IX

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Capítulo 9. Un bucle sin final.

ISA

Debo felicitarme mentalmente; hasta el momento mi dignidad se ha mantenido firme e intacta. Desde esa noche en La Cueva no volví a acercarme a ellos, ni siquiera le he vuelto a dirigir la palabra a Dex, estoy tan furiosa con él por haberse involucrado con Zed y su horrible mundo de terror, no solo poniendo su vida en peligro si no la de su familia también, aunque por otro lado me pongo en sus zapatos y sé que al ver la desesperación de Zed por no poder avanzar en su misión yo también me hubiese ofrecido a ayudarlo. Aunque lo deteste, eso simplemente está en la familia, aunque deseara que fuésemos personas malas y egoístas, somos todo lo contrario y nos preocupamos por los demás, no dudamos en ofrecer nuestra ayuda, siempre ha sido así. Es algo inevitable.

Unas semanas después el catorce de febrero llega sin precedentes y yo lo detesto.

Como todos los años anteriores, recibo la llamada de mis padres temprano por la mañana antes de irme a la escuela, es incluso patético que ya me sepa su discurso de siempre; "Lamentamos muchísimo no poder estar en tu día especial Izzy, pero te amamos y te prometemos que el próximo estaremos allí". Obviamente esa promesa no se cumple nunca, en mis recuerdos no existe ni un solo cumpleaños en el que mis padres hayan estado conmigo, incluso cuando vivíamos juntos jamás estuvieron presentes, siempre habia algo que les impedía estar presentes. Las únicas personas que siempre han estado han sido Cassie, la tía Ophelia y Dex, este último prácticamente obligado, pero siempre está.

Como es de costumbre la casa huele a pastel recién horneado, me estiro sobre la cama y antes de que pueda hacer otro movimiento la puerta se abre dándole paso a mi tía, quien se adentra con un pastel repleto de fresas en mano, y no pierde tiempo para comenzar a cantar el feliz cumpleaños. Dexter viene detrás de ella con una cara de incomodidad extrema, normal en él. Sonrío incorporándome y soplo la velita en forma de dieciocho cuando termina de cantar.

—¡Feliz cumpleaños, mi pequeña princesa! —chilla tía Ophelia abrazándome con un solo brazo, intentando no tirar el pastel—. No puedo creer que ya seas mayor de edad. Recuerdo como si hubiera sido ayer el día que tu madre llegó contigo en brazos, eras la bebé más hermosa y dulce del mundo. Creo que voy a llorar.

—Recuerda la regla inquebrantable de mi día de cumpleaños tía, cero lágrimas. —le recuerdo con una sonrisa perezosa.

—Si, si, si, amor y paz. Ahora hay que comer el pastel, vamos mamá.

Ruedo los ojos hacia Dex, esa es una de las pocas cosas que él y yo tenemos en común; amamos los pasteles de mi tía Ophelia, pero nuestra debilidad es el de vainilla con fresas. La tía Ophelia le da una palmada en el brazo.

—Vamos a esperarte en la cocina, mi niña.

—Yo no prometo nada. —alega rápidamente Dex tomando el pastel de las manos de mi tía antes de irse a paso apresurado.

—¡DEXTER ALBERTO ROSSEN, VEN AQUÍ!

Me río observándola seguir a Dexter completamente indignada.

Cassie me llama justo en ese momento deseándome un feliz cumpleaños y lamenta no haber podido venir a celebrarlo conmigo, pero la universidad la tiene muy ocupada, además, estudia lejos y no valdría tanto la pena venir hasta aquí solo por un día. Igualmente promete venir a pasar una semana completa a casa para las vacaciones de primavera. Bajo a la cocina una vez que ya estoy lista y para mi fortuna Dex aún no se ha acabado todo el pastel, desayuno con ambos entre risas y al final Dexter aprovecha que estoy distraída charlando con mi tía para embarrarme la cara con la cobertura de pastel. Terminamos llegando a la escuela justo a tiempo para la primera clase.

Mirage: El Secreto De Zed ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora