En la periferia de la decadencia

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Habían pasado tres días desde mi arribo a aquel lugar, y ya había recorrido la gran mayoría de los lugares turísticos clásicos de las costas y de las playas, en esa ocasión era el turno de lo solitario de lo abandonado de lo desterrado, de lo que había sido algún día lo mas bello de la eternidad y que ahora era un palmo de olvido con telarañas de recuerdos, era una vieja casa cerca del faro, relativamente cerca, a unos quince minutos del faro, caminando por piedras y un sinfín de historias marcadas en cada palmo de vereda abrupta y obligada, esa tarde gris, a diferencia de las otras que habían pasado tenia la vertiente de los vientos del oeste, y el oleaje se hacia fuerte conforme los minutos iban pasando, los informes meteorológicos, indicaban que un sistema de baja presión se aproximaba a la costa y aunque no era algo de gravedad, era solamente una recomendación no entrar en alta mar cuando cayera la tarde, lógicamente yo y mi problema con la autoridad no me dejaba poder asimilar aquello al nivel moral, y solo lo mire como una exageración de aquellas personas que no soportan lo bello que puede ser también el caos así que sin perder mi tiempo arrastré mi ser y llegué a ese lugar, mis botas tenían lodo incluso mis jeans tenían pequeñas marcas de humedad, el aire tenia los tintes del frío inverno y el salitre clásico de la brisa del océano, en la entrada aun estaban esos letreros que indicaban el riesgo de la estructura y estaba mas abandonada que algunos corazones que conozco, sí, como el de doña Refugio, corazones destartalados por el paso del tiempo, toda cosa sobre la tierra se desmorona con el descuido, desde la moral hasta el concreto, los pocos sofás estaban raídos, con el desagrado del tiempo, como reclamando la existencia misma, el suelo estaba tapizado de basura, con las marcas del paso de muchas almas, algunos visitantes esporádicos, y repentinos desvíos de amantes, señas obscenas de los malhumorados con la vida, la pintura caída por todos lados, el odio del olvido, se palpaba en cada rincón, y agredía el alma de quien entrara en ese inhóspito lugar, y el mismo aire tenia la carga eléctrica de las tormentas invernales y de veraniego esporádicas que solían llegar en aquella colorida costa, es increíble como un lugar tan cercano a una fiesta interminable puede llegar a ser tan desolado, "es igual que la vida misma"-me consolé a mi mismo. Un día te encuentras en la cumbre del Everest y al día siguiente el seól mismo ha abrazado tu alma sin un retorno próximo, la periferia de los sentimientos, siempre desde la historia de la humanidad dejan que algo te glorifique y a la par algo mismo de ti se va perdiendo, por eso en la actualidad podemos ser monstruos de tristeza a causa de amar, y a su vez podemos ser un vil demonio vestido de ceda en pro de dejar de odiar y dar el salto de fe a causa de improbabilidades, esas que solemos llamar amor. 

Los pasillos seguían teniendo los espíritus de lagrimas gastadas, tal vez algunas despedidas y porque no de algunas muertes, en mi opinión era un lugar ideal para cualquier situación, podría ser el inicio de la muerte, el final de la vida, que aunque suene igual créeme, uno en vida puede morir muchas veces, es una procesión de colores grises y de cálidos, es un montón de ocasiones que uno muere, al decir adiós por ejemplo, al dar un beso también me ha pasado, entonces ahí esta el relativismo del tiempo. Así era ese lugar un tremendo gris agrio, el fétido aroma a olvido pesaba en el aire mismo, así que después de haberme cerciorado de que nadie mas estuviera dentro y de que nadie mas estuviera salvo yo, fui a la segunda planta, tenia unos enormes ventanales de mas de dos metros de alto y tres de ancho, era el lugar perfecto para contemplar el mar, aun no puedo concebir que alguien pudiera dejar ese lugar abandonado, fui hasta el borde del pretil, ahí me senté a sentir la brisa, a sentir el inherente frió que se alzaba al compás del romper de las olas del mar, mi desordenado cabello seguía la tonada del viento, en ocasiones obstruyendo mi visión, no se porque ahí siento que mi latir de corazón me falla, es una de esas partes en el mundo que tienen demasiada estática o electricidad o que se yo, solo comprendo el hecho de que ahí precisamente ahí es donde puedo detener el tiempo, donde puedo mirar el mundo de manera cruda de esa manera que solo se logra con un punto de vista objetivo y que por lo general es cuando tienes la capacidad de salir de ti mismo y ser analista de todo y todos, ahí mientras las nubes arribaban mientras todo cambiaba donde precisamente el clima iniciaba a coincidir con mi declive mental donde el bravo mar topaba con las rocas como mi corazón tratando de salir de su natural lugar, por temor de que ahora fuéramos castigados, por tanto haber amado por tanto haber hecho mal, pensaba de manera errónea que estábamos en aquel lugar para brincar al vació en búsqueda de liberación, coincidiendo con aquel texto que narraba que quienes tienen la capacidad de mirar lo jodido que esta todo, y de la mierda que hay en el mundo decide desconectarse de la realidad ya sea de manera momentánea o de manera definitiva es una razonable manera de vivir según puedo sentirlo en mis propias venas, y estando ahí con los mismos tumbos que dan los alcohólicos cuando el vino les ha abrazado el alma, imaginando todo lo que puede ser, lo que pudo ser, lo que pude hacer de no haber sido tan torpe en todo, mi forma de tratar, en mi forma de crecer, tal vez nunca debí de haberme alejado de Dios, tal vez jamás debí de haber aceptado ese trago de alcohol cuando tenia quince años y aun estaba con la posibilidad de haber crecido como un hombre normal, como esos hombres que todas las mujeres quieren para si, con esos que es un gran placer quedarse toda una vida, y no simplemente lo que ahora es este resultado, de años perdidos de años empeñados en nada, en mal gastar la vida, en acumular lo inservible, en matar el cuerpo llenándolo de grietas innecesarias, ahogándome en alcohol,con la taciturna mirada heredada por mi padre con la mezcla exacta de las lagrimas silenciosas de mi madre; era una tormenta, tormenta como la que se avecinaba, en esos momentos pude comprender que en realidad los humanos somos algo demasiado extraño, usamos las cosas que nos matan precisamente para escapar momentáneamente de la realidad, a costa de nuestra propia salud, a costa de nuestra propia estabilidad y preferimos vivir absortos que afrontar los problemas que nosotros mismos nos podemos acarrear, buscamos una falsa resiliencia solo para satisfacer nuestro ego dentro de las redes sociales o dentro de un circulo social o de amistades, mientras que nos vamos a la cama con los ojos llenos de lagrimas por sentirnos insuficientes en todos los sentidos, no somos mas que una burda broma de nuestro inconsciente que se quedo en la época de oro, en la época de los verdaderos amores y las verdaderas amistades, donde valía la pena decir palabras amables, donde nos despertaban el alma las cualidades mas que los escotes, pero vaya que el tiempo ha pasado y no se puede combatir en contra de el, así que no nos queda mas remedio que seguir fingiendo que estamos evolucionando, cuando en realidad nos estamos acercando cada vez mas al final de nuestra propia existencia, primeramente moral, hasta que eventualmente en nuestro propio egoísmo nos matemos los unos a los otros en masa, diablos, es algo muy fatalista pero sin duda eso pasará si seguimos aferrados a sentir cada vez menos.

Sentado allí, sintiendo el vacío de la compañía física, sintiéndome entre feliz y desdichado, fumando uno tras otro sin cesar, aunque planeaba esperar hasta volver a casa para volver a beber, no pude evitarlo, algo me atraía como la fuerza de gravedad, así que saque una botella mas, y brinde por mi, por los míos, por los que se han ido y por los que aun no llegan, tranquilamente, no buscaba ahogarme no buscaba embrutecerme, simplemente quería un poco de tiempo de calidad por y para mi, una de las ventajas de la tecnología, es que puedes llevar la música de tu preferencia a cualquier lugar, y nada mejor que mi escape de la realidad que suelo llamar música, un melómano en potencia, ese que para todo necesita de las melodías que lo han marcado o de las que lo han salvado, sea cual sea el caso es que para mi en lo personal y no es que juzgue a alguien que no sea demasiado aficionado a la música, aunque en realidad creo que no confiaría del todo en esa persona, en fin, así es como me gusta sobrellevar algunas cosas de la vida, sobre todo la soledad, esa cosa en ocasiones, demasiado amarga y en otras tan placentera, pero en esta ocasión era algo demasiado singular y tenia que celebrarlo como solo yo podía, solo, lo se a mi en ocasiones también me suena demasiado cómico como puedo dramatizar y así lo hice, en tragos cortos y lentos que me podían lavar las heridas podía sentirlo en cada parte de mi, la expectación me recorría el alma, como en espera de una señal o de que dios mismo bajara y me diera un abrazo, o la eventual muerte, o simplemente una llamada de alguien que en alguna parte del mundo estuviera extrañando mi existencia, pero no sucedió, simplemente los minutos discurrían con la misma facilidad que las burbujas del oleaje, y el viento se levantaba en el horizonte mientras que la burbujeante tormenta cada vez se acercaba mas, mi poca prudencia tuvo mas peso que mi curiosidad, así que me puse en pie con la sangre caliente y un tanto mareado por el whisky y salí de allí tuve que mirar atrás una vez mas y en realidad deseaba quedarme, para saber que es lo que podía pasar conmigo ahora no quedarme con las dudas poder, de ser necesario, ahogarme, no solo con el mar, con mis palabras guardadas, con los besos que no le di a mi madre, con las ganas de abrazar a mi padre una primer y ultima vez, con las ganas de saber que se siente ser padre, con las ganas de saber que significa despertar y sentirse amado, ahogarme con los problemas y con mis malas actitudes, con mi guardada depresión y con mi nula capacidad de hablar de mis problemas como si de bromas se tratara, ahogarme con mis miedos y mis sueños difuntos...

Pero ¿Por qué habría de ahogarme cuando estoy en el momento justo de cambiar el mismísimo rumbo de la historia?


Un verano sin caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora