3. Uno.

1.2K 179 19
                                    


  Abrió ambos ojos recostado en su cama recordando casi al instante su conversación del día anterior con Himchan. No quería creer que fuese Daehyun quien se estuviera oponiendo a su visita, a que no lo acompañara, a que no lo distrajera aunque sea contándole cosas insignificantes, pero así era, no podía negarse a sí mismo, Himchan no mentiría con algo así. Youngjae se preguntó, si acaso su presencia durante todo ese tiempo que convivieron juntos había sido molesta para su compañero ligeramente mayor, si en realidad le disgustaba tenerlo cerca o hablarle incluso, porque entonces no cuadraba nada de lo que su mente estuviese pensando. Y con ellas, la idea de ofrecerse para serle ayuda como una parte de su naturaleza... se esfumaba.

En su camino hacia el baño, no escuchó sonido alguno por pate de ninguna habitación, igual que el día anterior. O estarían durmiendo o es que habían salido. Suspiró triste, desde hacía semanas que no compartía un buen tiempo junto a los demás y, por supuesto, con Daehyun.


Aun con la toalla sobre su cabeza absorbiendo la humedad de su cabello, revisó la heladera buscando qué desayunar, topándose con el vaso que Himchan le había preparado tapado con papel de aluminio. Se autodenominó demente al tomarlo entre sus manos y dejar de buscar un alimento, pero sus ganas seguían estando intactas, deseoso de probar el sabor y sentir en carne propia lo que era beber ese preparado. En cuanto el líquido recorrió toda su cavidad incluyendo el vestíbulo, alcanzó a tragar mitad de lo que traía y la otra la terminó escupiéndola en el lavaplatos, comenzando a toser y sujetándose del borde para controlar las náuseas. Era ácido, tan ácido que tenía miedo de que le haya quemado la boca, su sabor era metálico además, y el aroma... realmente no se había detenido a pensar en ello, era lo de menos. Las arcadas incrementaron pero en cuanto escuchó su nombre pronunciarse, el reflejo nauseabundo desapareció.

– ¿Youngjae?

Daehyun estaba parado justo a su lado a poco más de un metro de distancia, se notaba confundido y cansado, como si no hubiese dormido bien. Las ganas de querer abrazarlo por verlo luego de tanto tiempo le invadieron a Youngjae que no pudo retener las primeras lágrimas irrumpir sus ojos, pero contrario a sus deseos, su cuerpo quedó estático simplemente observándolo.

– Hum, sólo... –los ojos curiosos de Daehyun viajaron hasta el lavaplatos, luego hacia la alacena cerrada donde las botellas se guardaban, y finalmente cayeron al otro extremo de la cocina, nunca mirando hacia los ojos del menor–. Himchan hyung dijo que hizo galletas ayer, vine a buscarlas.

Con total calma, se acercó hasta la alacena contigua al horno y retiró el frasco sirviéndose unas cuantas en un plato hondo. Pareció que buscaba algo más, sin embargo sólo abandonó la cocina dándole la espalda a Youngjae.

Así, sin saludos de buenos días, sin más palabras en el medio.

Esa indiferencia que hasta ese día no conocía en él.

Youngjae dejó correr el agua limpiando el enchastre que provocó minutos atrás. La cabeza comenzó a darle vueltas, demasiadas. Extrañaba ser la compañía de Daehyun, extrañaba conversar con él, compartir una tarde frente al televisor mientras discutían por cuál canal mirar o si preferían acompañar una película con algo dulce o salado. Extrañaba sentarse a su lado y apoyar su cabeza en su hombro abrazando una almohada sobre sus piernas, siendo cubiertos por una manta cuando las profundas horas de la noche llegaban y eran los únicos despiertos en la casa. Anhelaba volver a hacerlo... pero sentía esas antiguas tradiciones que ambos llevaban a cabo, cada vez más lejanas. Y más miedo le daba.

No supo qué fue a buscar a su habitación, o si en verdad había entrado para hallar algo, pero ahí estaba, inspeccionando el cuarto del cual parecía haberse convertido en la nueva casa de Daehyun. Había mucha ropa revuelta, sin olores desagradables, todo muy desordenado. A un lado de su cama se encontraba una de las botellas, vacías, claramente. Youngjae la tomó y volvió a declararse demente porque en cuanto su lengua tocó el borde del pico, asqueado por el sabor que aun quedaba, soltó la botella dejando que esta cayera al suelo. Fracción de segundo en el que su corazón pareció haberse detenido. Para su suerte, la botella no se quebró al tocar la superficie alfombrada, no obstante, debía dejarla sobre la mesita si no quería que descubriesen su curiosa visita.

Bloodlust [DaeJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora