Las dos últimas clases y ya por fin estaré fuera de este lugar. Me siento un poco mejor pero estoy muy débil y puedo volver a sentirme peor en cualquier momento.
Las clases concurren lentas y aburridas pero al fin ya estoy camino a mi "casa". Voy caminando y pensando cualquier cosa que me pasa por la cabeza y en un segundo estoy mareada, no encuentro de donde sujetarme y caigo al suelo. Ahora estoy inconsciente a cinco calles de mi respectiva. Sólo veo oscuridad, unos brazos me sujetan y ahora sí que no siento nada.
Luego de un rato despierto y siento un dolor intenso en el codo derecho. No recuerdo nada. Abro los ojos poco a poco y me alarmo al ver que está no es mi casa, ni mi habitación, ni siquiera un Hospital. Es una habitación gris con el techo blanco, una cama -donde me encuentro- matrimonial, sábanas grises y almohadas negras, una mesita de noche a la izquierda y otra a la derecha con lámparas cada una y en frente de la cama una televisión bastante grande, sin contar la puerta que está al lado del armario de puertas blancas. Una habitación bastante varonil y me asusto más cuando siento unos pasos acercarse a la que se supone es la puerta principal.
Entra un chico -lo sé por su silueta- no distingo su rostro gracias a la luz que proviene de fuera, detrás se escuchan tacones y aparecen al lado mío nada más y nada menos que Andrés y la tal "Camila".
Lo que menos imaginé fue que tendría que ser rescatada por Andrés y su novia. Andrés se percata de que estoy despierta y se acerca casi corriendo al lado derecho mientras me sujeta la mano y se pone de rodillas.
—Jane, maldita sea, que susto me has pegado. ¡Joder!— exclama con frustración, acariciando mi mano.
—Querida, debes alimentarse mejor, de seguro que no haz comido nada ¿Porqué?—asegura y pregunta la maldita perra esa. Si ella supiera ni siquiera opinara sobre mi vida, ella de seguro está acostumbrada a comer cada vez que tiene hambre y a ser complacida. ¿Que quiere que haga? ¿Que salga a robar si no tengo dinero? Mejor que se calle el hocico.
—En primer lugar, yo no pedí que me traigan aquí, en segundo a ti- señalé a Camila con la otra mano- no te importa si como o no como ni a la hora que lo hago, no es tu problema, y aunque les agradezca mucho el no haberme dejado tirada ahí, tengo que irme.— aclaré mientras soltaba mi mano de la de Andrés bruscamente y comencé a salirme de las sábanas.
—Jane, espera, por favor— suplica Andrés agarrándome la muñeca del brazo dolorido y seguido de esto hago una mueca de dolor. —Lo siento Jane- dice soltándome, mirando a Camila, a mi y viceversa.
***
Tenía la esperanza de que me iba a tomar del brazo y pedirle a Camila que se fuera lejos, pero no. No lo hizo. Sólo se quedó como estúpido mirándome y eso lo tomé como que podía irme y pues no me detuvo.
Voy de regreso a casa y aún no recuerdo si comí.. Ah si, creo que Andrés me dio algo de comer y no recuerdo lo que fue.
Al ver la puerta de mi casa dirijo la mirada a la camioneta que está aparcada en el garaje y eso solo significa una cosa.. Aquí está mi «Padrastro».
Me adelanto hasta la puerta y está cerrada. «Que extraño». Pienso. Busco las llaves en mis bolsillos hasta que la encuentro junto a mi teléfono. La coloco en la perilla, la giro y lo que veo a continuación me deja petrificada. El que se supone es mi padrastro apuntándose con un arma a la cabeza en medio del salón.
Hay un hombre a su derecha mirándolo fijamente. —¡Adelante, hazlo maldito bastardo!– le grita y me sobresalto un poco. —¡Perdóname Jane, lo siento!– me grita mirándome fijamente, seguido de esto no me da tiempo a reaccionar y se escucha un disparo. «Se ha disparado». Cae al suelo causando un ruido sordo en la madera. —Ya has pagado tu condena, enfermo. –dice el hombre en traje negro pasando por el lado del cuerpo sin vida del hombre que me hizo tanto daño. Sale pasando por mi lado y se sube a un auto negro que antes no había visto, entra y seguido salen unos hombres a sacar el cuerpo mientras limpian y lo entran en la cajuela.
Sigo parada sin moverme en el mismo lugar de antes, esto es demasiado que procesar. El auto quema llantas y puedo ver cómo se aleja y dobla en la esquina. Intento correr pero aún me duele el cuerpo por los golpes que he recibido. Entro y corroboro que está todo limpio y sin rastro de lo que mis ojos acaban de presenciar.
Cierro la puerta detrás de mí y me dejo caer en el suelo detrás de la puerta. No se cuanto duro así sólo se que me he quedado dormida.
Ya despierta por el dolor en las piernas, pienso que todo fue un sueño y hago memoria, miro al reloj y me alarmo al ver que son las 11 de la noche.
«No fue una pesadilla después de todo».
Me levanto con dificultad y veo un sobre blanco en la encimera de la cocina. Lo tomo y lo abro. Empiezo a leer y creo que mi boca se ha desencajado.
-Querida Jane:
Te parecerá extraño ver una carta luego de presenciar aquel acto. Lo siento, espero no causarte un trauma, pero era necesario.
Ahora te preguntarás que quién soy y porque he hecho esto. Lo merecía después de todo.. ¿no es así? No sientas pena, era un mal tipo y te aseguro que está pagando lo que te ha hecho en el infierno.
¿Tienes idea de quién soy? ¿No? Pues, soy tú padre. No te alarmes, no soy el malo aquí. Sólo he estado averiguando el paradero de mi hija perdida. Lo he conseguido y mírate, no sabes lo que he hecho por encontrarte y espero con ansias el momento de encontrarte mi querida Jane.
Sin nada más que decir, te quiere tú padre.
Paul.
Mi cara debe de ser un espectáculo. Me dejo caer en el taburete a mi derecha. No me la creo, joder, es demasiado que procesar. Reitero, demasiado para procesar.
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Returning to the Past.
RomanceJane y Andrés. Separados y obligados a olvidarse el uno del otro. ¿La distancia que un día los separó, hoy los volverá a unir? Esperemos que sí, a pesar de que muchas cosas se van a interponer, talvez logren salir adelante con sus sentimientos.. tal...