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ᵁⁿ ʳᵉⁱⁿᵒ ᵈⁱᵛⁱᵈⁱᵈᵒ ᵖᵒʳ ᵘⁿᵃ ᵍᵘᵉʳʳᵃ ᶜⁱᵛⁱˡ ᵃᶜᵃᵇᵃʳá ᵈᵉˢᵗʳᵘⁱᵈᵒ. ᴰᵉ ˡᵃ ᵐⁱˢᵐᵃ ᵐᵃⁿᵉʳᵃ ᵘⁿᵃ ᶠᵃᵐⁱˡⁱᵃ ᵈⁱᵛⁱᵈⁱᵈᵃ ᵖᵒʳ ᵖᵉˡᵉᵃˢ ˢᵉ ᵈᵉˢⁱⁿᵗᵉᵍʳᵃʳá .

ᴹᵃʳᶜᵒˢ ³:²⁴⁻²⁵

Inglaterra, 06 de abril 2007

No era la primera vez que en La Mansión Carrinston se realizara un de sus ya famosas y distinguidas fiestas.

Aquel lugar se encontraba situado en un lugar en Whiltshire, justo al sureste de Inglaterra. En donde solían vivir las más ricas y poderosas familias.

Los Carrinston eran una de las familias más poderosas y respetadas desde generaciones. Algunos los consideraban anticuados y conservadores ya que estos acostumbraban a comprometer a sus hijos con las familia más ricas que encontraban.

A simple vista podías notar su clase y porte. Con sus posturas de superioridad y miradas serias.

Eran perfectos en todos los sentidos.

Robinson Carrinston, el padre de la familia. Era un hombre de semblante frío y muy atemorizante. Comprometido con su trabajo y alguien con quien no quieres tener problemas. Sus cabellos eran negros cuál carbón y sus ojos eran de un azul tan penetrante y frío que podías sentir que con solo mirarte podía ver dentro de tu alma.

Nathalia Carrinston; antes Rowlin, era su esposa. Una mujer de porte elegante y postura con una mirada llena de superioridad. Sus cabellos casi rubios y sus hermosos ojos miel la hacían quedar como una de las mujeres más hermosas en la familia. Siempre se mantenía seria y era muy recta con sus hijos.

Samuel Carrinston, su primogénito. Con el cabello y ojos de su madre. Un chico muy apuesto y con una actitud serena. Siempre buscaba enorgullecer a sus padres cumpliendo con las tradiciones Carrinston.

Ericson Carrinston, el segundo hijo. A diferencia de su hermano, este heredó todos los rasgos de su padre incluyendo el temple serio con una pizca de actitud explosiva. Siempre buscaba competir con su hermano y dejar de ser su sombra

Leonardo Carrinston, el tercero y más listo de todos. Heredó el cabello de su padre y sacó los ojos de su madre. Siempre mantenía una actitud seria pero era el más pasivo y calmado en su familia.

Nickolas Carrinston; el menor de los varones. Su cabello era un castaño casi rubio y sus ojos eran del mismo tono que el de su padre. A diferencia de sus hermanos, él siempre fue travieso y no se molestaba en mantener las apariencias causando bromas por doquier tanto a su familia como al personal de la mansión.   

Y por ultimo, estaba Emma Carrinston. La más pequeña y primera mujer Carrinston en generaciones. Su cabellos era de un castaño muy oscuro y fue la única que heredó los ojos grises de su bisabuela. Aquella niña era un encanto. Siempre era amable con todos y le gustaba curiosear por todo su hogar. Todos la amaban.    

Aquella gran celebración era en honor a la pequeña Carrinston; quien cumplía sus cuatro años rodeada de personas que a penas conocía. 

La gente danzaba al compás de la música que retumbaba en el gran salón decorado con mesas de manteles blancos en las que se situaban unas copas del vino más caro. En las paredes se hallaban; bien conservados, colgados los retratos de los antepasados de la familia.

Una fiesta digna de una reina.

Cualquiera diría que la pequeña era la niña más afortunada del mundo. Nacida en una cuna de oro, llena de los mejores regalos dignos de la realeza. Hermosa por dentro y por fuera. Hija de las dos familias más respetadas, llena de todo tipo de lujos. Para cualquiera Emma Gryndor Carrinston nunca carecería de nada.

La Mafia De Mis HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora