Cuando vuelvo a casa Tricia ya ha colocado todas mis cosas y no se como actuar al respecto. ¿Que pasa si llego a tener algo privado que ella no puede ver?
Pues espabila, es tu madre y a partir de ahora lo tienes que hacer todo a su manera, bonita.
–Hola, Lissi–contesta girándose cuando me oye cerrar la puerta de casa. Tenía pensado subir directamente a mi habitación sin decirle nada, pero, al parecer, no soy muy buena detective.– ¿Qué tal ha ido todo?
Ha sido brutal. Algo así como despertarte de un coma y darte cuenta de que nada volverá a ser como antes.
–Bien.
–Me alegro.–Responde con tono de madre.–He estado pensando, ¿te gustaría que un día de estos vayamos a visitar a el abuelo Bob?–el abuelo Bob, es básica y llanamente el padre que nunca tuve. Cuando le diagnosticaron alzhéimer, la familia de mi padre llegó a la conclusión de que era mejor que el abuelo ingresara en un geriátrico, donde pudiera pasar sus últimos años de vida. Solo.
–¡Sí, claro que quiero!–A decir verdad, esta es la primera cosa que digo con completa sinceridad desde que salí del estado de Nueva York.
Me huelo, que en breve un silencio incómodo inundará la sala en la que nos encontramos, por lo que intento cambiar de tema.– Por cierto, Tricia, Liz me ha invitado a cenar esta noche con ella y sus amigos. En un restaurante de comida rápida del pueblo. Matty's creo que se llama.Termino la frase a doble velocidad de la que la comencé y, durante un segundo pienso en lo que acabo de hacer y me arrepiento.
Nunca he sido demasiado introvertida, pero cuando se trata de reencuentros, todas mis alarmas se activan y acabo pareciendo Mudito, el enano de Blancanieves.
–¡Sí, claro que puedes!–Quien diría que te quiere quitar de en medio.–Sé que eso te hará bien. Tienes que hacer nuevos amigos, ya sabes, conocer a gente con la que socializar.–Dice guiñandome un ojo mientras recoge una rodaja de pepino recién cortada y se la lleva a los labios.
«Gente con la que socializar.» Al poco tiempo de llegar a East Aurora Wood, se me asignó, como a todos los niños menores de 12 años con posibles traumas anteriores, una psicóloga con la que podría conversar unas tres veces por semana. Natalie, era una chica delgada y menuda, de pelo oscuro y nariz protuberante con un aire Zen y comprensivo, propios de admiración.
El primer año en el centro fue el peor, no era capaz de superar mi pueblo natal y eso provocaba que la gente a penas se acercara a mi. Pero, cuando Natalie me preguntó cuantos amigos tenía y no supe que responder, me dijo que: «Simplemente piensa en las personas a las que les contarías cualquier cosa, sin miedo de que te defrauden; el resto solo son personas con las que socializas.»–Sí, creo que me vendrá bien.–«Gente con la que socializas.»–Voy a llamar a Lizz para decirle que si voy con ella.
«Gente con la que socializas.»
Subo las escaleras de dos en dos. «Gente con la que socializas». Marco su número en mi Smartphone. «Gente con la que socializas». Uno, dos.–¿Si?
«Simplemente piensa en las personas a las que les contarías cualquier cosa, sin miedo de que te defrauden; el resto solo son personas con las que socializas». Natalie, ojalá tengas razón.
–¿Lizz? Soy Lissele. ¿A que hora nos vemos esta noche?
* * *
Matty's es el típico restaurante tipo Diner de las películas estadounidenses de los años 60.
Reviso una vez más la hora en mi móvil antes de abrir la puerta y entrar al local. Huele a hamburguesas caseras y tortitas con sirope de Arce, todo ello mezclado con un barullo de voces que hacen de él, un lugar cómodo y acogedor.
–¡Lissele, aquí!–Grita Lizz desde una mesa del fondo. La saludo y tiro de los bordes de mi vestido blanco antes de encaminarme hacia ella y su grupo. –Me encanta que hallas venido.– Me dice cuando se acerca a mi. Está preciosa, lleva una camiseta oscura ancha, metida por dentro de un short negro, combinado con unas zapatillas Converse y un moño bajo despeinado.
–Gracias por invitarme, es muy amable por tu parte, en serio.
–Tonterias. Eres mi amiga, y a los amigos hay que cuidarlos.–Amiga. "Amigas desde hace 12 horas".– ¡Chicos! ¡Atención! Os presento a Lissele.– Dice señalándome con una sonrisa de oreja a oreja. –Lissele, estos son Mike, Sam y Danielle. Faltan Cameron y Liam pero no han podido venir hoy.– Mike es un chico delgado y pelirrojo con la cara llena de acné, que me recuerda a una mezcla entre Ed Sheeran y Rupert Grint. Sam en cambio, es todo lo contrario; Musculoso, de cabello negro y nariz respingona. Danielle por su parte es una de las chicas más guapas que ha visto en mi vida. Sus ojos de gato, pegan de lleno con su nariz chata y sus labios de fresa.
Me gustaría saber cómo me describen ellos, pero, como no puedo, me limito a observar sus reacciones al verme.
–Encantada Lissele, bienvenida a nuestra humilde pandilla.
–Gracias, Danielle.–Respondo mientras me da un beso en ambas mejillas. Gesto que me deja un tanto intrigada. No tiene acento europeo, pero sus costumbres si lo son. Curioso.
Ed Grint se mueve hacia un lado dejándome un espacio entre él y Lizz.
La cena pasa rápido y cuando me doy cuenta casi son las doce de la noche. Matty's hace las mejores ensaladas César de Nevada y eso nadie lo puede negar.–Bueno chicos, lo siento pero debo irme o mi madre me matará.–Dice Lizz. Evidentemente no me quedaré con sus amigos, no tengo esa clase de confianza con ellos.
–Espera, que te acompaño.
La llegada hasta casa de Lizz fue normal, digo normal porque no hay ninguna otra palabra que lo pueda definir mejor.
–Aquí me quedo, ¿estás segura de que sabrás volver a casa?
No.
–Sí, sí, descuida.– Como te pierdas, me pienso reír.
–¿Te lo has pasado bien de verdad?– dice sacando unas llaves con trescientos llaveros de su bolso.
–Te lo aseguro. Es más, la próxima vez que vayáis a salir, obviamente, si queréis, llámame.
Por alguna extraña razón me da un vuelco el corazón, cuando responde el «sí» más agudo que alguna vez he oído y se abalanza sobre mi en un abrazo de oso que a penas me deja espacio para respirar.
–Yo, Lizz, debería irme ya, es tarde y mi madre se preguntará si me ha comido un león o algo.– digo interrumpiendo su muestra de afecto y alejandola unos cinco metros de mi espacio vital.
Esto la pilla de sorpresa y por unos instantes no sabe que decir, hasta que su lengua deja de patinar y me dice:
–Sí, buenas noches Lissele, que descanses.– empieza a decir mientras abre la puerta de su casa a espaldas de esta y entra.
–Buenas noches, Lizz.
Hola, se que estos capítulos están siendo, en cierta manera, algo aburridos, pero estoy trabajando en el siguiente y espero que tenga un poco mas de acción.
Besos.
ESTÁS LEYENDO
Te prometo Manhattan|En pausa.|
Teen Fiction«El cálido y sofocante aire de Los Ángeles se cuela por mis poros y hace que, por duodécima vez desde que subí al avión piense en lo que estaría haciendo en Wilsonville, o incluso en East Aurora. -Lo siento-dice Tricia subiendo el tirador de su male...