VI

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Capítulo 6

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Capítulo 6. Quirril.

ISA

Mi estómago da un vuelco furioso y las ganas de vomitar son fuertes, el miedo y el pánico de estar realmente volando sobre la ciudad me hace estar al borde del desmayo, por lo que mantengo mis ojos cerrados con las lágrimas deslizándose libremente a través de mis mejillas. No tengo idea de cuánto tiempo pasa hasta que lo que sea que me sujeta me suelta bruscamente y mi cuerpo sale disparado sacándome un grito de terror que se convierte en uno de dolor cuando caigo dolorosamente sobre el duro suelo. El aire se escapa de mi pecho con el golpe y me quedo inmóvil mientras intento recuperarlo en medio del punzante dolor en mis huesos y el ardor de los raspones en mi piel.

El aire helado me golpea sin piedad y lo único que escucho es el lejano sonido de la ciudad. Jadeante comienzo a reincorporarme temiendo a ser atacada nuevamente por lo que me trajo hasta aquí.

Pero al abrir los ojos aún de rodillas sobre el suelo me doy cuenta de que me encuentro en la azotea de un edificio alto, no hay nadie a mi alrededor, estoy sola.

Me pongo de pie desorientada, con el corazón latiéndome a mil por segundo y el rostro húmedo. Miro hacia todos lados intentando ver quién o qué fue lo que me trajo volando hasta aquí, pero no hay nada en el cielo, que se encuentra ya oscuro, y en la enorme terraza no hay más nadie que yo. Lo más sorprendente es que a pesar de haber volado por toda la ciudad y haber caído desde una gran altura mi mochila sigue aferrada a mis hombros, me apresuro a buscar mi teléfono móvil en ella pero no está por ningún lado, palpo los bolsillos de mi pantalón y se me hiela el alma cuando lo siento en mi bolsillo trasero, al sacarlo confirmo mi mayor temor; está destrozado y no prende siquiera un poco. Un tembloroso suspiro se escapa de entre mis labios, busco una salida con mis ojos hasta que la encuentro al otro extremo de la azotea.

Mis pies no dudan ni un segundo en llevarme rápidamente hacia allí, a pesar de que aparentemente me encuentro sola no puedo arriesgarme a quedarme aquí, si no puedo comunicarme es más que obvio que nadie va a venir a buscarme, así que debo salir de aquí por mis propios medios.

Para mi buena suerte la puerta no se encuentra con seguro por lo que adentrarme no me es difícil, unas escaleras me reciben y por poco suelto un bufido, de repente he comenzado a odiarlas. Sin más que hacer comienzo a descender por ellas, los escalones parecen infinitos, por poco lloro cuando veo que hay más de veinte pisos por bajar, pero no me detengo aún cuando mis pantorrillas comienzan a doler y mis pies se sienten como fuego. Todo está tan macabramente oscuro que parece el escenario perfecto de una pelicula de terror, el silencio es abrumador, no tengo ni idea de dónde estoy, pero no es mi intención quedarme a averiguarlo. Mi plan es buscar la salida, correr a mi casa y enfrentar a Dexter de una vez por todas.

Sé que es mi culpa el que haya terminado aquí, después de todo fui yo la que quería descubrirlo todo, pero jamás imaginé que Zed...

Las escaleras llegan a su fin, pero al abrir la única puerta que hay me llevo la decepción de ver que no se trata del primer piso, ni mucho menos de una salida, si no que se trata del piso de en medio, lo que quiere decir que apenas bajé diez. Asombrada me doy cuenta de que es un edificio en construcción, por eso no hay luz, ni personas, tampoco  hay ventanas y el aire frío se cuela haciéndome temblar aún más. Con pasos cautelosos e inseguros me adentro con la esperanza de encontrar un escape de aquí. Pero antes de que pueda siquiera recorrer el lugar, una figura con unas enormes alas oscuras se acerca desde el exterior, volando a una velocidad moderada, luego con una gran delicadeza aterriza al borde del suelo del edificio, justo frente a mi, mi boca se abre un poco ante lo que veo.

Mirage: El Secreto De Zed ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora