La conocí

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Estaba en un bar y ya era bastante tarde.
Seguro Reiji me daría una reprienda por llegar a tales horas a casa.
Pero no me sentía bien, sentía que no había aprovechado bien la noche. Lo cual es extraño en mi.
Salí del bar, pensando en si me encontraría alguna diversión camino a casa.
Todo estaba desierto, excepto por algunos hombres borrachos que, seguramente, venían del mismo bar que yo.
Mientras caminaba divisé una silueta no muy lejos de allí.
Con cautela, me acerqué hacia la persona, era una chica, no mayor de 16 años.
Con una polera holgada negra y jeans, cargaba un libro en mano. Me acerqué más y la tomé del hombro haciendo que volteara, su mirada celeste aunque cansada, era cautivadora, sus labios grandes y su piel morena y cabello negro azabache. Solo con verla me sonrojé al instante y ella, al notarlo, me lanzó una mirada de asco.
No era la reacción que esperaba.
Movió su hombro bruscamente apartando mi mano, para después marcharse a grandes zancadas.
En verdad, no era la reacción que esperaba.
La volví a seguir y esta vez me posicioné a su lado. Solo me ignoró y siguió su camino.
Puse mi mano frente a ella, impidiendole el paso, acorralandola contra la pared.
- ¿Porqué me ignoras?
No habló, solo me sostuvo la mirada por unos segundos, un mirada vacía e indiferente.
- ¿Porqué me ignoras? - volví a preguntar.
- ¿El niño mimado está acostumbrado a recibir siempre la atención? - su voz, era firme y llena de rabia, pero a la vez pacífica y con fingida dulzura, cómo era eso siquiera posible.
- Vamos bitch-chan, relajate, simplemente quiero disfrutar la noche, ¿me acompañas? - susurré lo último en su oido, eso siempre las mata.
Me tomó la mejilla con una mano mientras me miraba con lujuria, mordió el anzuelo.
Se acercó a mi oido y susurró:
- Vuelve a llamarme perra, y te dejaré sin herencia.
Se apartó mientras yo la veía algo confuso, parece que no cayó tan facil. Me dió un leve empujón y se fué caminando tranquilamente.
Me quedé parado ahí, observando como se alejaba y cuando dobló la esquina la perdí.
Eso nunca me había pasado, siempre terminan cayendo a mis pies sin siquiera hacer un esfuerzo. Esta vez no fué así.
Algo de esa chica me dejó intrigado, su personalidad fría y manipuladora. Jamás había encontrado una mujer con semejante temperamento, pero debía saber quién era, no me podía quedar así, mi curiosidad era demasiada.
Decidí seguirla hasta su casa.
Ya que la había perdido de vista, comencé a seguir el olor de su sangre, el cuál me recordaba a la miel.
Cuando el rastro se terminó estaba frente a una gran casa, bastante bonita a decir verdad. Solo una luz estaba encendida y era del segundo piso. Salté hacia el barandal de la ventana y me quedé allí colgado.
La ví entrar de lo que supongo, era el baño, pues venía con una toalla atada al cuerpo.
Lo que su polera holgada ocultaba eran sus pechos, los cuales moría por ver, por desgracia ya tenía su ropa interior puesta, solo podría decir que eran grandes y eso me gustaba.
Me quedé allí un rato más apreciandola.
Definitivamente la conseguiría, tomaría a esa chica y la haría mía.

Será mía {Laito Sakamaki}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora