Capítulo 3: "Un trato que cumplir"

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Estruendosas risas, escandalosas carcajadas y un enorme bullicio se esparcía y dominaba por toda la capilla... una multitud de personas se encontraban tiradas en el frio suelo mientras se sostenían el estómago y no eran capaces de ocultar sus incipientes lágrimas, pero no lágrimas de dolor sino todo lo contrato... lagrimas originadas por sus desquiciantes risas; ¿pero cuál era el motivo para ocasionar tal estado en los presentes?, dicha respuesta tenia nombre y forma: Ichigo Kurosaki. El joven pelinaranja vestido con una sotana blanca no podía más que estar estupefacto, el había llegado para cumplir con su labor de sacerdote pero jamás espero tal acción por parte de esas personas; el bullicio incrementaba y era algo que hostigaba y perturbaba el poco raciocinio del nuevo sacerdote... ese bullicio que hería el orgullo del pelinaranja denotando una simple pero poderosa palabra que lograba quebrantar la dignidad del joven... esa palabra llamada "burla". Ichigo anhelaba que algo lo aplastara en ese momento; sin embargo los deseos podían volverse realidad ya que en esos instantes un fino candelabro situado sobre su cabeza se desprendió del techo cayendo lentamente hacia el suelo... el joven sacerdote miraba en cámara lenta como dicho candelabro se aproximaba hacia el por lo que solo atino a cerrar los ojos dejándose envolver por la negrura y esperando el duro golpe... uno que no tardó en llegar y dolió más de lo esperado...

— ¡¡Mierda!!— exclamo el pelinaranja abriendo los ojos rápidamente, observo su alrededor y se percató que estaba en el piso de su habitación, respiraba agitadamente y estaba empapado de sudor... todo fue un sueño, mejor dicho una pesadilla; decidió sentarse pero un fuerte dolor en la frente hizo que instantáneamente llevara sus manos a la zona afectada y no tardó mucho en darse cuenta quien fue el culpable de su dolor.

— ¡Buenos días Ichigo!, ¡hasta que al fin despiertas estúpido hijo!— hablaba Isshin parado al lado de la cama y con un pie alzado dando a entender la manera tan "afectuosa" en que lo despertó.

— ¡Maldición!, ¿Por qué no puedes despertarme como un padre normal?

— No pensaba despertarte pero pude escuchar que gemías fuertemente y al entrar vi que no parabas de darte vuelta en la cama y sudabas mucho... ¿acaso tuviste un sueño que enorgulleciera a papi?— pregunto lo último dejando entrever sus verdaderos pensamientos.

— Viejo idiota... no soñé ninguna de las cosas que te has de imaginar, más bien tuve una horrible pesadilla.

— Pero si yo no he dicho nada hijo, tu pervertida mente es la que imagina cosas; de todos modos levántate ya, sé que es domingo pero ya son las 8:15 am es buena hora para que te levantes de una vez— el ojimiel tras escuchar esas palabras se sintió desfallecer... ese día tenía que empezar a laborar como el nuevo sacerdote y la misa iniciaría a las 10:00 am pero Kyoraku le había dicho que llegara una hora antes para aclarar un par de cosas... ¡maldición como pudo olvidarlo!.

— ¡Joder!, viejo salte del cuarto tengo que cambiarme— decía el joven mientras se levantaba súbitamente de la cama.

— ¿Y ahora que te sucede?, antes no querías levantarte y ahora hasta tienes prisa en alistarte.

— Recordé que quedé en verme con unos amigos, regresare mas tarde.

— ¿Amigos?, ¿o más bien se tratan de unas "amigas"?— cuestionaba el pelinegro con una pícara sonrisa; el chico de ojos miel decidió ignorarlo y una vez estuvo listo salió corriendo en dirección al lugar donde viviría su infierno... solo esperaba que las cosas no salieran tan mal como se imaginaba.

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El sonido realizado por las campanas de la iglesia "Luz de Aizen" resonaba por toda la infraestructura y a lo largo de toda la cuadra, las personas en su mayoría rebasando los 30 años siendo acompañados por algunos niños ingresaban al mencionado lugar para ir ocupando los asientos disponibles en espera del inicio de la tan esperada misa; el día anterior el amigable sacerdote de cabello blanco les había mencionado su inminente retiro debido a sus problemas de salud y el hecho que habría alguien que lo reemplazara en su labor, ocasionando la sorpresa y euforia en todos los presentes. En esos momentos la capilla ya se había abarrotado de gente y el reloj ubicado en la pared lateral izquierda dictaba las 10:00 am; el pelinaranja mientras tanto se encontraba en un pequeño cuarto del recinto que se utilizaba como almacén, ya estaba vestido con la adecuada indumentaria para tal labor y desde ese lugar era capaz de observar a la multitud de personas esperando por su aparición y sin ser visto por ellos.

Mi dulce tentación...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora