VI. ¿Qué?

26 3 1
                                    

Estaba agotada, hacia noches que no dormía mas de cuatro horas, la uni y el trabajo me estaban matando. Yo siempre he sido de quejarme al primero que vea para sentirme mejor. Me quejaría a Sara pero esta demasiado ocupada con su ex que no para de pedirle explicaciones  por su repentina ruptura, y sobre todo, que cada vez que nos veíamos me empezaba a contar como sería su vida con Ethan, ¿a mi que me importa la raza de perro que vayan a tener?.

Así que opté por mis dos vecinos, Alan y Brad. No hablaba con ellos desde hacia semanas pero no tengo mas amigos, ni si quiera conocidos. Así que fui a su casa.

-¡Ah!, hola Melinda, ¿te has vuelto a quedar sin sal?- Preguntó Brad al abrirme la puerta.

-No, que va, era porque me gustaría, ehh....-mira que soy estúpida, ahora que le digo¿que quería quejarme con vosotros porque mi única amiga esta loca?-bueno, solo quería hablar-termine la frase con una sonrisa bastante incomoda.

-Pasa, pasa, a decir verdad,estaba esperando el momento de que te decidieras a venir aquí con intención de iniciar una amistad.

(Si, exactamente por eso he venido, claramente).

Entro a su apartamento perfectamente recogido y decorado.

-¿Dónde esta Alan?

-Ay, es un presumido, esta en el baño repeinándose por quinta vez, nos vamos dentro de una a una pequeña fiesta en casa de unos amigos, ¿quieres venir?- me dijo levantando las cejas.

-Me encantaría pero tengo mucho lío con la universidad.

-Sí, ten entiendo, yo cuando fui tuve la misma vida social que la señora del super- me reí, porque cuando ibas a comprar al super la cajera te empezaba a contar la vida de sus gatos.

Melinda, hola cariño-me dijo Alan dándome dos besos.-¿Qué te trae por aquí?

-Necesita consejos- dijo Brad- y yo aún no la he dejado hablar, venga cuéntanos- dijeron los dos mirándome fijamente.

Ahora no podía empezar a quejarme, me habían caído demasiado bien así que opte por otra cosa que también me interesaba.

-¿Qué sabéis sobre la tienda de antigüedades que hay aquí al lado?-pregunté con interés.

-Bueno aparte de que la dueña tiene un nefasto sentido de la moda-dijo con cara de indignación- yo se que por allí no va a comprar mucha gente, es como si cuando pasases por allí te entran malas vibraciones, bueno supongo que eso lo habrás notando ¿verdad?-me pregunto Alan.

-Pues la verdad es que no, de hecho me he comprado un diario y un espejo de allí y me gustó bastante visitarla.

-Vaya, debes ser la primera persona que me dice eso- dijo Brad- ¿porqué lo preguntas?

-Bueno, la verdad es que cuando me compré el espejo Sara lo vio y se puso muy rara y se enfadó conmigo.- los dos se me quedaron mirando atónitos.

-¿Estas hablando de Sara?, ¿la que vive en este edificio?- me pregunto Brad.

-Sí, ¿que pasa?- pregunte etrecerrando los ojos.

-¡Ay, dios!- Gritó Alan.

-¿Pero que pasa?- dije ya un poco asustada.

-Bueno, la gente habla mucho, por allí se dice que hace unos cuantos años ella estuvo metida en algo muy siniestro.-me contó Brad.

-Sí, nosotros nos mudamos a la vez que ella- añadió Alan.

-Bueno, el caso es que eramos amigos al principio, pero después se empezó a comportar de una manera muy extraña, cada vienes venían dos hombres uno mayor y otro mas joven que ella, y hacían cosas muy extrañas.......-dijo pensativo.

-¿Qué tipo de cosas?- pregunte muy confusa.

-No lo sabemos, se lo intentamos preguntar varias veces y nos esquivaba la pregunta o negaba la existencia de estos hombres.- Dijo Alan.

-Pero....- Brad me cortó.

-Aún no he terminado- me dijo haciéndome un signo de stop con su mano-lo mas increíble es que un día vino la policía a su puerta y ¿a que no adivinas que?, cuando volvimos a mirar los polis desparecieron y apareció la señora e la tienda.

-¿Qué? ¿porque vendría esa señora a su casa?- pregunte aún ordenándome estos hechos en mi cabeza.

-No lo se, pero lo que se es que sigue viniendo todos los viernes, a las 3:00 de la madrugada o así, prefiero no saber lo que hacen- me contó Alan.

-Vaya, esto no me lo esperaba.

-Bueno cariño nos tenemos que ir ya a la fiesta.- dijo Alan.

-Vale, me voy a mi casa adiós.

-Adiós-dijeron al unisono mientras yo me metía en mi casa.

Cuando entre, cerré la puerta, que seguía rota y me senté en el suelo a pensar. ¿Porqué Sara haría algo así? No parece el tipo de personas que hace cosas ilegales. ¿Quienes son esos dos hombres? ¿y que hace la propietaria yendo a su casa tan tarde? No entendía absolutamente nada. Me undi en mis manos a pensar, giré la cabeza y me vi en el espejo, todo esto empezó cuando  me lo compré, ¿que tiene de especial?.

Estaba muy confundida, me quede un rato mirándome fijamente pensando en todo lo que había pasado, y sin venir a cuento,

me desmayé.



Lo siento, se que no he escrito nada.

Inessa.



LAS SIETE CARASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora