Habláis de lo doloroso que es que una persona se lleve una parte de ti, pero no sabéis lo difícil que es tener que arrancártela tú misma.
La autodestrucción consumiendo la esencia guardada en un reloj de arena.
La imposibilidad de la probabilidad de echar a volar juntos y no separados.
El quererte y no tenerte.
Cuantas noches me he dormido imaginándome entre tus brazos como quien busca refugio en plena guerra fría, pudiendo recorrer todas las líneas de tus manos, recordando los atajos, las vueltas de rosca, los besos comprimidos y las ganas envueltas.
Ahora son mis pies lo que pisan un campo de minas, los que sufren los golpes de orgullo y evitan el abandonar.
Menos mal que antes de entrar en terreno hostil hice de mi capa un sayo y ahora tengo una armadura que recibe todos tus golpes encantada, porque ya no puede estar más estropeada, por qué la da igual el mal tiempo, porque siempre muestra su mejor cara.
Ahora vivo guerras distintas todas y cada una de las noches, las secuelas me dejan cada mañana más fría y ya no se distinguir cuando es verano o es invierno.
Las heridas no cicatrizan, solo sangran y no sé por dónde empezar a cerrarlas, si por el final y poder olvidar o por el principio y aprender a superar.
Tan solo puedo decir que me echo de menos.
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Dulce introducción al caos
PuisiTodas las palabras Todas las acciones Todos los recuerdos Todos los momentos ...