SungJong no siempre tuvo una vida difícil. Antes de que sus padres y su hermano mayor murieran era relativamente feliz. Llevaba una vida normal, iba a la escuela, tenía unos pocos amigos.
Sin embargo, cuando se quedó solo, quedó a cargo de su abuela, quien no prestaba la atención suficiente que SungJong requería.Él, a pesar de llevar una vida común, no era un chico corriente: SungJong tenía la habilidad de ver o escuchar fantasmas. Esto nunca le causó mayores problemas, su difunto hermano siempre lo ayudaba cuando las voces y apariciones le pasaban más de la cuenta. Pero, ahora que no tenía a alguien que lo consolara por las noches cuando no podía conciliar el sueño, todo se fue derrumbando de a poco.
Koky –como SungJong le había apodado–, era un chico de 14 años, fue el novio de su hermano y su antiguo mejor amigo. Él se distanció de SungJong hacía años, después del fatal accidente de tráfico que se llevó la vida de toda la familia del, en ese entonces, pequeño Lee.
Koky le dijo cosas horribles, y a SungJong le dolía recordarlo.
"¡Es tu culpa! Si no hubieras insistido tanto... Si hubieras dejado que tu padre manejara tranquilo... ¡ÉL ESTÁ MUERTO AHORA Y ES CULPA TUYA!"
Después de que Koky le recriminara la muerte del amor de su vida y su propia familia, SungJong quedó destrozado, no asistió al colegio durante semanas, dejando que la culpa lo carcomiera de forma lenta.
Cuando su familia murió SungJong solo tenía 11 años, su hermano mayor 16 y sus padres casi llegaban a los 40.
Él no... no era su culpa el accidente.
¿O sí?
Y entre tantos recuerdos tormentosos pasaron diez años. Diez años en los que fue maltratado por su abuela, diez años en los que no vio a su amigo Koky, diez años en los que se quedó solo, porque hasta su perro había escapado de casa. Y a esas alturas de la vida SungJong se sentía miserable, porque no era capaz de nada, ni siquiera había terminado la escuela, era un completo inútil con el don de ver fantasmas, y desde siempre había odiado eso.
"Vaya don" Bufó SungJong, mientras se alistaba para salir de casa, tomando su bolso para luego dejar su hogar.
Iba rumbo al trabajo: era mesero en un café llamado Black&White. Había aceptado el empleo hacía tres meses, después de haber cumplido la mayoría de edad y de que su abuela lo echara de su casa a empujones. Lo que lo obligó a buscar un empleo y a rentar una pequeña pieza en el centro de la ciudad, cerca de su trabajo.
Aquel día tampoco fue distinto, había pasado otra noche en vela, lo que produjo que las ojeras de SungJong se notaran más que nunca, podrían compararlo con un panda y no hallar diferencia.
El joven chico caminaba con cansancio por las solitarias calles de la ciudad, sus pies se arrastraban por el asfalto y sus ojos se cerraban con facilidad, en cualquier momento podría caer dormido.
Estaba a punto de llegar a su trabajo, el café se veía en la calle de enfrente.
"SungJong..."
Una voz lo sacó de su trance, el joven miró hacia todos lados para descubrir al dueño de aquel susurro, pero no había nadie.
"SungJong..."
Una voz diferente. Asustado, SungJong comenzó a caminar más rápido para evitar aquellas voces, pero fue inútil, no cuando estas se multiplicaron, repitiendo únicamente su nombre.
Corrió, con toda la fuerza y rapidez que sus adoloridas piernas le permitieron, cambió la dirección de sus pasos para desviarse de su trabajo –pues no podía ir en esas condiciones–, llegando de esta manera a una calle poco concurrida, donde solo habían casas en ruina.
"Basta..." Gimió, cayendo de rodillas al piso, era insoportable, el no podía solo, si tan solo su hermano...
"¡BASTA!"
Gritó, y se golpeó duramente la cabeza contra el pavimento, sin descanso, creyendo que de esta forma las voces pararían, que dejarían de atormentarlo.
El el chico se encontraba desesperado, ya no tenía a nadie.
Era un chico de 21 años completamente solo, ¿qué podía hacer?
"Hey, ¿estás bien? Tranquilo, te llevaré al hospital y te pondrás bien. Solo... solo no debes dormirte"
Esa voz, no la había escuchado nunca, pero supo que estaba en buenas manos cuando, con la poca fuerza que le quedaba, logró abrir sus ojos, distinguiendo así a un chico de facciones delicadas, con un cabello rojizo.
"Soy RyeoWook, no te duermas ¿sí? Conversemos, seamos amigos"
Amigos, esa palabra se repitió en su cabeza.
Hacía tiempo que no tenía uno.
"Puedes decirme Wookie, estudio enfermería y soy voluntario por aquí, ¿qué te parece?" Comentó, esbozando una sonrisa a la cual SungJong respondió levemente, dándose cuenta de que las voces se habían ido. "Eres muy joven ¿no? Sería mejor que me llamaras Wookie-hyung"
El chico pelirrojo levantó a SungJong, manchándose su impecable camisa blanca con la sangre que brotaba de la cabeza de Lee. A duras penas lograron llegar al hospital.
"Este chico está muy herido, enfermera, cuídelo bien" Dijo RyeoWook en la recepción del hospital mientras veía como a SungJong lo trasladaban en una camilla.
"¿Cuál es su nombre, joven?" Preguntó la enfermera
"Soy RyeoWook, Kim RyeoWook. Yo pagaré sus gastos"
El pelirrojo firmó unos papeles y se alejó del mostrador, escuchando por los parlantes que la presencia del doctor Kim MyungSoo era requerida en pabellón.
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El hospital || Infinite.
FanfictionCamillas, suero, enfermeras, doctores ajetreados, enfermedades psicológicas y terminales, nuevos pacientes en emergencias. Así es como luce un día normal en el hospital Silvania. Pero, lo que no todos saben, es que hay ciertos pacientes especiales d...