Cuando tenía ocho años, mi madre se tomó la libertad de decidir que el mejor sitio para educarme era un internado a tres mil kilómetros de Nevada. Así, que una mañana, me desperté en el coche, con un uniforme negro horrible, dos trenzas a cada lado de la cabeza y mi osito de peluche colgando de mi mano derecha.
-¿A donde vamos, mamá?- dije adormilada mientras me estiraba- todo lo posible, que no era mucho- en mi sillita.
-A un sitio chulísimo, te va a encantar.- Había estado llorando, se le notaba en en la voz y en su forma de respirar, casi como si una apisonadora le estuviera aplastando el pecho, pero, en aquel momento de mi vida, la única explicación razonable a la reacción de mi madre era alguna de sus múltiples alergias.
A pesar de estar a finales de Agosto, a mi mente ochoañera le pareció lógico.Dos horas después nos encontrábamos ante mi nuevo "hogar". Un edificio de unos 100 años, tres plantas, e incontables habitaciones.
Era la cosa más horrenda que mis pequeños orbes habían advertido.
-¿Mamá, venimos a recoger a alguien?-dije entreabriendo los ojos a causa del Sol.
-No cielo. - articuló mi madre mientras se sorbía los mocos.- Esta es tu nueva casa.
-Pero yo no quiero una nueva casa, yo quiero mi casa, con Ben, la tía Suzanne, Bob y tú, mamá.
-Lo sé, lo sé, pero escucha, a veces, las cosas son más complicadas de lo que piensas y a en ocasiones, solo en ocasiones, las personas tienen que hacer cosas que no quieren. Pero, eso no quiere decir que vaya a dejar de quererte mi vida, aunque estemos a miles de millones de kilómetros, siempre, recuerda, siempre, mamá te amará.
Tras eso, no recuerdo absolutamente nada.
Los médicos lo llaman amnesia crónica*. La amnesia crónica afecta en su gran mayoría a adultos y a niños en edad temprana, aunque, obviamente se puede dar en cualquier etapa vital. En mi caso, dicha enfermedad afecta de un modo más complicado, básicamente, hago realidad la mítica frase de: «¿que te pasa, te caíste de la cuna al nacer o ya eres así por naturaleza?».
Si señores, al nacer, a las enfermeras se les fue la mano y me resbalé, aterrizando en el suelo del quirófano.
Ya en aquel momento era una malota.
Hágase notar la ironía.
A los 10 años, se dieron cuenta de que algo podría estar fallando; no era capaz de recordar nada solo cinco días después de habermelo dicho.
Fue entonces cuando llamaron a mi madre y al hospital que había atendido mi parto y ahí fue cuando una ex enfermera les contó lo sucedido el día que nací.
- Lissele, ¿estás lista?- interrumpió una voz mis pensamientos. -Tu madre acaba de llegar.
Amnesia Crónica: Me he tomado la libertad de tergiversar un poco esta enfermedad, en realidad la amnesia crónica no afecta como le ocurre a Lissele, ya que evidentemente se pasa a corto o largo plazo. Espero que no os importe.
Gracias por leer.
Si queréis saber cómo continúa, añadirlo a vuestra biblioteca y no olvidéis comentar, pero recordad, cada uno es libre de dar su opinión.
Lissele en multimedia
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Te prometo Manhattan|En pausa.|
Teen Fiction«El cálido y sofocante aire de Los Ángeles se cuela por mis poros y hace que, por duodécima vez desde que subí al avión piense en lo que estaría haciendo en Wilsonville, o incluso en East Aurora. -Lo siento-dice Tricia subiendo el tirador de su male...