mientras estaba amarrado y amordazado, en cambio, Gina estaba sentada sobre el mostrador riéndose y viendo como se retorcía el tiburón, nosotros quedamos atónitos ante la escena.

- ¡Oh! Ya han vuelto, Ethan y yo... -Volteo hacia donde estaba el tiburón-Llegamos a un acuerdo. -Sonrío inocentemente .
- Y que acuerdo -Dijo Ernest aún en estado de shock.
- ¿Tus acuerdos podrían excluir el causarle daño físico a mi novio? -Dije mientras me acercaba a ayudar a mi chico.
- Bueno yo. Espera... Acaso dijiste ¡¿Novio?! -Se veía sumamente impactada.
- ¡Así es! -Dijo Ethan cuando le quite la mordaza- Este peludo de aquí es todo mío ¿Ahora quien es la que no tiene pareja? Así es ¡Tu! -Se burló mientras lo liberaba.
- ¡Meh! Al menos yo puedo conseguir a alguien cuando me de la gana.
- Pero no a este galán -Me señaló.
- Bueno, eso es cierto, has ganado está vez pero ¿Que es una entre cien?. En fin ¿Cuando es la boda?
- Aún estamos planeando eso -Dije finalmente.
- Y yo seré la dama de honor del pecesito -se burló la coneja.
- Yo seré el padrino -Grito Ernest desde el otro lado del local.
- ¿Y quien dice que serás mi dama de honor? Y más importante ¿Quien dice que yo soy la chica?
- Es más que obvio, cariño.
- Bueno, suficiente, es hora de irnos -Interrumpí antes de que se desatará otra Guerra -Tenemos mucho que hacer.
- Que les vaya bien -Decía Ernest con una escoba en la mano.
- Hasta luego chicos, por cierto, nosotros haremos el pastel -Dijo Gina comenzando a anotar en una libreta.
- Más te vale que no lo envenenes.
- Ya dejala, tenemos que irnos, hasta luego -Dije y salí de ahí seguido por Ethan.

El Rey Y El Plebeyo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora