《Séptimo Día》

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Miró el espejo frente a él y no pudo evitar sentirse algo extraño al vestir la ropa que le había escogido su pareja: un blusón blanco, un suéter color café claro y unos pantaloncillos azules de tela delgada. Se miró de perfil y no pudo evitar sonreír al ver su vientre estar del tamaño de una pelota de básquetbol o un poco más grande.

—Tetsuya, ¿ya estás listo? —escuchó la llamada de su pareja.

Se acomodo bien la ropa y luego salió de su alcoba, pero antes de acercarse a él se detuvo y extendió los brazos a los lados.

—¿Qué tal me veo?

Su prometido lo vio de arriba a abajo y eso lo estaba poniendo nervioso, si no se veía "cómodo" con la ropa era probable que lo regresara a cambiarse... de nuevo.

—Creo que sería mejor que usaras el vestido —dijo.

Bajo los brazos y su mirada pasó de ser alegre a irritada.

—Seijuro he preguntado: ¿cómo me veo? —sonrió, pero aquellos ojos solo advertían una sola cosa y eso era peligro.

Titubeaba entre apartar la mirada o no, pero se mantuvo firme y contestó:

—Te ves —volvió a mirarlo de arriba a abajo y sonrió mostrando los dientes —. Te ves hermoso —le extendió la mano —. ¿Nos vamos, cariño?

Sus mejillas se sonrojaron y mostrando sus dientes se acercó a él.

—Gracias y sí, vamos.

...

Llegaron a la casa de sus amigos Kise y Aomine para la celebración del cumpleaños de su hijo Daisuke que cumplía cinco años.

Al llegar a la casa desde afuera pudieron escuchar el sonido de un poco de música, gritos y risas; se miraron a los ojos y no pudieron evitar sonreír. antes de tocar la puerta un niño les abrió: piel blanco, ojos amarillos y cabello azul.

—¡Tios! —gritó abrazándolos.

—Feliz cumpleaños, Daisuke-kun —Tetsuya intento cargar al niño, pero fue impedido por su esposo.

—Recuerda lo que dijo el doctor: «nada de esfuerzos» —él lo cargo mientras le sacudía el cabello —. Feliz cumpleaños, Daisuke —le acarició los cabellos.

—Gracias —sonrió el niño.

—¡Dai-Dai! —gritaba una pequeña de piel morena, ojos azules y cabello rubio mientras agitaba una pelota en el aire.

—Wisteri no corras así —gritaba Aomine detrás de ella.

—Papi, papi —grito Daisuke.

Akashi y Kuroko entraron a la casa.

—Hey, veo que vinieron —dijo él mientras alcanzaba a la niña y la cargaba.

—¿Daikicchi, dónde está Daisukecchi? —llegó corriendo un alterado Kise con un montón de serpentinas en la cabeza y al verlos sus mejillas se colorearon de rosa —. Kurokocchi tu pancita —intentó acercarse para abrazarlo, pero supo contenerse, en su lugar se acercó a Akashi y cargo a su hijo —. Me alegra que pudieron venir —saludo a Akashi y luego a Kuroko y sin poder evitarlo más le acarició la pancita —. Pero vamos, pasen, ésta es su casa.

—Si así fuera nos ayudarían a pagar la renta —comentó Aomine, haciéndole caras a su hija que lo imitaba.

—Lo pagaría si me lo pidieras —contesto Akashi sin vacilar.

Ambos, Kise y Kuroko, rieron; Aomine, solo bufo.

Al llegar a la sala Akashi y Kuroko saludaron a todos sus sobrinos quienes les llegaron por montones abrazándolos a ambos, más a Kuroko por su pancita, pero quienes estaban mostraban mucho interés eran Yuki (hijo de Kagami y Momoi) y Candy; admiraban aquella enorme barriguita.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2016 ⏰

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