Capítulo 1: Clase

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El despertador sonaba demasiado alto aquella mañana. Posiblemente era a causa de la nueva habitación. Las 7:50, decía. Desayunó y se dirigió a su nuevo instituto.

- ¿Instituto Marino? Creo que falta una A.

- Me encanta, todos los nuevos decís eso. 

- ¿Y tú eres..?

- Oh, me llamo Sonia. Encantada. Espera, ¿tu eres Jorge Velencoso?

- Eh... Si.

- Ah, pues vamos a la misma clase. Espera, te acompaño.

- Bueno, vale.

Seguía pensando, este Jorge nuestro. No recordaba a nadie llamado Sonia en su clase. Al rato, recordó. 

- ¿Nevermind?

- ¿Eh? Ese es mi apellido, ¿pasó algo?

- Ah, nada, lo siento.

Llegaron a la clase y se sentaron en una mesa del final de la clase. Pasados unos minutos, llegó la directora del instituto a la clase, Mariam Martínez.

- Hola, chicos. Me llamo Mariam Martínez, soy la directora de este centro. Bueno, como alumnos recién llegados a 4º, os debemos explicar la nueva ley, la MIUMPEN (Me Importa Una Mierda Pero Es Nueva). Básicamente es como si repitieseis 3º otra vez. Y bueno, aqui llega vuestro tutor, Paco Memela.

- Espera, ¿Se llama así?

- Shh, no te rías de ello, nos acabamos acostumbrando. Además es majo y todo.

- Hola, otro año más a algunos - Dijo mientras miraba a uno de la tercera fila - y por primera vez a otros. Soy Paco Memela, y sin contar mi nombre os aseguro que mis clases no tendrán gracia. O eso diría si fuese el típico profesor y eso. ¿Si o si? 

-¡Si!

- Perfecto, mis pequeños padafours, ahora espero que paséis un curso lleno de esperanza y de diversión. En fin, os daré el horario, los profesores, y después del recreo nos empezaremos a conocer un poco.

- Uh, profe... - Dijo un chico que estaba sentado solo en cuarta fila.

- ¿Si, colega?

- ¿No debería ser más calmado?

- Como dices, chico, para calmado mi Squirtle. Por ser profesor no tengo que ser un hijo de puta, ¿Si o si?

- ¡Si!

- ¿Ves? No es la típica clase de mierda en la que no haces nada más que hablar y no atender. Aquí o haces las dos cosas o no avanzas. O si no, pregunta a Andrés, aquí presente. - Volvió a mirar al chico de tercera fila.

- Eh... Pero...

- A ver, ¿cómo te llamas?

- S-Sebastián...

- Bueno, mi pequeño cangrejo, aunque estés acostumbrado a la severidad, esto está para relajarse y no perder las esperanzas en el futuro. Así que no seas tan aguafiestas.

- Entendido, señor.

- Y no seas tan formal. En fin. A esta hora tendréis...

Unas horas después llegó el recreo. Y ahí fue donde todo dejó de ser tan normal.

                                                          ======TO BE CONTINUED======>

La playa de San MarianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora